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Córdoba

Crean embalajes activos y biodegradables para alimentos

Para reducir la cantidad de plásticos que se desechan, especialistas en Química Orgánica desarrollaron un “film” que en contacto con la tierra desaparece en cuestión de semanas. Formulados en base a proteína de soja, además protege y mantiene la frescura de los alimentos, así como también retrasa el crecimiento de mohos, levaduras y bacterias.

Investigadores cordobeses del Conicet crean embalajes activos y biodegradables para alimentos, con el fin de reducir la gran cantidad de residuos sólidos urbanos cuyo su tiempo de degradación varía entre algunos meses hasta varios años.

Investigadores cordobeses del Conicet crean embalajes activos y biodegradables para alimentos, con el fin de reducir la gran cantidad de residuos sólidos urbanos constituidos por plásticos, papel y cartón, cuyo su tiempo de degradación varía entre algunos meses hasta varios años.

Se trata de un trabajo de Agustín González y Cecilia Álvarez Igarzábal, becario e investigadora independiente del Conicet, respectivamente, en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv, Conicet-UNC) y el Departamento de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias Químicas (UNC). 

Como resultado de su investigación crearon un film biodegradable que puede utilizarse como embalaje de alimentos y que, además de protegerlos y mantener su frescura, retrasa el crecimiento de mohos, levaduras y bacterias cuando se le agregan sustancias específicas.

“La ventaja es que son más económicos respecto a los sintéticos y pueden ser preparados a partir de residuos industriales”, comentó Álvarez Igarzábal en diálogo con La Mañana de Córdoba, respecto del film obtenido que es transparente, similar a los embalajes plásticos tradicionales.

El material desarrollado por los científicos cordobeses es una bicapa (BC): la primera es una película que se forma a partir de un concentrado de proteínas de soja, muy abundante en Córdoba por la gran cantidad de cosechas de este vegetal y por ser uno de los principales residuos de las industrias aceiteras.

“Si bien esto hace que sea un material de muy bajo costo, sus propiedades no son adecuadas para el fin deseado: se disuelven y son poco resistentes al estiramiento, a la temperatura y al agua”, explicó González.

Entonces, el equipo del Imbiv se desafió a buscar diferentes modificaciones químicas para mejorar sus características.

De esta manera, lograron añadir la segunda capa compuesta por poliácido láctico, un biomaterial que es de origen natural aunque también puede ser sintetizado por el hombre. El poliácido láctico mejora las propiedades mecánicas y la resistencia al agua del producto final y posee menor permeabilidad al vapor de agua, lo que permite conservar la humedad de los alimentos.

La capa de soja, por su parte, evita la penetración del oxígeno, minimizando la oxidación del contenido y, además, es capaz de contener agentes antifúngicos y antibacterianos y liberarlos de manera controlada. De este modo, se logra el objetivo de retrasar la formación de hongos y bacterias.

“Los envases activos, como éste, evitan la utilización de aditivos en los alimentos y su posterior ingesta en el consumo”, asegura la investigadora. Además, la cantidad de agente activo que se aplica en el envase es menor que la que se añade en la comida y, si bien no es una estrategia muy desarrollada a nivel mundial, es una tendencia.

Para probar estas propiedades, los científicos realizaron experimentos comparando un embalaje comercial tradicional (EC) y el film bicapa, las cuales mostraron que los alimentos envasados con este último conservan su frescura durante más tiempo y el crecimiento de mohos y bacterias es notablemente más lento que en aquellos empacados con EC.

“Vimos que el nuevo film, con ambas capas, tiene muy buenas propiedades mecánicas, es resistente, inocuo para la salud humana y termo-sellable, lo que constituye una gran ventaja en el envasado de alimentos”, concluyó González.

Finalmente, mediante estudios de enterramiento, se demostró que en contacto con la tierra el film bicapa se biodegrada y desaparece en cuestión de semanas.