Política

Acá no entiende el que no quiere

El Frente de Todos está lejísimos de las expectativas sociales que lo depositaron en el gobierno. Y el rumbo sobre el que acelera, va a contramano de los intereses que estaba llamado a representar. Cada viaje a EEUU, cada represión y cada salario que pierde con la inflación, pone a prueba el descalabro ético con el que se justifica cualquier cosa.

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Del 12 al 14 de octubre Sergio Massa volverá a viajar a Estados Unidos. Desde que asumió, hace apenas dos meses, es el segundo viaje que lleva adelante para mantener encuentros con el FMI, el BID, el Banco Mundial o los grupos económicos que despliegan los intereses norteamericanos en el mundo.

Según Infobae, que protege los intereses de Estados Unidos en el país y la carrera política de Sergio Massa, el viaje apunta a “consolidar apoyos para seguir avanzando con la hoja de ruta para la estabilización de la economía argentina, fortalecer las reservas a través de más mercados para las exportaciones nacionales y promover más inversiones productivas en sectores estratégicos como lo son: energía, gas, agroindustria, proteínas, servicios basados en el conocimiento y minería”. O al menos, eso le dijeron “fuentes” de Hacienda a Infobae.

También, sostuvo el mismo medio, “el titular del palacio de Hacienda tendrá un encuentro de trabajo con representantes del gobierno de los Estados Unidos y con ejecutivos de empresas estadounidenses que tienen negocios e inversiones productivas en la Argentina, organizado por el Atlantic Council, uno de los think tank locales más influyentes a nivel global.”

En apenas dos meses, Sergio Massa, Alberto Fernández y Wado de Pedro, en representación de todas las patas internas del Frente de Todos, concurrieron a Estados Unidos a poner a disposición ventajas impositivas, giro de utilidades a sus casas matrices, dólar accesible y salarios bajos para que los intereses norteamericanos se apropien de la riqueza energética, territorial y de producción granaria de nuestra tierra.

No existe fórmula ni herramienta alguna para interpretar las ambiciones de cada uno de los votantes que depositaron en las urnas la boleta del Frente de Todos allá por el año 2019. Lo que no hay ninguna duda es que nadie puso su voto en la expectativa que se transformara en un instrumento político para subordinar la riqueza nacional a los intereses geopolíticos de los Estados Unidos.

Y es lo que está sucediendo, cada vez con menos margen para el cinismo legitimante o el chamuyo que justifique andar haciéndose el boludo.

El laberinto inflacionario

Desde la cartera de economía, el secretario de producción, José de Mendiguren, descubrió que “al que trabaja no le alcanza el sueldo y eso es consecuencia de la inflación”. Y en un laberinto discursivo sostuvo que para poder recuperar los salarios lo que hay que hacer es lograr frenar los precios.

Parece un compendio de buenas intenciones, pero es mucho más que eso, es la ratificación de un rumbo que se arrastra hace 6 años y que impuso que los salarios siempre vayan perdiendo con la inflación. Lo hizo Macri y lo hace este gobierno como prenda de entusiasmo para que a las empresas de capitales extranjeros les resulte atractivo explotar el país, pagando salarios considerablemente más bajos que lo que pagan en otros países por idéntica tarea.

No se trata de una ecuación esotérica, o una variable económica de imposible comprensión. Los salarios pierden con la inflación para maximizar la rentabilidad del sector empresario. Las jubilaciones y los ingresos populares, pierden para garantizar transferencias escandalosas de recursos desde el Estado Nacional a los sectores económicos más concentrados.

Ejemplo de ello son los intereses que se pagan a los Bancos por las Leliq y los pases pasivos. Se pasó de denunciarlo como una estafa durante la campaña electoral en el 2019 a estar pagando una tasa descabellada para que los bancos se embolsen 15.000 millones de pesos POR DÍA de intereses por instrumentos financieros.

No hace falta hacer un dibujo o un cuadro para observar que el rumbo del gobierno avanza en forma inalterable hacia un lugar contrario al que dijo que iba a avanzar.

