Por Aram Aharonian*
Hace dos décadas convergían algunos acontecimientos que marcaban el signo progresista latinoamericano en el comienzo del nuevo milenio. En la última semana de enero de 2001, más de doce mil personas se daban cita en la sureña ciudad brasileña de Porto Alegre, en el primer Foro Social Mundial, como contraparte del Foro Económico Mundial (FEM), también llamado Foro de Davos, donde se reúnen los principales líderes empresariales, políticos conservadores, así como periodistas e intelectuales obsecuentes, con el fin de marcar el ritmo de la economía mundial.
Eran momentos de agitación, de banderas rojas, del renacimiento de la lucha, de asumir la necesidad de rejuvenecer el pensamiento crítico, tener objetivos concretos, comunes y compartidos.
Con el nuevo siglo, comenzamos a reverdecer los viejos sueños (la lucha siempre fue la misma), con la apuesta del Foro Social Mundial, en la sureña Porto Alegre, donde convergieron pensadores, trabajadores, movimientos sociales, organizaciones civiles, sindicatos, estudiantes, campesinos, académicos… y hasta políticos, pese a la oposición de algunos de los organizadores.
Ya en el primer FSM, en esos cinco escasos días (entre el 25 y el 30 de enero de 2001) que despertaron a nuestras izquierdas (o al progresismo antineoliberal, si prefiere) se fue discutiendo, debatiendo, consensuando, la nueva agenda soberana de los pueblos, los diversos caminos que nos dejaron entrever, aunque fuera por unos años, que ese otro mundo necesario, también era posible.
El mismo día de la inauguración del primer Foro Social Mundial, el 25 de enero de 2001, comenzaba su vida el portal Carta Maior en su lucha por la democracia en la información, por los valores democráticos y por una sociedad más igualitaria y justa.
En Venezuela ya gobernaba (desde 1999, tras imponerse en las elecciones con el 56% de los sufragios) Hugo Chávez, imponiendo reformas estructurales en camino a la democracia participativa bolivariana, con una nueva Constitución, con la nacionalización real del petróleo y la distribución de su renta a través de programas (misiones) públicos y de bienestar social.
Mientras, en Brasil asomaba la candidatura de Lula, un dirigente metalúrgico al frente del Partido de los Trabajadores, para ser el próximo presidente. Lo importante es que desde el primer FSM fueron recurrentes los debates en torno al poder, las formas o vías para hacerse de él y el cómo ejercerlo.
Al segundo FSM, también en Porto Alegre, del 22 de enero al 5 de febrero de 2002: acudieron más de 12.000 delegados, representando a gente de 123 países y 60.000 asistentes. Se llevaron a cabo 652 talleres y 27 conferencias.
En poco más de un año se modificó la escena política mundial con su abierta oposición a las políticas y a las consecuencias sociales negativas de la globalización económica neoliberal como al rol decisivo que en ella desempeñan las principales instituciones y agencias internacionales.
Formado por viejos y nuevos movimientos sociales, ONGs, redes de acción cívica y colectivos políticos y sociales con las más diversas concepciones, intereses, señales de identidad y recursos, el activismo trasnacional emergente logró rediseñar la cartografía de la política y conquistó el reconocimiento político del propio establishment económico y político. Ello, gracias a la legitimidad que fueron adquiriendo las manifestaciones de masa, los foros alternativos y las campañas que se organizaron, como la anulación de la deuda externa de los países en desarrollo.
Uno no puede dejar de recordar las manifestaciones contra la cumbre de la Organización Mundial de Comercio en Seattle, en el corazón del imperio (29 de noviembre al 3 de diciembre de 1999), donde más de 40 mil personas convocadas principalmente por sindicatos, ecologistas, profesionales, campesinos y ciudadanos comunes, lograron hacer fracasar la llamada Ronda del Milenio, en ,lo que dio por calificar como el inicio de la nueva etapa del movimiento antiglobalización.
Seattle fue el momento culminante de un arduo proceso de convergencias progresivas y también precarias entre numerosas redes, organizaciones, movimientos y movilizaciones, alimentadas por las manifestaciones europeas contra el desempleo y del primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad contra el Neoliberalismo convocado por el zapatismo.
La amplia capacidad de movilización social alcanzada en Seattle se repitió en Québec y Génova y mostró un movimiento heterogéneo, global, no doctrinario, que lograba establecer lazos con la opinión pública a través de la incorporación de temas y preocupaciones diversas en torno de dos ejes básicos: el rechazo a la transformación de todas las actividades humanas en mercadería, y la exigencia de democracia frente al poder fortalecido de los mercados .
