En la previa de la audiencia general del lunes, el Papa Francisco y el presidente Javier Milei tuvieron dos encuentros en la jornada de este domingo, en el marco de la ceremonia de canonización de Mama Antula, la primera santa argentina. El segundo fue televisado, duró ocurrió al finalizar el evento, y sorprendió al Jefe de Estado por un gesto considerado fuera de protocolo.
Pero antes de encabezar la homilía en la Basílica de San Pedro, el Sumó Pontífice recibió al Presidente y su comitiva integrada por la secretaria general, Karina Milei; la canciller, Diana Mondino; la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello; y el ministro de Interior, Guillermo Francos. Este encuentro, un poco más extenso, fue protocolar. Ya estaba previsto que suceda.
Evidentemente emocionado y quizás descolocado por esa pregunta, Milei le contestó al Papa: “Me emprolijé”. Y le preguntó: “¿Le puedo dar un beso?”. Francisco, de 87 años, le contestó enseguida, sin dudar: “¡sí, hijo, sí!”. En ese momento Milei se abalanzó sobre él, que estaba sentado en su silla de ruedas y lo abrazó con fuerza, como si se tratara de un hijo pródigo.
“Es un gusto verte y gracias por venir, vos que sos medio (judío), que Dios te bendiga”, le dijo a continuación el papa Francisco, cariñoso como un abuelo, siempre sonriente y en tono totalmente distendido e informal, demostrándose listo para iniciar un diálogo constructivo. “Recen por mí, yo lo hago por ustedes”, indicó.
A su turno también Karina Milei, la hermana del primer mandatario, secretaria General de la Presidencia, vestida de riguroso negro, también pidió permiso para darle un beso al Pontífice, que por supuesto accedió. “Gracias por recibirnos”, le dijo la alta funcionaria. “Gracias por apoyarlo a él”, le contestó Francisco, mirándola a los ojos seriamente, demostrando estar muy al tanto del crucial papel que juega ella, “el jefe”, como la apodó su propio hermano.
Cuando la canciller, Diana Mondino, también pasó a saludar con un beso, el Papa pareció decirle, también con gestos, y como le acotó Milei, que estaba detrás, que había que “tener mucha muñeca, dada la aspereza del otro lado”. “Dios es más grande”, comentó Francisco, levantando los brazos, con la sonrisa siempre intacta y despidiéndose con su clásico “recen por mí, que yo rezo por ustedes”. Y diciendo “hasta mañana”, en referencia a la audiencia oficial prevista para este lunes a las 9 de la mañana en el Palacio Apostólico.
Lo cierto es que ese abrazo y el beso en el que se fundieron los dos -considerados hasta ahora en cierto modo adversarios, enemigos o polos opuestos-, fue una imagen que valió mucho más que mil palabras. Y una señal de que, quizás, el demorado viaje a la Argentina, una asignatura pendiente, está más cerca que nunca. Porque, aunque fue muy breve ese saludo, fue emotivo. Se dijeron sin decir muchas cosas y hubo conexión, cercanía, disposición a una nueva fase.
El “miracolo” (milagro) de algún modo pareció provocarlo Mama Antula, la primera santa argentina, que con su canonización dio pie a la visita de Milei.
Mama Antula
La santificación se había anunciado el 18 de diciembre del año pasado, cuando a través de un comunicado del Vaticano, el Dicasterio para la Causa de los Santos sostuvo que “tras la habitual consulta al Colegio Cardenalicio, el Santo Padre Francisco ha decidido proceder a la Canonización de la Beata María Antonia de San José (en el siglo: María Antonia De Paz y Figueroa), conocida como Mama Antula, Fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires, nacida en 1730 en Silipica, Santiago del Estero (Argentina), y fallecida el 7 de marzo de 1799 en Buenos Aires (Argentina)”.
El oficio notificaba que el rito de canonización sería el 11 de febrero de 2024, “VI Domingo del Tiempo Ordinario y aniversario de la primera aparición de la Santísima Virgen María en Lourdes”, como decía la proclama.
Pasaron cincuenta y cinco días. Lo que se sabía que iba a pasar, pasó: el papa Francisco canonizó a Mama Antula, la primera santa argentina. La ratificación del anuncio ocurrió luego de que el santo padre leyera la fórmula de canonización en una ceremonia especial celebrada en la Basílica de San Pedro.
La lectura ocurrió a las 9:46 en la ciudad del Vaticano y cuatro horas antes, a las 5:46 de la madrugada en Argentina, cuando el Sumo Pontífice leyó: “En honor de la santa e individua trinidad para la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro señor Jesucristo, de los santos apóstoles Pedro y Pablo y después de haber reflexionado largamente, invocado muchas veces la ayuda divina y escuchado el parecer de numerosos hermanos en el episcopado, declaramos y definimos santa a la beata María Antonia de San José de Paz y Figueroa, y la inscribimos en el catálogo de los santos estableciendo que en toda la iglesia sea honrada devotamente entre los santos. En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén”, concluyó.