Opinión

¿Cuál será la agenda internacional del próximo gobierno?

Análisis sobre las distintas temáticas que deberán definir en el próximo gobierno sobre la política exterior.

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Estoy segura que el próximo gobierno seguirá con la buena relación entre ambos países”, dijo Cristina Fernández de Kirchner en el tramo final de la videoconferencia que mantuvo con su par ruso, Vladmir Putin, en el marco de los 130 años de relaciones entre ambas naciones. Esto fue luego de felicitar a su homólogo por su discurso en la 70° Asamblea de las Naciones Unidas donde habló de “hipocresía occidental”, “doble rasero” y llamó a todas las potencias a conformar una coalición internacional contra el terrorismo global. Esta es una de las relaciones que el próximo gobierno deberá decidir profundizar o no. Las coincidencias geopolíticas del gobierno actual, ¿Serán las mismas que las del próximo gobierno?

En algunos días los argentinos elegiremos nuevas autoridades y por eso nos permitiremos analizar cuáles son los puntos más importantes a tener en cuenta en términos geopolíticos. Los diferentes candidatos han esbozado con más o menos profundidad algunas propuestas vinculadas a la economía, salud, educación o seguridad junto con el nombre de las personas que ocuparían en cada uno de esos ministerios. En ese sentido, las relaciones internacionales han estado ausente como parte de los ejes centrales que se vienen en la próxima Argentina, no hubo una sola mención en el debate televisivo, no aparecieron en los spots de campaña ni en las entrevistas en los medios de comunicación.

Podría pensarse que las cuestiones internacionales a la ciudadanía le resultan ajenas y que los problemas cotidianos tales como la seguridad, el empleo o la educación, son los que merecen las respuestas más inmediatas. Es posible que esto tenga asidero pero también es insoslayable que un proceso local se define por su contexto internacional, esto ha sido de esta manera desde los orígenes de nuestros doscientos años de historia política.

Si nos embarcamos en un rápido revisionismo, para la revolución de mayo de 1810 fue central el avance de Napoleón sobre Europa y la abdicación de Fernando VII, hijo de Carlos IV, en su beneficio. Esto influenció las decisiones del sistema político para crear la Primera Junta de gobierno. A su vez, nuestra organización institucional viene de la mano de la discusión sobre las propuestas constitucionales planteadas en la Asamblea del año 1813 con fuentes surgidas de la constitución de Estados Unidos luego de su independencia y la de Cádiz. La influencia de las ideas revolucionarias de mayo que vinieron de los principios de la revolución francesa, proceso político que también aportó conceptualmente los valores de la república que hoy se defienden. Inclusive, la derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo también generó un impacto en el consenso conservador del Congreso que en 1816 declaró la independencia de las Provincias Unidas del Río de La Plata. (1).

Otros acontecimientos internacionales como las dos guerras mundiales y sus consecuencias económicas y sociales, la crisis del 30, la guerra fría y la discusión de la tercera posición, el avance neoliberal como corriente económica bajo intervención militar primero y por la vía democrática después con gobiernos tutelados por los organismos financieros. Incluso el contexto actual, protagonizado por la multipolaridad y la consolidación de bloques políticos regionales, demuestran que la relación entre la política vernácula y los sucesos mundiales están directamente vinculados. No existe la posibilidad de un análisis, y mucho menos una planificación local, aislada de los sucesos internacionales.

Entonces, ¿Por qué los candidatos no hablan de cómo serán las relaciones internacionales de sus respectivos gobiernos? Más allá de prometer una “inserción en el mundo” o establecer una “relación seria con países serios”, no hay mayores detalles de la importancia que esto requiere.

¿Con qué mundo se va encontrar el próximo presidente?

En la última década se ha pasado de un único centro de poder a un escenario de poder repartido y fuerte disputa por la hegemonía mundial. Esta situación le inyecta otra dinámica a las relaciones internacionales y abre una posibilidad de crecimiento para regiones como la nuestra. Este nuevo escenario de multipolaridad tiene como protagonistas al bloque anglo-estadounidense y la Unión Europea, bajo la conducción férrea de Alemania. Por otro lado Rusia y, especialmente, China quien disputa cabeza a cabeza el liderazgo económico mundial con Estados Unidos e impulsa bloques de países emergentes como el “Brics” y estructuras financieras regionales como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura que pretenden desplazar a las organismos financieros vigente desde el pacto de Bretton Woods (FMI y Banco Mundial). Esta fisura en el bloque de poder dominante separa las aguas entre quienes buscan continuar con la reproducción del capital por la vía de la especulación financiera, el ajuste y endeudamiento externo; y los que proponen un desarrollo con crecimiento, con inclusión y con generación de empleo como método para aumentar la producción.