Volviendo al FSM
Entre el segundo y tercer foro, se produjo el golpe de Estado del 2 de abril de 2002, en Venezuela, que fue detenido por el pueblo que repuso a Chávez en el palacio presidencial. En el golpe, que intentaba cortar de cuajo la experiencia democratizadora y socializante, participó toda la derecha, la policía y mandos castrenses, y contó con el apoyo expreso de los gobiernos de Estados Unidos y España.
El tercer FSM fue celebrado nuevamente en Porto Alegre, en enero de 2003, cuando Lula ya era presidente y Néstor Kichner se presentaba como candidato del peronismo renovador en Argentina. Hubo muchos talleres en paralelo, incluyendo, por ejemplo, el taller «La vida tras el capitalismo», que proponía una discusión enfocada a las posibilidades participativas de diferentes aspectos de las estructuras sociales, políticas, económicas y de comunicación. Allí se presentaron varios panales sobre Comunicación y democracia y comunicación popular (incluso se cubrió el evento con un pool de diferentes colectivos).
No obstante que en el Comité Internacional del FSM se manifestaron algunas reticencias, el presidente venezolano concurrió invitado por la Central Unica dos Trabalhadores (CUT) y el Movimiento dos Sem-Terra (MST), así como por el Partido Socialismo e Liberdade (PSOL) para participar de actividades paralelas al FSM.
Chávez aseguró entonces que en el FSM se está construyendo una alternativa al modelo neoliberal y salvaje que amenaza con acabar nuestro planeta. “Si nosotros no acabamos con el neoliberalismo, el neoliberalismo acabará con nosotros”, sentenció en el anfiteatro de la Asamblea Legislativa de Porto Alegre, rodeado de dirigentes de la izquierda brasileña y regional.
Y así, el Foro, pese a que algunos de sus “dirigentes” no lo deseaban, fue sumando flautistas de Hamelín, más allá de intelectuales convocantes de multitudes como José Samanago y Eduardo Galeano, o la figura del octogenario excura belga Francois Houtart, fundador del Centro Tricontinental, caminando apurado, de foro en asamblea, lleno de libros en sus manos.
Allí, recuerda Flavio Aguiar, como vimos acontecer décadas después, fueron pactados muchos de los caminos que nos permitieron vislumbrar aquel “otro mundo posible”. Chávez, Lula, Evo, Correa, Fernando Lugo, Pepe Mujica, entre otros pasaron por las ediciones del FSM, construyendo los pasos de una agenda soberana en el continente
Y queda en nuestra retinas el acto en el Gigantinho, donde todos ellos, micrófono en mano desde la tarima central, se sumaron a los artistas y al público, cantando juntos las canciones populares de nuestra América Lapobre.
Media Watch Global y Telesur
Como resultado de algunas de las conclusiones del 2002, en el Foro del 2003 fue presentado en sociedad el Observatorio Mundial de Medios (Media Watch Global), que se proponía, sin censurar, lograr el predominio de la ética en el periodismo y evitar la manipulación informativa o política de los grandes medios.
“No crean que la manipulación política es un problema solamente del Tercer Mundo”, señaló entonces el fundador de Inter Press Service, Roberto Savio -uno de los propulsores, junto al director de Le Monde diplomatique Ignacio Ramonet y el director de Carta Maior, Joaquim Palhares-, de la flamante organización. Se anunció que tendrá su sede central en París, y al menos representaciones en Venezuela y Brasil.
Una veintena de periodistas y militantes altermundistas viajaron de inmediato a Caracas, donde se estableció el capítulo venezolano (liderados por la revista Question), que tuvo su desarrollo, coordinando observatorios de medios durante elecciones presidenciales en Bolivia, Chile, Nicaragua, El Salvador, Venezuela, entre otros países.
Una de las preocupaciones mayores que teníamos aquellos comunicadores que participábamos en el FSM era la poco difusión que se lograba no solo sobre los foros, los participantes, la agenda que se trataba y sus conclusiones.
En los foros de comunicación comenzamos a hablar de la necesidad de tener una televisora latinoamericano-caribeña, para poder ver el mundo desde el sur, a socializar el proyecto que traíamos tras la Asamblea de la Federación Latinoamericana de Periodista en La Habana, lo que finalmente, pocos años después, se llamaría Telesur.
Socialismo, el ALCA, no confundir al enemigo
EL FSM volvió a Porto Alegre en enero de 2005 (tras un paseo por Bombay en 2004), y Chávez fue la gran atracción de los miles de participantes, que colmaron el estadio Gigantinho (dentro y sus alrededores). Quizá fue el foro que quedó más marcado en nuestras retinas, donde Chávez dio un giro a la revolución bolivariana, cuando se manifestó abiertamente por el socialismo, sorprendiendo a muchos.
En su segunda visita a una reunión del FSM en Porto Alegre, Chávez hizo hincapié en que había una nueva correlación de fuerzas en América Latina y en el mundo, y que Estados Unidos ya no puede imponer su voluntad.
