Sebastian Vettel se consagró campeón del mundo de la Fórmula Uno tras ganar la última carrera que se corrió en Emiratos Árabes. El alemán, tiró abajo todos los pronósticos que señalaban como máximo candidato a Fernando Alonso, el piloto de Ferrari.

La fiesta había comenzado en la semana cuando veíamos las imponentes imágenes del Parque Temático que Ferrari inauguró en el país petrolero: Felipe Massa y Fernando Alonso disfrutaban de las atracciones de este Disney para fanáticos del cavallino. Pocos prestaron atención el sábado al récord del circuito que marcó Vettel, logrando la pole position y los micrófonos se fueron con Alonso, que largaba tercero y soñaba con una “carrera aburrida” que le permitiese ser campeón por tercera vez, primera con Ferrari.

Pero el domingo nada salió como esperaba el asturiano, largó mal y en la primera curva ya había perdido el tercer lugar. Expectante, mantuvo su estrategia conservadora sabiendo que desde el cuarto puesto seguía siendo quien se coronara. Pero luego de detenerse en boxes, se encontró con el Renault de Petrov, que manejó como nunca y, ante la impotencia del piloto español, lo asfixió lentamente hasta dejarlo sin chances de conseguir el campeonato.

Así Red Bull, que ya había logrado el campeonato de constructores, corona una temporada inolvidable y, vale decir, gracias a su política de no imponer un orden entre sus pilotos (como si lo hiciera Ferrari) hizo posible un torneo apasionante que tuvo un final para el recuerdo, con la consagración de quien tenía menos chances y festejó con lágrimas, coronándose como el campeón más joven de la historia.