Economía

Que habria que hacer con el tipo de cambio en 2013? Una discusión sobre alternativas.

Por Pablo Tonelli, economista.

La columna económica semanal de Pablo Tonelli.

Durante el 2013 la situación del frente externo de la economía será más favorable. En primer lugar tenemos la recuperación de la cosecha y de la economía brasileña. Lo primero implica que la Argentina podría alcanzar una producción récord próxima a los 110 millones de toneladas, entre  8.000 y  10.000 millones más de oferta de dólares. A su vez los compromisos externos ligados a la Deuda se reducen a U$S 4.600 millones, si asumimos que el crecimiento de la economía argentina este año no dispara el pago del cupón atado al PBI, que debería superar el 3,25 % para que ello tuviera lugar. (El Presupuesto elevado por el Poder Ejecutivo prevé este pago con la utilización de las Reservas del BCRA, lo que es lógico porque la autoridad económica no deber generar expectativas negativas). En esta nota no lo asumimos. No es el propósito de este artículo debatir teóricamente los determinantes del tipo de cambio en las diferentes concepciones económicas sino evaluar alternativas tomando una posición definida a-priori. La Argentina posee una estructura productiva desequilibrada como afirma la clásica expresión del Ing. Marcelo Diamand, coexiste un sector primario exportador cuya productividad se alinea con la internacional y un sector industrial heterogéneo, que en conjunto posee una productividad menor, siendo en las empresas de menor escala y competitividad en donde se concentra el grueso del empleo industrial. Este dato, que acompaña el desempeño productivo argentino  ha sido el origen de las recurrentes crisis cambiarias del país y sus ciclos de crecimiento, estancamiento y retroceso. El sector industrial se muestra incapaz de generar las divisas que aseguren el crecimiento a largo plazo y los dólares provienen del sector primario que posee una notable masa de riqueza afincada en la renta diferencial de la tierra. La salida de este atolladero pasa por dotar a la industria de un nivel de productividad que la acerque a los estándares internacionales. Cómo se hace esto? Con una estrategia y una política industrial que incremente el volumen de inversión por obrero ocupado, es decir generar mayor valor agregado con más y mejor tecnología de productos y de procesos productivos. Implica una mayor escala productiva en el segmento pyme, un política de sustitución de importaciones focalizada en los sectores cuyo componente importado supera a su volumen de producción, el fomento de nuevos sectores de contenido tecnológico, la estructuración de cadenas de valor (no solo en el sector agroindustrial) y la profundización del compromiso inversor de los grandes grupos económicos. La historia de la industrialización en la Argentina no pudo superar este escollo y largos años de políticas centradas en las ventajas comparativas de los recursos naturales, la apertura externa y el endeudamiento provocaron el cierre de establecimientos, la desestructuración productiva y la caída del salario y del empleo. El sector industrial se ha recuperado fuertemente desde 2003 pero el problema de la productividad del mismo sigue vigente. Afirmo categóricamente que una política industrial de estas características, una estrategia de largo plazo es la única solución al problema del tipo de cambio en la Argentina. Es decir, cuando se eleve la productividad del sector industrial a niveles próximos a los internacionales este problema agudo desaparecerá.  El problema que esto no se puede obtener de un día para otro, ni con el mejor plan, ni con los mejores incentivos crediticios o para-arancelarios, ni con la más aceitada gestión. Desarrollar esta estrategia no obstante es ineludible.  El problema es la resolución de la coyuntura y en ésta  se juega el éxito o el fracaso de cualquier plan. Es decir estamos ante un dilema de política económica, la que, no me canso de repetir, es un arte.  El tema en debate claramente es el del deterioro del tipo de cambio real producto de una tasa de inflación local mayor a la de nuestros principales socios comerciales no compensada por sus fluctuaciones nominales frente a esas  monedas, porque el tipo de cambio debe compensar las diferencias de productividad del sector industrial para asegurar el crecimiento. Una vez establecida mi posición, pasemos a las alternativas posibles, sus costos y beneficios: A mi juicio y vuelvo a repetir como correlato de una estrategia industrial ineludible, existen tres alternativas: 1.    La devaluación lisa y llana del peso. 2.    La continuidad del esquema actual de tipo de cambio administrado 3.    La profundización del actual esquema de tipos de cambio múltiples, hacia el desdoblamiento cambiario. Con respecto a la devaluación lisa y llana, en los hechos llevar el dólar oficial al nivel del dólar marginal voy a insistir con lo que expresé en otras ocasiones: ¿Una macro devaluación puede ser la precondición para sostener la competitividad de las exportaciones industriales argentinas?   