Por otro lado, la presencia del gigante asiático en América Latina y África es notoriay creciente. A través de la inyección económica de yuanes en el sistema financiero, más conocido como swaps, se generó una relación económica con estas regiones que ven en China un socio que no pone condiciones en la política doméstica, a diferencia del Fondo Monetario Internacional.

A nivel regional, luego de más de una década de políticas de integración que permitió darle forma a estructuras como Unasur y Celac y la ampliación del Mercosur con los ingresos de Venezuela y Bolivia como miembros plenos, la discusión que se viene gira en torno a cómo se complementan las miradas integracionistas con cierto aperturismo propuesto desde el TTP, la Alianza del Pacífico y algunos miembros del Mercosur que buscar acuerdos de libre comercio con la Unión Europea sin que el bloque se parta.

Dentro de las pocas definiciones que pudieron escucharse durante la campaña electoral, el candidato oficialista dijo que hay que cuidar al Mercosur porque es “un mercado de 300 millones de dólares” y que el período que se viene tiene que estar caracterizado por acuerdos de infraestructura e incentivo de proyectos productivos comunes en la región. Para esto se propone la creación de un Banco de Desarrollo que financie proyectos de desarrollo productivo a tasa más baja que la que fija el mercado, que articule con el Banco de Desarrollo de Brasil y con el incipiente Banco de Desarrollo de los Brics.

Estas propuestas no dejan de lado los interrogantes que deberán abordar quienes asuman el 10 de diciembre. ¿Son totalmente antagónicos los principios de Mercosur con los de la Alianza del Pacífico? ¿Es posible firmar acuerdos de libre comercio sin perder soberanía ni perjudicar los procesos de desarrollo productivo y generación de empleo? ¿Cómo se abordan las asimetrías de los países de la región sin que generen fisuras en el proceso de integración?, Estos acuerdos ¿Se dan en bloque o por las partes?.

Estas son algunas preguntas que todavía no tienen respuestas y que los candidatos no le han dedicado demasiada atención, salvo algunas reuniones que el candidato oficialista, Daniel Scioli, tuvo con los presidentes Dilma Rousseff, de Brasil y Tabaré Vazquez, de Uruguay, que son entendidas como una continuidad de la buena sintonía con la actual gestión de Cristina Fernández de Kirchner.

Fondos Buitres y Malvinas

El conflicto con los “Fondos Buitres” ha marcado la política exterior del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner durante los últimos dos años. La inflexible postura nacional de someterse a los mandatos del juez neoyorquino Tomas Griesa y negarse a pagar fue una política de estado de la presidente y su ministro de economía, Axel Kicilloff.

El tema, lejos de acabarse, deberá ser parte de la agenda del próximo gobierno. Mauricio Macri comenzó diciendo que hay que pagar lo que piden para luego desdecirse y proponer una “negociación dura”. Massa no ha opinado del tema y Scioli oscila entre justificar el ¿exabrupto? de Juan Manuel Urtubey en Nueva York cuando planteó que terminó siendo más costoso “no acordar” con los holdouts y no despegarse de la línea oficial de quienes encabezaron las negociaciones, y fiel a su estilo, defendió a su colega pero aclaró que “los fondos buitres no son su prioridad”. En definitiva, la disyuntiva no está saldada.

¿Cómo afrontará la discusión sobre la soberanía de Malvinas el próximo gobierno?

A diferencia de sus antecesores, Néstor y Cristina Kirchner plantearon una defensa amparada en todas las disposiciones del Derecho internacional en todos los ámbitos diplomáticos respecto a la soberanía argentina sobre las islas. En ese sentido, las distintas intervenciones del gobierno permitieron dejar expuesta la falta de voluntad de Gran Bretaña de sentarse a negociar y cosechar apoyos de América Latina en su conjunto y de la mayoría de los países con representación en las Naciones Unidas.

Se supone que si el oficialismo resulta vencedor continuará con esta posición, aunque lo único que se sabe es que el embajador argentino en Inglaterra será Mario Blejer, quien cuenta con un perfil más técnico y menos belicoso que el de la actual representante argentina en Londres, Alicia Castro.

Prioridades

Argentina puso prioridad en la relación con sus socios comerciales, especialmente con Brasil, pero también ha sido garante de una relación importante con el que se puede denominar “bloque bolivariano” compuesto por Venezuela, Bolivia y Ecuador. Este grupo de países se presentan como anticapitalistas, promueven el socialismo del siglo XXI y no aceptan ninguna propuesta de libre comercio que pueda perjudicar la lógica proteccionista de los últimos años. Por otro lado, al gobierno saliente no le ha temblado el pulso en cuestionar a Estados Unidos por su doble moral a la hora de condenar acuerdos nucleares mientras promueven los propios o invadir países en nombre de la paz.