Asimismo, en el Foro, Chávez paró de lleno el malestar de muchos militantes contra Lula, por un proyecto de reforma sindical de su gobierno y a su decisión de asistir también al Foro de Davos. “No confundir al enemigo: Lula es un socio, un compañero en esta lucha”.
Unos días después, en el Teatro Ateneo (hoy ND) de Buenos Aires (a donde viajó desde Porto Alegre), Chávez también defendió a Néstor Kichner, abucheado por algunos de los presentes, apelando al Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera”. Remarcó la necesidad de tener en claro quién es el enemigo y de trabajar por la unidad para la integración.
ALCArajo
En Porto Alegre se consolidó el No al ALCA, un amplio movimiento político-social llevado adelante por gobiernos, partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales de todo el continente americano, con el fin de oponerse al proyecto estadounidense del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA),
El movimiento se opuso a la regla del libre comercio (free trade) como reguladora de las relaciones internacionales, sosteniendo que promovía la desigualdad y la pobreza, y propuso en cambio un orden internacional basado en criterios que permitieran achicar las asimetrías, como el comercio justo (fair trade), la integración económica regional y subregional y la complementación productiva.
El 5 de noviembre de 2005, cuando se reunió la IV Cumbre de las Américas en la balnearia ciudad argentina de Mar del Plata, para poner en marcha el ALCA, se produjo un histórico enfrentamiento entre los gobiernos que defendían el acuerdo ,con el presidente de EEUU George Bush a la cabeza, y aquellos que se oponían, liderados por los presidentes Lula da Silva, Néstor Kirchner y Hugo Chávez, que tuvo como resultado la paralización definitiva del ALCA..
Ya Telesur estaba en el aire e impidió que se invisibilizara tanto la reunión de la OEA (¡cómo olvidar las caras de Gorge Bush y su socio mexicano Vicente Fox!), como las multitudinarias movilizaciones populares bajo la consigna de “ALCA-rajo”, con Evo, con Maradona, con el pueblo en las calles marplatenses.
En 2006, el FSM se mudó a Caracas. Allí en la inauguración, Chávez señaló: «Solo apuntando al poder pudiéramos comenzar a transformar el mundo. No lo podemos hacer con este foro ni con cien más. Sirven de ayuda, son imprescindibles, pero a eso hay que acompañarlo con una estrategia hacia el poder, si no, no tendría sentido». Bien claro: en enemigo no está derrotado, la lucha continúa hasta la toma del poder (y no solo del gobierno).
En enero de 2007 el FSM se mudó a Nairobi, en plena África, y ahí estuvimos con Telesur, comprendiendo in situ que los problemas de africanos, asiáticos, latinoamericanos y caribeños era básicamente los mismos: la explotación capitalista y sus consecuencias. Este foro nos mostró los problemas de los pueblos africanos y enfatizó la necesidad de dar voz a sus 850 millones de personas.
En 2009, el FSM volvió a Brasil, a la nordesteña Belem do Pará, en plena Amazonia, impulsado por Carta Maior, abordando el tema principal de la preservación de todo el patrimonio natural aún existente en el planeta. En enero de 2010 volvió a Porto Alegre, Brasil, y se abrió con el lema “Diez años después: desafíos y propuestas para otro mundo posible”, peor el impulso ya había decaído.
Aquí estamos y a eso vamos
Veinte años después, el FSM, en formato virtual, vuelve a trabajar por otro mundo cada vez más necesario, cuando se habla del eventual fin de la humanidad.
Y quienes seguimos en la lucha por otro mundo imprescindible, la necesidad de aunar agendas, criterios, luchas; de intercambiar estudios, investigaciones; de renovar el pensamiento crítico, muchas veces estancado en viejos dogmas y en perspectivas de mundos que ya no son, continuamos peleando para que el mensaje se imponga en el imaginario colectivo mundial.
Somos conscientes de que esta guerra cultural, ideológica, la vamos perdiendo por goleada y hoy por hoy la idea de otro mundo posible y para todos no logra imponerse en el imaginario colectivo. El mundo pospandémico, para el que debemos prepararnos, será muy diferente al que hasta ahora conocimos.
Hoy la continuidad de FSM depende de la elaboración de una agenda anticapitalista, anticolonial y antipatriarcal, partiendo de una relación del pensamiento crítico y estratégico; una forma de deliberación que supere el actual déficit democrático de su Comité Internacional y, sobre todo, de enamorar a las nuevas generaciones para luchar por un mundo mejor, ya que ellos serán quienes puedan disfrutar…o padecer. Ellos serán lo que podrán reverdecer el Foro.
Perdón, ¿20 años no es nada?
Aram Aharonian es periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)