Opinión

Por Carlos Andrés Ortíz

Brasil, Paraguay y Boivia construyen hidroeléctricas

La única verdad es la realidad, dijo el más carismático líder nacional que tuvo Argentina en el siglo XX.

Y al respecto, para contestar la catarata de burdas mentiras que afirman que “ya no se construyen hidroeléctricas en el mundo” o que “hay alternativas mejores” u otros disparates sin sustento científico alguno, con las que variopintos sectores de desinformados sin mala fe, fanáticos irracionales del ecologismo cavernario, comunicadores sociales acomodaticios o muy superficiales, políticos de muy bajo vuelo y/o muy mediocres, y diversos intereses creados muy poderosos; resulta muy interesante analizar que sucede en nuestro contexto geográfico, y más particularmente en los cinco países de la gran región conocida como La Cuenca Del Plata.

Uruguay ya tiene en explotación a todo su potencial hidroeléctrico, excepción de una obra complementaria de Salto Grande –que por diversas presiones es dudoso que se haga en el corto o mediano plazo-. Por ello, es lógico que no tenga planes de expansión hidroeléctrica ni proyectos en ejecución.

Brasil es un ejemplo concreto e irrefutable, del correcto uso del potencial hidroeléctrico para sustentar un Proyecto de Nación con indudable Criterio de Grandeza. Allá el desarrollo hidroeléctrico es Política de Estado, y no se detiene pese a los cambios de gobierno, ni tampoco se subordina a los caprichos y presiones de las transnacionales del ecologismo cavernario, materializado en entes que como Greenpeace o World Wildlife Foundation, bajo la excusa del conservacionismo in extremis, en realidad buscan mantener a nuestros pueblos sumidos en la miseria y el subdesarrollo más abyectos. Muchos “perejiles” y crédulos varios, se niegan a reconocer que en particular esas dos ONGs claramente operan como extensiones del imperio británico, en la guerra cultural que se libra día a día, con el objetivo de subyugar nuestras conciencias…pero ese ya es otro tema.

Como sea, Brasil sabe que necesita enormes y aceleradamente crecientes cantidades de energía eléctrica, y para ello tiene aproximadamente medio centenar de obras hidroeléctricas en construcción, varias de ellas muy grandes. Y para los hippies anacrónicos y otros fanáticos del ecologismo cavernario, que contra toda lógica afirman que “las grandes represas provocan miseria”, es bueno recordar –enfáticamente- que el Plan Hambre Cero y el ascenso a la clase media de varios millones de brasileños (ambas políticas implementadas por Lula Da Silva), no se hubiesen podido ejecutar sin los poderosos respaldos de un enorme sistema eléctrico, muy eficiente y económico, que se sustenta más del 80 % en energía hidroeléctrica. La economía brasileña hubiese crecido mucho menos, si hubiera necesitado quemar las descomunales cantidades de petróleo y gas que ahorró su enorme red de centrales hidroeléctricas. ¡Claro que esas incontestables realidades los ecólatras fingen no verlas!…¿Por que?…

Pero el énfasis en utilizar la energía más limpia, eficiente y totalmente renovable, que es la hidroeléctrica, no se focaliza solo en Brasil.

Bolivia, en forma acorde al desarrollo que sin duda está experimentando en los últimos años, puso en ejecución efectiva un ambicioso plan para ampliar considerablemente su capacidad de generación eléctrica, y para diversificar sus fuentes de generación. Recordemos que el país hermano del Altiplano, es fuertemente excedentario en gas natural, el cual exporta en cantidades importantes a Brasil y Argentina.

La solución más “fácil” que “recetan” los neoliberales habitualmente, es reducir las inversiones, aún a costa del desarrollo. Y con ese estrecho criterio, Bolivia seguiría aumentando su capacidad de generación focalizándose únicamente en instalar más usinas a gas. (que son de menores inversiones iniciales, pero de costo por KWh mucho más caro).

Pero con muy buen criterio, para no seguir quemando gas natural que tendrá mejores usos para la exportación, o mejor aún para industrializarse produciendo fertilizantes, plásticos y otros productos valiosos, Bolivia puso en marcha dos importantes proyectos hidroeléctricos: el Misicuni y el San José, los cuales en la primera etapa aportarán 196 MW, lo cual es trascendente para un sistema interconectado relativamente pequeño como el del país hermano. Con esos y otros proyectos, Bolivia planifica posicionarse como exportador –en escala pequeña pero importante para su economía- de energía eléctrica.

