Entrevistas

“Para solucionar la crisis migratoria hay que parar las guerras”

El vicepresidente de la Organización sin fines de lucro “Médicos sin Fronteras” relata el accionar sanitario en lugares de conflicto. Además cuenta cómo la situación bélica organiza su tarea y cuenta cómo no se puede separar de la "culpa".

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Carlos Trotta es un marplatense de 72 años, cirujano cardiovascular con una trayectoria importante en el ámbito de la salud pública y desde 2007 se desempeña como vicepresidente de la Organización sin fines de lucro “Médicos sin Fronteras”, que atiende a poblaciones civiles de todo el mundo víctimas de catástrofes naturales o conflictos bélicos y que recibió el Premio Nobel por su labor humanitario en 1999. Desde su incorporación ha tenido misiones en Sri Lanka, Kenia, Somalia, Haití, Filipinas, Franja de Gaza, Siria y Yemen, con la certeza de poner en riesgo su vida a disposición de muchos que la pasan mal. En este mano a mano el médico, recién llegado de Yemen, habló de “intervencionismo”, reconoció sentir indignación por las injusticias de las que se debe ser  testigo y aseguró que para frenar las olas migratorias a Europa la única solución es “frenar las guerras”.

 Estás recién llegado de Yemen donde hay una situación interna de mucha violencia. ¿Es la primera vez en ese país? ¿Cuáles son las sensaciones que te quedan de lo que está pasando?

No, es la tercera vez que me toca ir. Ya estuve en 2010 y 2011, en esos años ya había conflictos pero no con la intensidad, la ferocidad y salvajismo que vemos ahora.  La sensación que tengo es de una enorme responsabilidad, siento la obligación de dar testimonio y las palabras no alcanzan a percibir lo que he vivido. No tiene parangón con lo que he visto antes.

La población sufre las consecuencias de los conflictos armados. A MSF, como organización que intenta ser parcial, neutral e independiente, le interesa cubrir las consecuencias médicas y sanitarias de los conflictos armados. Esto no quita que cada uno de nosotros no pueda dar testimonio de lo vivido, sin entrar en el terreno de las especulaciones  respecto a las causas profundas, es decir, en el momento que uno de nosotros tiene que atender a una persona enferma no repara en el sexo, la religión o  la ideología. Intentamos ser imparciales en el acto médico lo que no significa que cada uno de nosotros tenga su propia visión en relación a las causas profundas de todos estos conflictos.

¿Cómo se hace para volver de una misión en un territorio con esta conflictividad y continuar un ritmo de vida habitual?

No es fácil la readaptación porque se te vienen las imágenes y te queda una sensación de culpa, ya que estás dos meses en misión asistiendo y acmpañando poblaciones a personas concretas que están atravesando una situación difícil. Sentimientos… son muchos: insomnio, depresión,  diarrea, etc. Pero el sentimiento con el que me vuelvo siempre es de profunda indignación, conmovido por lo que veo. Las imágenes me siguen. Pero lo que más duele es ver que los platos de estas aventuras bélicas los paga la población civil.

¿Por qué “culpa”?

Sensación de culpa porque uno acompaña durante un determinado tiempo pero después volvés a tu casa con todas las comodidades. Lo que ayuda a equilibrar esa sensación es que por más que la persona se vaya del territorio, la organización queda, el trabajo no se interrumpe.  No es fácil pero se sobrevive (risas).

¿Hace cuánto tiempo que sos parte de Médicos Sin Fronteras?

Hace 8 años. Tuve mi primera misión en 2007 en Sri Lanka, después fui a la Franja de Gaza, Haití después del terremoto, Kenia, Sudán del sur, tres veces a Yemen, a Filipinas luego de un tifón y a Siria.

¿Cuáles son los puntos en común de todos estos lugares?

En el caso de Medio Oriente y África, el intervencionismo  externo que busca desmembrar a las regiones. Esto es una opinión personal, pareciera que el objetivo final es convertir toda esa zona en un archipiélago de países. En todos encuentro un grado de salvajismo que se acentúa permanentemente. Ya no se respetan las convenciones internacionales en cuanto  a no atacar a los hospitales, ambulancias, al personal médico, todo eso se está  olvidando. En esta última semana, dos integrantes de la Cruz Roja Internacional murieron en Yemen. En Gaza se vio claro cómo no se respeta a los civiles, a las viviendas, los hospitales, las escuelas, a Naciones Unidas, a la Cruz Roja. Lo que se vive es un nivel de salvajismo intolerable e inadmisible y que evidentemente, cuando se habla de la crisis migratoria y las potencias se reparten cupos para recibir a los refugiados, puede ser lógico como política de emergencia, pero la solución no pasa por ahí. Para que todo termine tiene que terminar la guerra. ¿Cuántos inmigrantes pueden admitir? ¿40.000? ¿50.000? ¿200.000? Con esto no se termina el problema.  El presidente de Francia, Francois Hollande, dijo que para frenar esta ola migratoria hay que atacar al Estado Islámico, sobrevolar Siria y continuar la guerra. Esto traerá un conflicto diplomático importante. Pareciera que las potencias no entienden o no quieren entender. Yo creo que sí lo entienden. La respuesta que se debe dar no es de cuotas o tasas, sino terminar con la guerra, esa es la etiología. Dándole un enfoque médico, cuando tenés un cuadro infeccioso que provoca fiebre, está bien intentar bajarla, pero lo que más interesa es tratar la causa.

¿Puede un médico desentenderse del contexto para asistir a un paciente?

