Internacionales

Europa devorando a sus hijos

La crisis de España reflejada por Alejandro Vidal, un periodista agentino que en la crisis del 2001 se fue a España y ahora quiere volver.

En seis meses me comiste el mercadito,

la casiya de la feria, la ganchera, el mostrador…

Chorra (fragmento), Enrique Santos Discépolo

 

La sentencia de España parece dictada. ¿Será hoy, será mañana? El Bundesbank ha sugerido al gobierno de Mariano Rajoy que entregue las llaves y firme la intervención total del país. Y el banco central alemán, cuando sugiere, sugiere de verdad.

Los números se disparan. Con un 26, 5 por ciento (oficial) como índice de pobreza (cifra que supera al, también oficial, 25 por ciento de desempleo), el gobierno español encuentra cada vez más difícil sostener la arriesgada mentira neoliberal del sacrificio para el futuro. La protesta, fluctuante en dos años de crisis dura, crece día a día, con una intensidad que ha pasado del cansino “manos arriba, esto es un atraco” al desengañado “¡hijosdeputa!”. Los palos de la policía no se han recortado y la represión y criminalización de las movilizaciones se verifican desde el comienzo de la crisis. El gobierno del Partido Popular ha empujado la situación social a un abismo de destrucción difícilmente igualable: pérdidas de guerra en tiempos de paz.

El panorama es desolador. Casi seis millones de parados. Una ley laboral que se ha quedado a pocos pasos de la reinstauración del trabajo esclavo. La Sanidad (hasta hace dos años, modelo internacional), arrasada: cierre de centros, despidos, desfinanciación de la atención primaria… (Un médico de cabecera tendrá cinco minutos por cada paciente en consulta clínica. Doce paciente por hora. Y se pueden seguir haciendo más cuentas). A la educación pública (ya bastante desatendida) se le ha dado el golpe de gracia con la misma táctica: cierres, despidos, etc. Los subsidios a la actividad privada, en ambos casos (salud y educación), se han mantenido o se han incrementado.

Los datos oficiales indican que el 30 por ciento del PBI español es economía en negro.

La administración pública es sableada por dos frentes: el estatal y el autonómico. La letanía del desguace, la misma.

La Iglesia católica recibirá este año del Estado español diez mil millones de euros; repetiré: un uno seguido de diez ceros (lo obliga un concordato firmado por el dictador Francisco Franco con Pío XII, en 1951, y nunca denunciado en democracia). Datos oficiales del Ministerio de Hacienda indican que la evasión fiscal (en las escalas más altas y exclusivas de riqueza) significó en 2011 dieciocho mil millones de euros. Dinero del Estado transferido (pasiva o activamente) al sector de poder concentrado —sin contraprestación visible o comprensible—. Veintiocho mil (28.000) millones de euros con los que podrían sostenerse casi cuatro sistemas de sanidad pública con el mismo presupuesto que el existente antes de la crisis.

De remate (literalmente), el gobierno (¿europa?¿los bancos?) obliga, por ley, a las autonomías a vender quinientas noventa y ocho (598) empresas, sociedades, fundaciones de propiedad pública. El Estado privatizará, por su parte, todo lo que sea rentable. Pero nada parece suficiente; los intereses, las exigencias alemanas crecen con cada tic-tac. La deuda privada, tres cuartas partes de la deuda soberana española, en 3,5 billones difíciles de escribir parece (shhhhhh) impagable. El Estado del bienestar ha sido demolido.

Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, Chipre, España intervenidas por la Comisión Europea (gobernanza no surgida del voto popular sino del dedo de los lobbys de poder). Francia, con su economía muy golpeada y señales de alarma (grandes empresas prometen grandes despidos). Gran Bretaña, en gravísimos problemas financieros y bancarios (que, por no estar en la zona euro, por ahora, capea emitiendo).

El premio Nobel de economía Paul Krugman lleva casi un año argumentando el cómo y por qué España y sus bancos, con este andar, van a la quiebra. Y, con ellos, agrega, arrastrarán al euro. La crisis europea es, para entendernos, la crisis argentina de 2001 multiplicada por veinticinco países y enclavada en el centro del capitalismo.

La prensa del “establishment” silencia y distrae, sin fisuras, la lectura totalizadora de la situación. La medianoche del lunes, en espacios que solía frecuentar una mesa redonda de actualidad, La Primera de TVE emitía un documental sobre la vida de Eva Braun. Paradoja felliniana, el segundo canal de la televisión pública (2 por ciento de cuota de pantalla) emitía E la nave va, en una copia de bastante mala calidad. Los canales privados son de los bancos. Los diarios, también. Su discurso fogonea el conflicto al tiempo que promete multiplicar el miedo y el castigo ante cada respuesta que se aparte del enceguecido (enceguecedor) statu quo neoliberal.

Ahora mismo, es casi imposible saber qué está pasando en y con la justicia española. Pasemos a la alemana.

El Tribunal Constitucional germano estudia un recurso de inconstitucionalidad interpuesto contra la legalidad de los mecanismos de rescate decididos y ejecutados en Europa desde el comienzo de la crisis. De su decisión, depende que todo (todo es todo) lo actuado por el gobierno de Angela Merkel desde la caída de Grecia sea legal. O no.

El senado estadounidense, el parlamento británico, la justicia francesa y (otra vez) la alemana investigan a, por lo menos, los cinco de los bancos más grandes del mundo. ¿Algunas de las sospechas? Haber mentido y falseado sus cuentas, haber contribuído a falsear cuentas de Estados, haber fijado —sin más control que su interés propio— la tasa de referencia internacional de préstamos interbancarios, productivos e hipotecarios, estafa, manipulación de precios, lavado de dinero del narcotráfico, financiamiento de gobiernos dictatoriales, manejo de dinero proveniente de organizaciones que sus propios Estados definen como terroristas…

A los bancos no les dan las cuentas, puede que estén quebrados; pero sus dueños son inmensamente ricos (con una perversión que parece atávica). El capitalismo salvaje mata, acusa, perdona a placer; pero nunca cura.

En diciembre de 2010, otro Nobel de economía, Joseph Stiglitz (el antropólogo de la crisis sistémica), afirmaba: “El sistema [jurídico neoliberal] está configurado de tal modo, que aún si te pillan, el castigo es sólo una ínfima parte de lo que te llevas a casa. La multa es sólo un coste más del negocio. […] Yo creo que deberíamos hacer lo que hicimos en los [años] 80 —crisis de cajas de ahorro y crédito en EEUU—, y meter en la cárcel a un buen número de estos tipos [los banqueros]. Lo creo absolutamente. No son sólo delitos de guante blanco o pequeños incidentes. Hay víctimas reales. Ese es el asunto. Hubo [hay] víctimas en el mundo entero”.

Quienes mandan disimulan mal una realidad que revienta las costuras por todos lados. Las previsiones críticas se van cumpliendo. El pueblo español será entregado al festín de los banqueros. Hoy, mañana. Tic-tac. Mientras tanto, Europa, atendida por sus dueños, continúa (hasta cuándo) devorando a sus hijos.