Paraguay por su parte, luego de una larga etapa de pseudo negacionismo (en verdad vericuetos como partes de su estrategia de negociación con Argentina y Brasil), en los últimos meses dio pruebas de su interés en incrementar su capacidad de generación hidroeléctrica, apuntando para ello a varios proyectos, todos ellos factibles sin exclusiones.

En ese contexto, en Paraguay se evidencia consenso favorable para ampliar la Hidroeléctrica Yacyretá, en sociedad con Argentina, siendo destacable en ello el Proyecto Añacuá, que utilizará las aguas hoy desperdiciadas del vertedero homónimo. Pero además ve con buenos ojos el proyecto Corpus, también con Argentina; e incluso su actual presidente mencionó el anteproyecto Itatí – Itá Corá, pensado como compensador aguas abajo de Yacyretá.

No obstante tener dos presas hidroeléctricas gigantescas, en sociedad con Argentina y Brasil, y tener otra importante en un río interior (Acaray), y los citados proyectos binacionales a construirse con Argentina, es muy significativo que Paraguay sigue apostando fuerte a aumentar su capacidad hidroeléctrica de generación. Está próximo a licitarse el Proyecto Ipané, en el río homónimo, en el Departamento Concepción, con una potencia de entre 30 a 35 MW. También se licitará en breve la maquinización (puesta de turbinas) en la Presa Yguazú, que hoy solo opera como reservorio de agua. Se instalarán dos turbinas de 100 MW cada una, previéndose que opere como central de punta. A la vez, la estatal ANDE está elaborando un pliego genérico de bases y condiciones para construcciones de pequeñas hidroeléctricas (cabe aclarar que “pequeñas hidroeléctricas” tienen potencias autosustentables, de 1 MW hasta 10 MW o poco más; siendo de mayor porte que las muy pequeñas y dudosamente viables micro centrales hidroeléctricas, de pequeñísimos rangos de potencia).

De los cinco países de la Cuenca Del Plata, tres tienen proyectos en ejecución, uno de ellos carece de lugares donde emplazar más usinas hidroeléctricas. Y Argentina, con un muy buen potencial factible de aprovecharse, solo tiene hoy una obra en construcción, y padece innumerables trabas de distinto tipo, sobre todo los interminables condicionamientos y/o pretextos del sector ultra ecologista, y de los intereses creados vinculados a la termogeneración; y a consecuencia de esas demoras quemamos diariamente enormes cantidades de hidrocarburos que hoy no tenemos.

Y curiosamente (o no tanto, si se analizan los vínculos de las ONGs ultra ecologistas transnacionales con las petroleras), los activistas del ecologismo cavernario no se preocupan por las consecuencias ambientales directas del parque de generación termoeléctrico, que ante las demoras en concretarse las hidroeléctricas y nucleares, debe seguir ampliándose año a año.

Por supuesto que esos sectores del ecologismo cavernario, tampoco se preocupan por los costos ambientales indirectos –pero muy reales- que ocasionan las interminables demoras en concretar nuestros proyectos hidroeléctricos. En efecto, por cada año de demora se queman ingentes cantidades de hidrocarburos, muy costosos y mayormente importados, detrayendo fondos que deberían ser invertidos en fomentar nuestro desarrollo. Y donde no hay desarrollo, reina el atraso y el subdesarrollo, y con el subdesarrollo prolifera la peor de las contaminaciones, la provocada por la miseria extrema.

Proyectos de extrema importancia como Paraná Medio, el Complejo del Bermejo, Corpus, Garabí, Panambí, y muchos otros, varios completamente estudiados en las épocas fructíferas de Agua y Energía, siguen en los anaqueles, o están sujetos a interminables estudios ambientales, que casi parecerían las excusas perfectas para sus interminables dilaciones. Otros ya anunciados, como las dos grandes presas sobre el Río Santa Cruz (N. Kirchner y J. Cepernic), más Chihuido I en Neuquén, esperemos que pronto comiencen a ser construidos.

En una dimensión más modesta, acorde a las obras que Paraguay está por realizar en cursos de agua interiores, en Misiones aguardan sus construcciones varios proyectos hidroeléctricos, de medianas dimensiones, todos factibles económicamente, que al concretarse no solo proporcionarán más energía barata, sino reservorios de agua –tan importantes en nuestras recurrentes sequías-, y nuevos atractivos turísticos y recreacionales.

Por Carlos Andrés Ortíz