Balazos contra la legitimidad política

En la misma provincia en que una empresa minera australiana se quedó con 625.000 hectáreas con el argumento de ir a desarrollar hidrógeno verde 100% exportable, donde Joe Lewis es propietario de un lago y utiliza el estado provincial como herramienta para defenderse del pueblo argentino, donde los socios del magnate inglés son propietarios de 120.000 hectáreas de la meseta de Somuncurá, un pequeño colectivo mapuche ocupa un pedazo de tierra en Lago Mascardi.

Como en el Lago Mascardi, en Bariloche, los intereses inmobiliarios se concentran y extranjerizan, la noticia de la ocupación de la tierra (que lleva años) agarra vuelo nacional y apuestan a estigmatizar a los ocupantes fabricando extravagancias discursivas sobre el riesgo de un brote terrorista que desafíe al Estado Nacional.

¿Qué hace el Gobierno Nacional? Lo mismo que ya había intentado Patricia Bullrich. Constituye un comando unificado policial, militariza la zona y reprime a los ocupantes. Encarcela siete mujeres y a cuatro de ellas las destierra hacia un penal a 1.600 km de su familia. Todo en nombre de la Argentina y la democracia.

Mientras el estupor sacude las estridencias progresistas que aún habitan en los nostálgicos que se aferran a la ilusión de que este gobierno “encuentre algún rumbo”, una columna de gas lacrimógeno inunda la cancha del lobo platense, y con ello, bloquea la pantalla del televisor que proyectaba el partido de Gimnasia contra Boca.

Una represión furiosa en la ciudad capital de la provincia de Buenos Aires, y la muerte en medio de la represión de un hincha, sumado a la sobreactuación de Sergio Berni, que conduce a la Policía Bonaerense con la misma eficacia que el gobierno combate la inflación, profundiza la brutal erosión que existe sobre la ética y la moral de un nervio social que acompaña al Frente de Todos.

Síntoma de hartazgo evidencia la repercusión de ambos sucesos. Sin ir mas lejos, en los últimos cuatro meses fallecieron 4 personas en medio de eventos deportivos. El pibe Joaquín Coronel en Luján, Manuel López de San Martín de Tucumán y el caso de Pablo Morcos de Independiente de Rivadavia Mendoza que murió de un infarto durante una represión policial en la provincia de San Luis. A esa fatídica lista se suma Lolo Regueiro de Gimnasia, quien falleciera por pretender tener un instante de felicidad con su familia en la cancha.

Son las consecuencias fatídicas de la violencia policial que sufren cada fin de semana miles de compatriotas en la cancha, o nuestros pibes a la salida de cualquier boliche que no esté ubicado en las zonas económicamente acomodadas.

En no ser tan salvajes como el macrismo, anida una de las pocas excusas que tiene la clase política del Frente de Todos para justificar su pertenencia sistémica. Con cada balazo de goma, con cada presa política y con cada verdugueo que se come nuestro pueblo, van perdiendo margen discursivo para legitimar el descalabro ético y moral que los atraviesa.

El salvaje salvador

«Mi querido país debe ser la sociedad más fracasada de los últimos 70 años, porque era la única que estaba entre los cinco más ricos y hoy estamos llegando a niveles de pobreza del 50 por ciento en muchas regiones del país. Eso es mucho dolor, mucha tristeza» sostuvo el miserable de Mauricio Macri en Madrid.

Luego de editar un libro a nombre suyo, escrito por el fabricante de frases de autoayuda Alejandro Rozitchner y desplegar su confusión mental con las metáforas swinger, Mauricio Macri desnudó en España su desprecio a lo nacional y el odio que le tiene al pueblo argentino.

La radicalización de la alianza Cambiemos, empujada también por la ocupación de su programa económico que realizara el Frente de Todos, es la mayor virtud con la que cuenta la alianza gobernante para mendigarle un voto a un pueblo que necesita un respiro.

Lejos ya de la posibilidad de retomar el rumbo por el que fuera elegido para gobernar el destino de nuestro país, el Gobierno apuesta al señalamiento del adversario como única virtud para justificar sus desatinos.

La construcción de un proyecto nacional, de una planificación estratégica que permita su puesta en funcionamiento y la consolidación de organización popular, son agendas abandonadas por la gestión de gobierno. Pero siguen siendo tareas indispensables para que la militancia recupere, consolide colectivamente y reoriente con rumbo digno y coherente.