Opinión

Algunos datos para pensar

Gestión privada y gestión pública

El aumento de la cantidad de alumnos inscriptos en escuelas privadas y, como contrapartida, la disminución del número de matriculados en escuelas estatales es un fenómeno que se registra en todo el país, pero que presenta mayor relevancia en la ciudad de Buenos Aires. Josefa Prada y Carlos Holubica invitan a reflexionar sobre la situación.

 Si bien históricamente el porcentaje de alumnos de colegios privados de la metrópoli ha sido bastante superior al promedio nacional, en los últimos años se profundizó esta tendencia.    Tomando datos oficiales  de los últimos cuarenta años en los tres niveles educativos que representan el grueso de la matrícula (inicial, primario y medio), se observa que en 1969 la participación de los inscriptos en escuelas privadas sobre el total de alumnos a nivel nacional era del 20%, mientras que en la ciudad de Buenos Aires ya representaba entonces el 38% de todos los matriculados. La evolución posterior llevó a que en 2008 (último dato disponible) los alumnos de la enseñanza privada representaran el 27% del total en el promedio nacional (un 7% más que hace cuarenta años), en tanto que en nuestra ciudad llegaban al 48% de los inscriptos en los tres niveles considerados (un 10% más que en 1969).    Si en lugar de tomar el promedio nacional –que incluye a la ciudad de Buenos Aires- la comparación se realiza entre ésta y el resto del país, las diferencias son todavía más pronunciadas. En 1969, la participación privada era del 18% en el resto del país (contra el 38% en la Ciudad), mientras que en 2008 alcanzaba al 26% en la sumatoria de los otros distritos (contra el 48% en la Capital) .Resulta particularmente notorio que, en la ciudad de Buenos Aires, la tendencia al crecimiento de la matrícula privada se acentuó en la década del 90, en coincidencia con los cambios en el sistema educativo introducidos por Menem y Cavallo. En diciembre de 1991, un decreto del gobierno nacional para regular el régimen de subsidios a la educación privada instauró el concepto de “educación pública de gestión privada”. El fundamento de esta medida fue “garantizar el derecho de aprender y consecuentemente de elegir escuela, en ejercicio de la libertad de enseñanza, según lo establece la Constitución Nacional” porque, de acuerdo al decreto, correspondía “asegurar a todos los habitantes la igualdad de oportunidades para acceder a la educación mediante un sistema de financiamiento de la educación pública de gestión privada que prevea la aplicación equitativa, racional y eficiente de los recursos del Estado”. A partir de entonces, se diferenciaron las gestiones –estatal o privada- pero todo el sistema se considera público. Para algunos, fue una forma eufemística de favorecer a la educación privada en detrimento de la estatal. Para otros, una manera de encubrir, naturalizándolas, profundas desigualdades sociales. Luego, en 1993, para cerrar el círculo se produjo la transferencia de escuelas secundarias de la Nación a las provincias y a la Capital, sin la correspondiente contrapartida presupuestaria. El impacto de estos cambios fue mucho más fuerte en el ámbito metropolitano: en los diez años de gobierno de Menem, desde fines de los ’80 hasta fines de los ’90, el porcentaje de inscriptos en colegios privados aumentó seis puntos en la Ciudad (de 40 a 46%), mientras que a nivel nacional creció apenas un punto en ese mismo lapso (de 23 a 24%).    Considerando los datos sólo del resto del país –es decir sin computar los de nuestra metrópoli- el porcentaje de inscriptos en escuelas privadas creció dos puntos, pero a partir de porcentuales menores a los que surgen del promedio nacional (de 21% a fines de los ’80 a 23% a fines de los ’90). En otras palabras: aún con esta presentación “más pura” de las cifras, parece evidente la mayor incidencia que las políticas de Menem y Cavallo tuvieron en la privatización de la enseñanza en la ciudad de Buenos Aires en relación al resto del país      Si se efectúa un análisis discriminado en cada uno de los tres niveles de la enseñanza tomados en cuenta, podrá verse que la tendencia general es la misma, con las particularidades de cada caso que se detallan a continuación.    