Médicos sin Fronteras no te obliga ir a ningún lado, te propone y uno decide ir o no ir.  Cuando la situación es muy compleja, se les da la opción de volverse. Yo no me he encontrado con casos de compañeros que tomen la decisión de volver. La adrenalina que se vive en ese momento y sobre todo el hecho de estar asistiendo a heridos de estas características hace que no antepongas tu yo por sobre el contexto. A mí no me ha pasado.

Si bien ustedes son imparciales y neutrales, ¿Les ha pasado de tener conflictos con los gobiernos de los lugares en que trabajan?

Médicos sin Fronteras denuncia cuando los gobiernos no permiten el ingreso para que se produzca la asistencia médica y sanitaria. Lo ha hecho con Yemen, pero tratamos de no entrar en análisis geopolíticos de ningún tipo por más interesantes que resulten.

Teniendo en cuenta las características de los lugares donde intervienen, ¿Alcanza la red de asistencia o es deficitaria?

En el caso de Yemen, a raíz de los ataques de Arabia Saudita con apoyo de Estados Unidos, sumado el ataque por tierra de tropas que vienen de Qatar y la invasión que se está organizando hacia la capital, se complicará la situación mucho más.  Todas las organizaciones médicas y humanitarias se han retirado de Yemen, excepto la nuestra, lo cual facilita el reconocimiento y el apoyo de la población. Las organizaciones tiene el deber de cuidar a su personal y retirarse cuando consideran que están en riesgo.

¿Qué testimonios recordás de la gente?

Hay un testimonio de un chico sirio que dice que ellos no quieren dejar su tierra para irse a vivir a Europa, y por eso lo único que piden que terminen  con la guerra para poder volver. Este testimonio sintetiza todo lo que te puedo contar yo. Es el enfoque más lúcido que he escuchado. Nadie quiere irse de su cultura, de sus sabores, de su gente. El pedido es claro: “paren la guerra”. Médicos sin fronteras tiene tres barcos en el mediterráneo y el único objetivo en la emergencia es rescatar a la gente, entiendo que la política de cupos va en ese sentido pero no puede ser el objetivo final.

¿Te ha tocado estar en territorios afectados por  ataques del Estado Islámico?

Cuando estaba en Siria pasaban muchas cosas raras que uno trataba de no ver. Gente tremendamente humana y amigable, el árabe emociona porque siempre se mueve colectivamente, por lo menos es la experiencia que yo tengo. En ese contexto, por ahí, aparecían camionetas con las banderas negras del Estado Islámico, pero nosotros no preguntamos nada, si viene un herido lo atendemos.

 

¿Creés que hay un recrudecimiento de los conflictos en este último tiempo?

Yo creo que sí, se han acelerado, cada vez son más frecuentes, intensos y salvajes.

Has estado en  la Franja de Gaza, ¿Cómo es la situación de los niños palestinos?

Palestina es una cárcel a cielo abierto, es decir, hay un muro de 8 metros de alto con toda la tecnología y la vigilancia que se puede imaginar, está el mar ocupado por las Fuerzas Armadas del Estado de Israel, el gobierno de Egipto cierra el paso e impide que la gente salga, es una franja de 40 kilómetros de largo y 10 o 20 de ancho, que da al mediterráneo, con todas las posibilidades de intercambio que esto podría generar. Pero no pueden ir a ningún lado, es un pueblo olvidado, hasta por los mismos árabes.

Lo que llama la atención es que entre el 40 y el 60 por ciento de población tiene menos de 18 años. Son chicos, no hay adultos mayores. De pronto, alguien puede aparentar “viejo” pero no tiene más de 40 años. Esto se produce por la situación extrema de estrés que se vive diariamente. Son todos muy chicos y se ve que una proporción muy grande de ellos tiene mutilaciones muy severas o tienen secuelas muy graves de quemaduras. Es muy crítico, Gaza, Siria, Somalia, Sudán del sur y Yemen, pasan por situaciones muy críticas. Son crisis humanitarias reconocidas a nivel mundial. Pero solo son reconocidas porque el intervencionismo continúa.

Dadas las pocas garantías de seguridad que hay para trabajar y el hecho de que cada vez más, las poblaciones civiles son atacadas sin reparos en hospitales o ambulancias, ¿Corre riesgo que Médicos sin Fronteras u otras organizaciones se retiren de los diferentes lugares?

MSF se vio obligado a retirarse de Somalia porque la situación era imposible de sostener. Se retiró con mucho dolor y con la esperanza de volver. También de Sudan del Sur, donde los cirujanos se encontraron con una situación grave de mujeres violadas. Se realizó una denuncia a nivel internacional y por eso fue expulsado del país. Por eso, es importante el equilibrio, porque si hablás de más corrés el riesgo de que te expulsen y si eso pasa, dejás a una población sin atención. Es un equilibrio muy difícil, pero de ninguna manera Médicos sin Fronteras tiene la intención de retirarse de ningún lado. En Yemen la situación está muy difícil pero no hay ningún planteo para retirarse.

¿Cuáles son las diferencias operativas  entre las crisis humanitarias por desastres naturales y los conflictos bélicos?

A mí me han tocado la mayoría de las misiones en países con conflictos armados, pero también estuve en Haití luego del terremoto del 2010 y hace poco en Filipinas, después de un tifón. La situación cambia en el tiempo de trabajo, las misiones son más cortas que durante conflictos bélicos. Son dos, tres o seis meses como máximo. El recibimiento de la población es siempre extraordinario, amigable, abierto. Hay que destacar que nuestra organización no tiene ningún tipo de financiamiento ni respaldo armado. Vamos con nuestra carpa, una bandera y trabajamos.

Fuente: Resumen del Sur