Opinión

YPF y lo lejos que nos queda Mosconi

YPF cumple 100 años. 51% de capital estatal es lo que se pudo conquistar tras la entrega menemista. Pionera en el desarrollo del país en tiempos de Mosconi, pionera en aumentar los precios por reclamo de los privados, en nuestra actualidad. YPF, sinónimo de soberanía, a la que le sigue faltando el mejor homenaje.

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Promediando su primer gobierno, Hipólito Yrigoyen envío al Congreso de la Nación el proyecto de fundación de la empresa estatal Yacimiento Petrolíferos Fiscales (YPF), decisión que quedó atrapada en los cajones de los despachos que ocupaban conservadores y reaccionarios en el parlamento.

Por decreto nomás, un 3 de Junio, pero de 1922, Yrigoyen firmaba el decreto de creación de los YPF, su primer presidente sería designado por Marcelo Torcuato de Alvear y recaería el cargo en la persona del Ingeniero Enrique Mosconi.

“Resulta inexplicable la existencia de ciudadanos que quieren enajenar nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer a éste con las crecidas ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y material del pueblo argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera” decía Mosconi, que tenía absolutamente en claro la profundidad que adquirían los debates de soberanía en nuestro país.

En la Argentina de hace un siglo, los debates que ocupaban la coyuntura política, no eran muy distantes de las urgencias y necesidades actuales.

En los principios del siglo pasado, la multinacional petrolera estadounidense Standard Oil creado en 1870 por John D. Rockefeller, se apoderó o destruyó a la mayoría de su competencia en cada territorio que ocupaba. En nuestra Patria, para 1917, una de sus filiales, la West India Oil Company (WICO) vendía el 95% del querosén y el 80% de la nafta de la Argentina y tenía el monopolio del abastecimiento de los surtidores de la Capital Federal, el mayor mercado del país.

Mosconi había aprendido desde bien temprano el poder de las multinacionales. En 1920 intentó comprar a WICO combustible para un raid de entrenamiento de aviones de nuestra fuerza aérea, pero la multinacional se lo negó. “¿Y si en lugar de tratarse de un simple raid de entrenamiento se debiera cumplir la orden de atacar una escuadra enemiga…?” se preguntaba el por entonces Teniente Coronel.

YPF nació en nuestra Patria como un desafío a los intereses extranjeros que ambicionaban el saqueo de nuestros bienes comunes. Desde hace 100 años, la disputa por el control económico y la dirección de la política empresaria, estuvo siempre en disputa.

La creación de YPF permitió el asentamiento en las zonas de producción de hidrocarburos que importaron la fundación de ciudades enteras. Construir comunidad, infraestructura y desarrollo económico, era la estela que dejaba a su paso la conquista de soberanía política e independencia económica.

Tras el retroceso durante la década infame, el peronismo volvió a poner a YPF en el centro de las preocupaciones nacionales, consolidando en el art. 40 de la Constitución Nacional de 1949 el estándar fijado sobre la nacionalización de nuestros recursos petroleros, revitaliza el sentido de aquello que Mosconi no había podido alcanzar, la nacionalización de los yacimientos.

Mosconi sostenía por aquél entonces, con elocuente vigencia que “La lucha por el acaparamiento de las fuentes de combustible líquido es tanto más violenta cuanto mayor riqueza evidencian. Los grandes trusts, particularmente la Standard Oil, de reputación funesta en su mismo país, ponen en práctica en todas partes los mismos procedimientos para el acaparamiento y dominio de los yacimientos de petróleo.”

Hace cien años, también, Mosconi entendía que los combustibles caros son una consecuencia de la falta de soberanía y la construcción de una economía al servicio de la rentabilidad empresarial y no del desarrollo nacional.

Sostenía que  “Las organizaciones acaparadoras del combustible líquido regulan y fijan los precios sin considerar los factores económicos locales. América del Sur pagará así las pérdidas sufridas en Oriente o viceversa. Si se incendian instalaciones o evaporan productos que importan millones de dólares, se elevará el precio de venta en la cantidad y tiempo necesarios en el mercado que pueda soportarlo. Los precios se fijan para llegar al máximum de ganancia que puedan proporcionar los plazos de consumo y no para alcanzar beneficios equitativos y proporcionales al capital invertido.”

Por eso se permitía concluir que “No queda otro camino que el monopolio del Estado pero en forma integral, es decir en todas las actividades de esta industria: la producción, la elaboración, el transporte y el comercio». Y subrayaba: «Sin monopolio del petróleo es difícil, y diré más, es imposible para un organismo del Estado vencer en la lucha comercial a las organizaciones del capital privado”.

Tras aquellos tiempos de gloria en el peronismo, YPF sufrió el golpe del 55, los aviones descargando bombas y extranjerizando todo a su paso. La dictadura siguió el mismo camino y la locura de la traición menemista, importó la extranjerización total a manos de la empresa española Repsol.

Lo demás, es historia reciente. Lo resume Mempo Giardinelli de manera simple y gráfica “En 2012 el gobierno kirchnerista expropió el 51% de las acciones en poder de Repsol y creó una nueva Sociedad Anónima mixta. Pero en 2015 Macri y su ministro Aranguren, hombre de Shell, empezaron el achique y se lanzaron sobre Vaca Muerta. Y ahora YPF cumplirá 100 años con el 49% de su paquete accionario en manos privadas. Y encima soportando el falso federalismo de la Constitución del ’94, que provincializó los subsuelos de la Argentina y así hoy varias provincias petroleras son cogobernadas por grandes petroleras foráneas.”

En la coyuntura actual, YPF cumple 100 años inyectando gasoil ante el retraimiento de los privados en el abasto del mercado interno; avanzando en aumentos de combustible por exigencia de las empresas privadas y cediendo iniciativa a petroleros privados que buscan atender las prioridades del extranjero y proteger la rentabilidad por sobre cualquier intento de soberanía.

La actualidad de YPF dista enormemente de ser un homenaje a las motivaciones de su nacimiento. Claro que no está sumida en la entrega absoluta de la segunda década infame menemista. Bueno sería.

Pero no hay indicios de salir de una lógica de mercado que atrapa los destinos de YPF bien lejos de las necesidades de nuestro Pueblo, y mas lejos aún, de una estrategia destinada a la liberación de nuestra Patria.