Más allá de razones políticas, ideológicas e incluso éticas de justicia distributiva, es acaso viable hoy esa devaluación con una clase trabajadora organizada, con bajo nivel de desocupación y un mercado interno tonificado por la demanda? No, ciertamente.   Obligaría a intentar neutralizar el impacto inflacionario que conllevaría una mega devaluación con políticas contractivas de la demanda, tanto monetarias como fiscales y existiría el peligro latente de que en un par de meses todo volviera a estar en su punto de origen o que la recesión inducida por el ajuste fiscal y la contracción monetaria nos llevara a las antípodas de los objetivos de crecimiento, distribución e inclusión. Por otra parte una medida horizontal (para todos igual) de este tipo beneficiaría enormemente al sector exportador primario que ya es competitivo al actual tipo de cambio, retenciones incluidas y que no debería ser el objeto central de esta norma. La segunda alternativa tendrá más margen en 2013 que en 2012 a priori. En primer lugar contará con un colchón de dólares inexistente este año y que llevó al estricto control de cambios. Esta alternativa implica en los hechos que el mayor ritmo devaluatorio que se viene produciendo desde este año haga que el tipo de cambio oficial converja con un dólar paralelo estabilizado porque se aflojan las presiones y tensiones sobre la oferta del dólar oficial que será mayor. Pero existen dos incógnitas a mi juicio: Mayor actividad industrial implica mayor importaciones, sobre todo las imprescindibles de insumos y bienes de capital, lo que tenderá a disminuir el superávit comercial externo. La segunda incógnita es que ocurrirá con la demanda de dinero? Hacia donde se canalizará el excedente económico? Aumentará la inversión al ritmo que la industrialización requiere en el sector productivo?  Los depósitos a plazo fijo en digamos los niveles actuales de la tasa de interés canalizarán la masa de pesos?  Seguirá firme el consumo de los sectores de mayores ingresos en la búsqueda de automóviles o bienes durables? Si todas estas preguntas tienen una respuesta virtuosa, incremento de la inversión y de la demanda de dinero se corre el riesgo adicional que el escenario 2014 no sea tan favorable en términos de holgura del sector externo y volvamos a encontrarnos con el mismo problema de 2012 a fines del próximo año. Y eso a quién le importa me contestarían legiones de pragmáticos?  La vamos llevando como dice un amigo mío. La tercera alternativa implica profundizar el actual esquema de tipos de cambio diferenciados y múltiples. Qué es esto? Actualmente las retenciones a la exportación agropecuaria implican que el tipo de cambio efectivo que percibe el sector exportador primario y las retenciones móviles que perciben por ejemplo los biocombustibles sean menores que el tipo de cambio que percibe el sector industrial exportador que en líneas generales no posee retenciones y su tipo de cambio efectivo es el precio pleno., el que ha sufrido los mayores deterioros inflacionarios y afecta la competitividad del sector en promedio. La alternativa es profundizar la diferenciación en el tipo de cambio, esto es un tipo de cambio como el actual, llamémoslo comercial, que seguirá el ritmo de devaluaciones que marca su dinámica presente por el que se canalizarían las importaciones industriales (que permitirían su abaratamiento contra el otro tipo de cambio) y las exportaciones primarias, con lo que no se afectaría el salario porque no se elevaría el valor de los alimentos. Y otro tipo de cambio, llamémoslo industrial y financiero, por el que se canalizarían las exportaciones industriales, el turismo, las remesas de utilidades, los movimientos de capitales del sector privado, las importaciones industriales de bienes finales y artículos de consumo y un nivel claramente establecido de atesoramiento en divisas. No sería afectado el salario porque los bienes de la canasta básica no se encarecerían y las tensiones inflacionarias no afectarían del mismo modo que hoy la competitividad de la industria, que tendría a su vez en el tipo de cambio industrial importador un costo límite a la política de sustitución, que evite la tendencia a la autarquía y la falta de escala en la producción. A mi juicio esta alternativa es la preferible, no sin costos, nada lo es. Los reclamos por la unificación serían la nueva bandera del sector exportador primario y su fuerte lobby mediático y de poder, pero permitiría realizar política económica con mayores márgenes y libertades. Creo humildemente que esta discusión no está alejada en el tiempo. No he sostenido el desdoblamiento en el pasado, pero la realidad y sus determinaciones nos obligan a ir perfilando día a día los instrumentos en el sutil arte de la política económica.