El ciclo 2003-2015 fue un proceso en el cual la geopolítica gozó de una importante presencia. La decisión de crecer para pagar la deuda, la negativa que los países sudamericanos le dieron a la Alianza de Libre Comercio para las Américas (ALCA) propuesta por Estados Unidos en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, las reestructuraciones de la deuda con el FMI y la construcción de una nueva arquitectura financiera regional, que piense a la región en términos políticos y económicos dentro de un escenario de disputa por la hegemonía y protagonismo de los países emergentes son los grandes logros de la política exterior en nuestro continente. Argentina fue partícipe necesario en ese recorrido.

Sin pensar que esto puede destruirse, surgen circunstancias (devaluación del real o la voluntad de Paraguay y Uruguay de formar parte del TTP impulsado por Estados Unidos para cercar a China, por citar algunos casos) que merecen algunas discusiones a futuro.

Las prioridades de nuestro país hasta el momento fueron claras. Integración regional, China, Brasil y Estados Unidos como los tres principales destinos las exportaciones, proyectos de cooperación Gasprom y Rosatom para la cooperación hidrocarburífera y atómica con Rusia, el avance en el eje de las relaciones sur-sur con el sudeste asiático y África y reparos en los posibles Tratados de Libre Comercio con la Unión Europea.

Todos estos postulados estuvieron en la agenda del gobierno de Néstor y Cristina Kirchner, habrá que esperar la agenda de prioridades de quienes asuman. A priori, durante la campaña todos estos ejes brillaron por su ausencia.

Scioli, Macri y Massa. Equipos y propuestas

Durante el análisis anterior nos centramos en los aspectos centrales de todos estos años en materia de política exterior. Daniel Scioli apela a la continuidad, en general de todo lo que hizo el partido del que forma parte, aclaró que “los fondos buitres no son su prioridad” y que el Mercosur es importante por su densidad comercial. Además de mostrarse con Ignacio Lula Da Silva, Dilma Rousseff, Tabaré Vázquez, Michelle Bachelet y Evo Morales como parte de la “agenda de desarrollo” que suele ser su slogan de campaña.

Dentro de la nómina de dirigentes que podrían hacerse cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores aparecen nombres como Jorge Taiana, titular de esa carta entre el 2006 y 2009, Eduardo Zuaín, actual Secretario de Relaciones Exteriores y funcionario de carrera y Juan Manuel Urtubey, gobernador de Salta que se muestra con un perfil más contemplativo respecto a los mercados internacionales.

Mauricio Macri ha condenado los acuerdos con China y la relación con Rusia. Según su mirada, la prioridad está puesta en el acceso al mercado de capitales y en la inversión extranjera directa para combatir la inflación. Este esquema de relaciones incluye a Brasil como potencia regional pero se apoya más en los que considera “países serios” como Colombia, Perú y Chile, tres miembros de la Alianza del Pacífico. La relación con Estados Unidos y la Unión Europea y la posibilidad de Tratados de Libre Comercio para explotar el rol de exportador de bienes primarios son parte de la agenda prioritaria del PRO en caso de ganar las elecciones.

Estados Unidos, Alemania y Reino Unido son los centros de poder que Sergio Massa tiene en agenda en caso de ser presidente. Si bien se presenta como una opción de centro, el sistema de relaciones del candidato del Frente Renovador es similar a la de Macri. Los nombres que han deslizado desde su equipo de campaña fueron Andrés Cisneros, que en los 90 fue vicecanciller de Guido Di Tella; y Martin Redrado, ex presidente del Banco Central y vinculado al sistema financiero.

Con Estados Unidos habla de cooperar en Ciencia y Tecnología y, especialmente, en la lucha contra el narcotráfico y la seguridad, donde propuso la ley de derribo y coordinación con Agencias Internacionales estadounidenses. Como parte de estos temas organizó charlas con Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York.

De sus prioridades en la agenda externa, en caso de llegar al poder, comentó al diario Clarín el año pasado: “Lo primero que tenemos que hacer es reforzar la agenda positiva con los países que tenemos sinergia. Por ejemplo, Brasil en los temas comerciales y bilaterales, y para fortalecer el Mercosur. Y con Chile, por la pata con la Alianza del Pacífico”.

La política internacional es ordenadora de los procesos locales, pero esto no es lineal. Hay procesos locales para cada centro de poder. Puede volverse al endeudamiento externo y los vínculos bilaterales de inversión en detrimento de los bloques regionales que prioricen el regionalismo. La moneda está en al aire.

Fuente: Resumen del Sur