Opinión

Por Marcelo Gullo

La vulnerabilidad ideológica: Primera Parte

La hipótesis sobre la que reposan las Relaciones Internacionales, como sostiene Raymond Aron, está dada por el hecho de que las unidades políticas se esfuerzan en imponer, unas a otras, su voluntad.

La Política Internacional comporta, siempre, una pugna de voluntades:voluntad para imponer o voluntad para no dejarse imponer la voluntad del otro. Para imponer su voluntad, los Estados más poderosos tienden, en primera instancia, a tratar de imponer su dominación cultural. El ejercicio de la dominación, de no encontrar una adecuada resistencia por parte del Estado receptor, provoca la subordinación ideológico-cultural que da, como resultado, que el Estado subordinado sufra de una especie de síndrome de inmunodeficiencia ideológica,debido al cual, el Estado receptor pierde hasta la voluntad de defensa. Podemos afirmar, siguiendo el pensamiento de Hans Morgenthau, que el objetivo ideal o teleológico de la dominación cultural, en términos de Morgenthau, “imperialismo cultural”, consiste en la conquista de las mentalidades de todos los ciudadanos que hacen la política del Estado en particular y la cultura de los ciudadanos engeneral, al cual se quiere subordinar.

Sin embargo, para algunos pensadores, como Juan José Hernández Arregui la política de subordinación cultural tiene como finalidad última no sólo la“conquista de las mentalidades” sino la destrucción misma del “ser nacional” del Estado sujeto a la política de subordinación. Y aunque generalmente, reconoce Hernández Arregui, el Estado emisor de la dominación cultural (el “Estado metrópoli”, en términos de Hernández Arregui), no logra el aniquilamiento del ser nacional del Estado receptor, el emisor sí logra crear en el receptor, “…un conjuntoorgánico de formas de pensar y de sentir, un mundo-visión extremado yfinamente fabricado, que se transforma en actitud «normal» de conceptualización de la realidad [que] se expresa como una consideración pesimista de la realidad, como un sentimiento generalizado de menorvalía, de falta de seguridad ante lo propio, y en la convicción de que la subordinación del país y su desjerarquizacióncultural, es una predestinación histórica, con su equivalente, la ambigua sensación de la ineptitud congénita del pueblo en que se ha nacido y del que sólo la ayuda extranjera puede redimirlo.”

Preciso es destacar que, aunque el ejercicio de la subordinación cultural por parte del Estado emisor no logre la subordinación ideológica total del Estado receptor, puede dañar profundamente la estructura de poder de este último si engendra, mediante el convencimiento ideológico de una parte importante de la población, una vulnerabilidad ideológica que resulta ser -en tiempos de paz – la máspeligrosa y grave de las vulnerabilidades posibles para el poder nacional porque, al condicionar el proceso de la formación de la visión del mundo de una parte importante de la ciudadanía y de la elite dirigente, condiciona, por lo tanto, la orientación estratégica de la política económica, de la política externa y, lo que es más grave aun, corroe la autoestima de la población, debilitando la moral y el carácter nacionales, ingredientes indispensables – como enseñara Morgenthau – del poder nacional necesario para llevar adelante una política tendiente a alcanzar los objetivos del interés nacional.

Sobre la importancia que la subordinación cultural ha tenido y tiene, para el logro de la imposición de la voluntad de las grandes potencias refiere Zbigniew Brzezinski: “El Imperio Británico de ultramar fue adquirido inicialmente mediante una combinación de exploraciones, comercio y conquista. Pero, de una manera más similar a la de sus predecesores romanos o chinos o a la de sus rivales franceses y españoles, su capacidad de permanencia derivó en gran medida de lapercepción de la superioridad cultural británica. Esa superioridad no era sólo una cuestión de arrogancia subjetiva por parte de la clase gobernante imperial sino una perspectiva compartida por muchos de los súbditos no británicos. […] La superioridad cultural, afirmada con éxito y aceptada con calma, tuvo como efecto la disminución de la necesidad de depender de grandes fuerzas militares para mantener el poder del centro imperial. Antes de 1914 sólo unos pocos miles demilitares y funcionarios británicos controlaban alrededor de siete millones de kilómetros cuadrados y a casi cuatrocientos millones de personas no británicas”.

La subordinación ideológico-cultural produce, en los Estados subordinados una “superestructura cultural” que forma un verdadero “techo de cristal” que impide la creación y la expresión del pensamiento antihegemónico y el desarrollo profesional de los intelectuales que expresan ese pensamiento. El uso que aquí damos a la expresión “techo de cristal” apunta a graficar la limitación invisiblepara el progreso de los intelectuales antihegemónicos, tanto en las instituciones culturales como en los medios masivos de comunicación.