En el nivel inicial el porcentaje de la matrícula privada es bastante superior al promedio general de los tres niveles, tanto en el orden nacional como en la ciudad de Buenos Aires. En 1969 el promedio nacional de inscriptos en escuelas privadas era de 29%, porcentaje que casi se mantuvo a lo largo de cuatro décadas, con leves oscilaciones entre un mínimo de 28% y un máximo de 33%, al que se llegó en 2008 (un crecimiento de cuatro puntos en cuarenta años). En nuestra ciudad, la matrícula privada representaba en 1969 el 42%, pero en 2008 había alcanzado un 57% del total de inscriptos en escuelas metropolitanas (un crecimiento de quince puntos).    Si en lugar del promedio nacional se toma el del resto del país –sin la ciudad de Buenos Aires- se observa que en 1969 el número de alumnos de colegios privados representaba el 25% (contra el 42% de la Capital), mientras que en 2008 llegaba a 31% (contra el 57% de nuestra ciudad).    En el nivel primario, a la inversa de lo que se pudo ver en el inicial, el porcentaje de la matrícula privada es inferior al promedio general de los tres niveles, tanto en el orden nacional como en la ciudad de Buenos Aires. En 1969 el promedio nacional de inscriptos en la enseñanza privada era de 16%, porcentaje que fue creciendo paulatinamente hasta alcanzar los 24 puntos en 2008 (un incremento de ocho puntos). En la Capital, la matrícula privada representaba en 1969 el 37%, llegando en 2008 al 45% (un incremento también de ocho puntos).    Aún con un crecimiento parejo en los dos ámbitos –nacional y metropolitano- las diferencias de matrículas que se observan entre ambos son considerables. Pero si se considera el promedio del resto del país –en lugar del promedio nacional, que incluye a nuestra ciudad- se puede apreciar una diferencia de porcentajes todavía mayor: en 1969 la cantidad de inscriptos en escuelas privadas representaba el 14% (contra 37% de la Ciudad de Buenos Aires), en tanto que en 2008 llegaba a 23% (contra 45% de la metrópoli).    Resumiendo: este es el único nivel en el que el crecimiento de la matrícula privada en los últimos cuarenta años fue bastante parejo en la comparación entre la Ciudad y el resto del país, aunque manteniendo la característica de una gran diferencia porcentual entre los dos ámbitos (23% en 1969 y 22% en 2008).    En el nivel medio, el porcentaje de la matrícula privada es algo superior al promedio general de los tres niveles en el orden nacional, en tanto que en la Capital resulta levemente inferior. Pero la particularidad de este nivel es que mientras en el orden nacional la tendencia fue decreciente (33% en 1969 y 28% en 2008), en la Ciudad se movió en sentido contrario (37% en 1969 y 47% en 2008). Vale decir que mientras en la Nación la participación privada en la enseñanza media disminuyó 5 puntos en cuarenta años, en el mismo lapso en la ciudad de Buenos Aires aumentó 10 puntos. Cabe aclarar que este incremento se produjo entre finales de la década del 80 y fines de la del 90, en concomitancia con los cambios en el sistema educativo que se mencionaron anteriormente.    Esa brecha creciente entre la matrícula privada nacional y la metropolitana se mantiene cuando se toma el promedio del resto del país, sin la ciudad de Buenos Aires: en 1969 los alumnos inscriptos en colegios privados representaban el 32% (contra 37% de nuestra ciudad), en tanto que en 2008 llegaba a 27% (contra 47% de la Capital). Dicho de otra manera: en cuarenta años la diferencia de la matrícula privada entre la Ciudad y el resto del país trepó de cinco a veinte puntos porcentuales.     La política educativa del actual gobierno de la ciudad de Buenos Aires tiende a reforzar esta tendencia al crecimiento de la matrícula privada en desmedro de la estatal. Esto se refleja numéricamente en los datos del presupuesto destinado a la educación: mientras la participación del presupuesto educativo en el total del presupuesto de la Ciudad fue disminuyendo desde el 2002 en adelante , la partida destinada a la educación privada creció de manera sustancial durante la gestión Macri, duplicando el monto que tenía cuando asumió el actual Jefe de Gobierno. En forma paralela, pero seguramente no casual, los fondos para infraestructura de escuelas estatales se redujeron a menos de la mitad de lo que eran antes de iniciarse esta gestión .

Por Josefa Prada y Carlos Holubica.