Entrevistas

“El concepto de populismo hoy se utiliza para cualquier cosa”

Adamovsky explica el mal uso del término en los medios de comunicación y su relación con la demagogia. Además aborda el concpeto desde Ernesto Laclau y Michel Foucault.

Ezequiel Adamovsky es Doctor en Historia por University College London (UCL) y Licenciado en Historia por la Universidad de Buenos Aires.

Hoy en día, la palabra populismo es utilizada en charlas, discusiones y en los medios de comunicación, pero no está claro su significado ni su origen. Para clarificar la cuestión dialogamos con Ezequiel Adamovsky, autor de ¿De qué hablamos cuando hablamos de “populismo”?

Un artículo que ha tenido mucha repercusión…

Sí, por suerte ha circulado bastante y esperemos que sirva para iniciar una discusión.

¿Y cuál es el primer uso del término “populismo”?

Surgió por primera vez en dos lugares, sin relación uno de otro. Apareció en Rusia, hacia la década de 1870 y luego, unos años después, en los Estados Unidos, donde se usó para referirse a un partido político de existencia efímera que se llamó Partido del Pueblo (People’s Party), que era un partido de granjeros. En Rusia, en cambio, se usaba para designar a un movimiento socialista de políticos e intelectuales que confiaban en el campesinado como fuerza de cambio social.

En los dos casos eran movimientos críticos de las élites dirigentes. El término de populismo se les daba con carácter peyorativo. Desde el comienzo fue utilizado más por sus adversarios que por ellos mismos.

¿Cómo es que empiezan a caracterizarse como populistas a aquellos gobiernos de carácter nacionalistas y con líderes carismáticos?

Fue algo paulatino. Estos dos usos puntuales de los que hablaba recién fueron tomados por intelectuales académicos, principalmente estadounidenses, y le dieron un uso diferente. Ya se lo hizo extensivo a cualquier grupo político que tratara de movilizar a las clases bajas para ponerlas en contra de las élites económicas, políticas o tradicionales.

Un poco más tarde comenzó a usarse para designar a algunos procesos latinoamericanos como el de Perón en Argentina, El de Getúlio Vargas en Brasil o el de Cárdenas en México. Para referirse a procesos de movilización de masas asociados a expansión de derechos e inclusión de dichas masas en la vida política.

Este proceso se salió de control en los últimos años cuando dejó de ser un concepto meramente académico y pasó a ser de uso común. Es ya un vocablo que maneja la prensa y el público en general. Pero hoy por hoy se utiliza para cualquier cosa. Para cualquier cosa más o menos negativa que alguien quiera criticar. Tanto para el movimiento neonazi Amanecer Dorado en Grecia, como para el actual gobierno griego, de tendencia izquierdista. Ambos grupos se encuentran totalmente enfrentados, sus pensamientos son radicalmente opuestos, pero desde la prensa europea a ambos se los llama populistas. Se los mete en una misma bolsa, como para representarlos como cualquier alejamiento de la democracia tal como esta gente la concibe.

Entonces, ¿se puede decir que el concepto de populismo es usado de forma despectiva, pero sin claridad conceptual?

Muchas veces se lo suele usar como sinónimo de demagogia: La manipulación del pueblo a través de promesas y dádivas. Parece que populismo tiene un aura más académica y queda mejor que demagogia.

Pero hay una complicación extra: Hace unos pocos años comenzó a darse un uso positivo del término. Surgió en boca del filósofo político argentino Ernesto Laclau, pensador de gran trascendencia mundial. No la usa para definir a presidentes, ni regímenes, ni siquiera a un estilo de liderazgo, sino a algo mucho más concreto que él llama “apelaciones políticas”, es decir, el modo que un político convoca a su base de apoyo. Él llama populismo a las apelaciones que invitan a la acción del pueblo en oposición a la opresión de las élites.

Hace escasos días se publicó una columna en el diario La Nación titulada “El Fantasma del Populismo”…

Es un buen título, porque verdaderamente es una especie de fantasma, en el sentido de un ente inexistente, más bien imaginario.

Cito a su autor: “El populismo es un sistema derivado de una filosofía según la cual la asignación de beneficios económicos es el factor determinante de las lealtades políticas”. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?

Vamos a separar las palabras de las cosas, como diría Foucault. El hecho de utilizar recursos públicos para atraer lealtades políticas, por supuesto que me parece repudiable y condenable. Lo que me parece es que llamar a esto “populismo”, como así también meter en una misma bolsa a Podemos de España con grupos neonazis, no tiene mucho sentido ni mucho asidero. Pareciera que se está realizando un ejercicio ideológico, pero en el mal sentido del término. Se trazan fronteras políticas para repartir lugares a amigos y enemigos, pero de una manera que confunde más de lo que aclara.

Fuente: Resumen del Sur