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Latinoamérica

¿Adiós a la integración latinoamericana? (Necesidad y urgencia ante la crisis mundial)

El economista Venezolano analiza los necesarios desafíos de la unidad latinoamericana en tiempos de ésta crisis mundial.

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La crisis mundial y su impacto sobre Nuestra América, vuelve a colocar en primer lugar la necesidad de la integración regional. A pesar de ello, de acuerdo a algunos análisis, pareciera que la integración regional es asunto de un breve (y glorioso) pasado, y no tiene cabida en un presente estancado y en un futuro incierto.  Contrario a estas posiciones nostálgicas y escépticas, la búsqueda de salidas progresistas a la crisis, nos lleva directo a proponer una agenda desde la integración regional.

Desesperanza como trampa

Ciertamente, luego de imponerse la reacción conservadora, acompañada de las remozadas (y fracasadas) propuestas de libre comercio, con la desarticulación de la UNASUR y del Mercosur y el debilitamiento de la CELAC, se constata un escepticismo con respecto a las posibilidades de la integración regional.Los argumentos principales de esta desesperanza son:

1) La desfavorable correlación de fuerzas políticas que inclinó la balanza hacia una integración subordinada a EEUU y a la Unión Europea;

2)La experiencia delos “gobiernos progresistas” incluyó su incapacidad por concretar acciones viables y contundentes de integración;

3) la crisis económica, agudizada por la pandemia del Covid-19, le da un principio de realidad al discurso de la integración: la integración avanzó por el boom exportador y ahora, con la despensa vacía, ya no nos podemos permitir soñar y prometer. Se trata del “sálvese quien pueda” o una agenda mínima de sobrevivencia.

Se ha impuesto un cierto etapismo en cuanto a la viabilidad política de la integración. De acuerdo a esto,los esfuerzos deben concentrarse en recuperar la región de la reacción conservadora que pugna por hacerla retroceder al siglo XIX: condiciones coloniales o de Estados asociados a los Estados Unidos y ala Unión Europea; reprimarización incrementada por tratados comerciales favorables a los centros capitalistas.

Se cree que, sólo después que se recuperen los gobiernos, de la desastrosa gestión de la derecha, y se consoliden las recientes experiencias de Argentina y México, se podrá avanzar en la integración.

Pensar, ahora, el desarrollo y la integración

No hay que esperar a que cambie la correlación de fuerzas para construir una agenda que retome, contextualice y redimensione, las grandes discusiones sobre el modelo de desarrollo y la integración. Una revisión crítica de la integración que permita identificar en qué se avanzó y cuáles fueron sus falencias, puede dar pistas útiles en la construcción de propuestas. No se puede regresar al pasado, pero tampoco se debe empezar de cero, porque ese pasado está lleno de lecciones.

Una agenda progresista o alternativa a la corriente política predominante y al desaliento y dispersión de las fuerzas autonomistas, no puede eludir una crítica-propositiva sobre el “modelo de desarrollo”.

Explorar opciones alternativas al paradigma neoliberal dominante, el cual supone una relación automática del crecimiento basado en una orientación subordinada a la  apertura comercial, la liberalización, la inversión extranjera y el financiamiento externo.

De nuevo, la salida exportadora se ofrece como la única vía posible. Pero la economía mundial muestra una realidad donde predominan los nacionalismos y los regionalismos proteccionistas desde los países centrales. Además que el paradigma de especialización en exportaciones primarias, ha demostrado que produce un crecimiento anti-desarrollo, omitiendo las fuertes asimetrías mundiales y regionales, entronizando el deterioro de las condiciones de vida humana mientras avanza aceleradamente la depredación de los recursos naturales.

El énfasis debe estar en el fortalecimiento del mercado interno, en el cambio estructural de una matriz productivaatada a la especialización primaria-exportadora; en el empleo productivo y bien remunerado;en la producción de alimentos; en las posibilidades de industrializar, no sólo sobre la base del mercado interno y regional, sino de industrializar las exportaciones.

La pandemia y la crisis económica mundial, están gestando cambios en la organización productiva, en la división internacional del trabajo, en la organización del trabajo y en el uso del territorio y el espacio urbano. Es un cambio en el modo de vida. Busquemos oportunidades y posibilidades.

Desde esta perspectiva, la integración no sólo es una necesidad sino una urgencia, y en su agenda deben estar presentes algunas acciones inmediatas en cuanto a: la producción agroalimentaria; los sistemas sanitarios y la producción de bienes para la salud;la educación; la coordinación en el combate de las pandemias y en las políticas de recuperación; explorar opciones a las deficiencias en los sistemas de transportes regionales que, requieren la coordinación de inversiones y cooperación sur-sur;la promoción de la investigación científica; un tratamiento armonizado a los movimientos migratorios, respetando los derechos y valorizando la calidad de la fuerza de trabajo, evitando la xenofobia en el subdesarrollo…

Son temas de una agenda donde, superando la diversidad política, puede rescatarse la lógica ganar-ganar practicada en UNASUR y en la CELAC.

Una agenda  conjunta en las negociaciones extra regionales, puede constituirse en un anclaje de esta nueva integración. La negociación en bloque con los diversos polos tradicionales y emergentes en el tablero mundial. Defendiendo los intereses en los espacios multilaterales, del comercio/administración de los recursos naturales y el derecho a un trato preferencial.

Las condiciones económicas mundiales y regionales,  pueden favorecer a la integración. En nuestras economías, se agravaron tendencias preexistentes a la actual crisis, tales como: el deterioro de las balanzas de pago y de las cuentas fiscales. Una crisis de la deuda está en ciernes. La voracidad del capital financiero y la condicionalidad de las Instituciones Financieras Internacionales, aunadas a las  presiones por el reparto de mercados y territorios (resultado de la actual confrontación hegemónica),nos afectarán a todos. La unidad táctica es una necesidad.

Igualmente, evitar los desequilibrios que provocan los procesos de devaluaciones competitivas beneficiaría a muchos. La escasez de divisas y la dependencia con el dólar estadounidense, pueden motivar el uso de monedas locales y sistemas de pagos alternativos.

Hay capacidad para diseñar propuestas desde la academia, los movimientos políticos/ sociales y especialmente, desde los productores. No debemos esperar que intereses ajenos nos traigan formulas fraudulentas. Hay factores objetivos que catalizan la integración, pero también posibilitan el “sálvese quien pueda” generando un suicida juego suma-cero.  Queda de nuestra parte seguir arando el terreno.


José Félix Rivas Alvarado es economista venezolano. Fue representante ante la Aladi y el Mercosur.