Opinión

Federalismo en el siglo XXI

Nos encontramos en vísperas de una batalla electoral que cristalizará la disputa de dos modelos antagónicos de pensar el país, que vienen confrontando desde lo profundo de nuestra historia.

Columna de Fernando Gómez.

Por Fernando Gómez

 

Asistimos a un tiempo que opera como excusa perfecta para darle mayor visibilidad a un debate permanente y necesario en nuestra Patria.

Por un lado, semanas atrás, tuvimos la oportunidad de celebrar el bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres o Congreso de Oriente, aquél acontecimiento vital para la organización federal de nuestra Patria conducido por José Gervasio Artigas, y que fuera omitido sistemáticamente por la historiografía liberal.

Por el otro, nos encontramos en vísperas de una batalla electoral que cristalizará la disputa de dos modelos antagónicos de pensar el país, que vienen confrontando desde lo profundo de nuestra historia, y que habrán de marcar a fuego, el rumbo de nuestro destino como Nación en los años por venir.

Dos excusas perfectas, una con la mirada puesta sobre nuestra historia, la otra sobre nuestro futuro cercano. Dos oportunidades para seguir enfatizando que asistimos a un tiempo en que nos jugamos mucho más que un resultado electoral en las urnas.

El 29 de Junio de 1815, se dio inicio en la actual Concepción del Uruguay, al Congreso de Oriente, cuyos delegados fueron elegidos, por primera vez en la historia del continente, por el voto universal.  Con el objetivo principal de declarar la independencia de España y de todo poder extranjero, se debatió y acordó una inédita reforma agraria, la organización de las Provincias Unidas, se reguló el comercio interpovincial y con el extranjero y se propuso extender la Confederación allí reunida al ex Virreinato del Río de la Plata.

El sentido popular y revolucionario del federalismo expresado por Artigas, y transformado en voluntad política en aquél Congreso de Oriente; conmovió las entrañas de la oligarquía liberal porteña que no se contentó con auspiciar la invasión luso-brasileña (y con ellos de la Gran Bretaña) de la Banda Oriental; si no que se propuso el fin de la vida política de Artigas, su reducción a prócer uruguayo, y el entierro definitivo del profundo sentido popular, del programa de aquel congreso.

Sin embargo, en oportunidad de su bicentenario, sus enseñanzas desnudan la vigencia de su propuesta.

En su reciente visita por Sudamérica, nuestro Papa Francisco, puso nuevamente en la agenda de prioridades del continente la necesidad de profundizar el camino de “las 3 T”.  Tierra, techo y trabajo son el desafío de conquistas de las mayorías populares en ésta gran nación sudamericana.

Aquél Congreso de Oriente reguló una inédita reforma agraria, que decretaba la confiscación de tierras de “malos europeos y peores americanos” para ser distribuidas entre “negros libres, zambos de toda clase, indios y criollos pobres”.  También, en su programa, se regulaba el rol de las comunidades indígenas en la economía.

En nuestros días, el pendiente debate acerca del federalismo en el siglo XXI no puede llevarse adelante aislado de una discusión profunda acera de la mayor democratización de nuestra economía. El destino común de nuestras 23 provincias, o 24 jurisdicciones, está irresolublemente ligado a profundizar la igualdad de desarrollo de sus economías locales. A potenciar los aparatos productivos regionales o locales, los que descansan en un alto porcentaje, en experiencias de la economía popular, que le otorgan sentido, identidad y arraigo al desarrollo económico de nuestras provincias.

Adquiere potencia en éste tiempo la necesaria profundización del camino recorrido por la nueva ley de hidrocarburos acerca de la propiedad de nuestros  recursos estratégicos para avanzar en un genuino federalismo en tiempos del bicentenario que ponga en debate la propiedad de nuestra tierra.

Los millones de Argentinos desplazados de las riberas de los recursos acuíferos apropiados en manos extranjeras, podrán aseverar que no se trata tan sólo de un abstracto y estéril ejercicio de chauvinismo. Y si no, que la cuenten los pescadores desplazados de los esteros del Iberá, condenados a diversificar sus tareas para sobrevivir, y que asisten al cercenamiento de una oportunidad de desarrollo productivo para la economía local.

Sucede que, cuanto más profunda se hace nuestra Patria, se comprueba con mayor nitidez el orgullo por lo conquistado, y también se siente con mayor dolor lo que todavía nos falta conquistar.

Por eso, en perspectiva de la batalla electoral que comienza en Agosto, y tendrá su fecha definitiva en Octubre, revitaliza el debate sobre dos modelos de organización nacional que están en pugna desde lo profundo de la historia de nuestra Patria.

El mitrismo del siglo XXI se expresa en modo contundente tras la candidatura de Mauricio Macri, que envía una legisladora porteña a cuidar los votos a Formosa, o transporta funcionarios de la Ciudad de Buenos Aires a las provincias para peregrinar los “éxitos” del maquillaje de su gestión, como si las necesidades de las Provincias se redujeran al “subtrenmetrocleta”. Son los herederos de Mitre y Rivadavia que siguen pensando con una Argentina del tamaño de Francia en el que vivan dignamente el cinco por ciento de su población.

Con tan sólo escucharlo a Etchevehere en su apertura de la Exposición Rural, alcanza para descifrar su vigente sueño de una republiqueta semicolonial que oficie como granero de las potencias europeas, y condene a sus trabajadores a la miseria.

Ese país para unos pocos destila odio contra el Proyecto Nacional que volvió a resurgir con la llegada de Néstor Kirchner desde nuestra Patagonia profunda. En éstos doce años hemos sembrado las bases sólidas para un federalismo en el siglo XXI, cimentado en los cinco mil kilómetros del gasoducto del norte, en los miles y miles de kilómetros de fibra óptica que iluminaron la Patria interior. En las líneas de alta tensión que volvieron a surcar nuestra tierra para reinstalar un modelo industrial de desarrollo. Autopistas y rutas, y cada durmiente que vuelve a sentir la carga de una formación ferroviaria, son las conquistas que integran el destino de veintitrés provincias en un solo proyecto de Nación.

La creación de un Ministerio de Transporte y Logística, otro de Ciudades y Territorios, y otro de Economía Popular, son algunas de las propuestas que Daniel Scioli lanzó como propuestas de campaña para nutrir el debate que nos permita orientar éste proyecto en mayores niveles de desarrollo productivo, económico y social de  las provincias de nuestra Argentina.

Estamos en vísperas de revertir el resultado de Caseros. De reparar los daños del golpismo de Rivadavia y Mitre. De profundizar en la línea de la revolución inconclusa del Peronismo que truncó la fusiladora. Lo hemos sostenido hasta el cansancio, los pueblos no se suicidan. Sigamos avanzando en el enorme desafío de profundizar la organización popular, en cada una de las 23 provincias, y las 24 jurisdicciones, en cada rincón de la Patria, allí donde el federalismo en éstos años abandonó la impostura autonomista y conservadora y volvió a recuperar el sentido propio de aquel federalismo popular y revolucionario que sigue siendo la agenda de nuestro destino de Patria.

Fuente: La Oveja Negra