Opinión

Sobre las mentiras

Los que quieren sacar a Cristina saben que no lo pueden hacer por medio de las urnas. A falta de tanques recurren a golpes económicos, cambiarios y cosas parecidas; pero el ariete para el golpe destituyente es el uso meditado y sistemático de la mentira. Medios y mentiras. Un combo temible.

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Por Santiago Varela

Pocos recuerdan que en 1952 falleció el vicepresidente de Perón, Hortensio Quijano, y que en 1954 se llamó a elecciones para elegir otro. El electorado se dividió en dos: Peronistas que votaban a Alberto Teisaire y todo el arco opositor que lo hacían por el radical Crisólogo Larralde. Teisaire sacó casi 5 millones de votos y Larralde 2.500.000… ¡La mitad!

Perón ya había ganado en el ‘52 por robo, y ahora en el ‘54 volvía a reventar las urnas. Era más que evidente que a ese hombre no lo podían sacar por el voto popular, o el voto mayoritario o el voto que quisieran. Por eso recurrieron a los militares que hicieron el golpe del ’55 a menos de un año de las elecciones aplastantes de 1954.

Hoy esa etapa está superada, pero la situación es parecida. Los que quieren sacar a Cristina saben que no lo pueden hacer por medio de las urnas. A falta de tanques recurren a golpes económicos, cambiarios y cosas parecidas; pero el ariete para el golpe destituyente es el uso meditado y sistemático de la mentira. Medios y mentiras. Un combo temible.

Dijo Aulo Gelio (escritor romano del Siglo II): Veritas filia temporis “La verdad es hija del tiempo”.Pero en una campaña electoral no hay mucho tiempo, por eso no hay que preocuparse de que la verdad en algún momento aparezca. Lo importante es que la gente crea hoy lo que a uno le conviene que crea hoy. Y para eso sirve la mentira. Miente, miente que algo quedará decía Goebbels, un nazi que de esto sabía bastante. Y eso es lo que hace hoy Macri. Durán Barba se lo dijo con claridad y Macri, prolijo, lo aprendió… y por si acaso también se lo escribió en el teleprompter. Si el PRO gana, está todo bien, pero si  pierde hay que decir que hubo fraude. Y así lo está haciendo. En lo que va del año, Mauricio Macri, ya lleva tres denuncias de fraude en tres elecciones diferentes, con diferentes sistemas de votación, con diferentes ganadores, en diferentes provincias pero, eso sí, con un mismo perdedor: él.

Más allá de los errores de Alperovich y de esta cuestión cuasi genética de la policía de Tucumán de dar palos cuando los provocan para que den palos, hablar de fraude es, en el mejor de los casos, una gansada. De todas maneras aclaremos que en un supuesto fraude, el mismo estuvo muy mal hecho ya que permitieron que en las tres ciudades más importantes, incluida la capital, ganara la oposición. Como fraude, un fracaso.

Es evidente que Macri y sus socios ocasionales buscan instalar la idea de fraude en octubre, lo cual de acuerdo a la experiencia de este año, sería como reconocer ya su derrota. Pero también es notorio que van por todo aunque tengan claro que así se salen del sistema democrático, cosa que no les importa un pito. Por eso cada vez tienen menos vergüenza en usar la mentira institucionalizada, porque saben que las desmentidas llegan tarde y ya no sirven.

La tenía clara este Aulo.