Opinión

Por Miguel Ángel Barrios

La Iglesia, el Papa y la nación latinoamericana

La elección como Sumo Pontífice del Cardenal y Arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio como su Santidad Francisco, nos obliga a repensarnos desde la inteligencia histórica. La Historia constituye el movimiento dinámico de los pueblos en la búsqueda de su dignidad en tiempo y espacio.

Debate y proyecciones que significa el primer Papa latinoamericano y además argentino.

 

La Memoria nos interpela en forma dinámica. Encapsular la Memoria, implica embalsamarla. Analizar al Papa Francisco desde las categorías de progresistas-conservadores, conservadores-hiperconservadores, procesistas-no procesistas, nos parece válidos y respetables. Sin embargo se corre el riesgo de sumergirse en un reduccionismo total y ver la historia desde el bien y el mal, y la historia es una lucha incesante de centros y periferias y no un problema moralistal. Trataremos de brindarle otra óptica, reconociendo la validez de todo lo que se ha dicho y del debate y proyecciones que significa el primer Papa latinoamericano y además argentino. Bienvenido el debate.

Nosotros nos quedamos con las afirmaciones hacia la figura del Papa Francisco, de figuras como Leonardo Boff, Adolfo Pérez Esquivel y Alicia de Oliveira, en lo que hace al papel de no complicidad de Bergoglio con el régimen militar violador de los derechos humanos. Meter a todos en la misma bolsa, confunde. Y en este aspecto, estas tres figuras aclaran, lo amorfo.

También, nos parece sumamente importante puntualizar que nunca existió un enfrentamiento personal entre el Presidente Néstor Kirchner o la Presidente Cristina Fernández de Kirchner con el entonces Cardenal. Lo que si existió, fueron divergencias con respecto a medidas del gobierno, en lo que hace al matrimonio igualitario, por ejemplo. Pero, esto es más que una obviedad, ya que la postura oficial de la Doctrina Social de la Iglesia, no contempla esa posibilidad y éste, es uno de los principales puntos de la agenda que debe afrontar el flamante Papa Bergoglio, más que un líder político, es un cuadro religioso-político de la Iglesia Católica. De ahí, a que oportunistas, como militares procesistas, o políticos cortoplacistas, levanten la figura del Papa como sinónimo de oposición al gobierno es un insulto a la Historia y viceversa en este caso, podemos terminar siendo funcionales a esta opereta.

Y, por otro lado, el Cardenal Bergoglio apoyó todas las medidas de inclusión del gobierno, ya sea las asignaciones familiares por hijo, la educación como inclusión, la Ley de Medios como vía de democratización de los sistemas democráticos, el rechazo a las políticas neoliberales y las prácticas anacrónicas del Fondo Monetario Internacional, y un fuerte trabajo en las villas contra la pobreza, como lo atestiguó un referente importante, como Emilio Pérsico.

Pasamos ahora, al hecho histórico que trasciende al hombre, en un momento singular de la Historia de la Iglesia como pueblo Universal y de América Latina en su camino hacia la Patria Grande .El circulo cultural latinoamericano tiene su raíz en la Iglesia católica, por eso, los Movimientos Nacionales Populares no cayeron en el anticlericalismo oligárquico de la segunda mitad del siglo XIX de nuestras repúblicas insulares.

La Iglesia Católica se encuentra ante el enorme desafío como Pueblo Universal-para todos los que nos consideramos católicos- de recuperar el sentido de «Misión».Sin conciencia histórica hay algo siempre débil y frágil, y solo desde la conciencia histórica se capta el carácter de la época. Y seriamos necio desconocer, la parálisis eclesial existente, por la debilidad de conciencia histórica ante los gigantescos desafíos que le plantea el sistema mundo, que llevó a Benedicto XVI a renunciar y reconocer la «falta de fuerzas espirituales y físicas» para continuar en el papado, en un hecho inédito desde hace 600 años.

Siempre hubo en la historia del catolicismo empíricamente Iglesias «protagonistas» y «receptoras». América Latina recibe el protagonismo de la misión de la Iglesia Hispánica del siglo XVI.

En verdad, existen cuatro momentos de repulsión teológico-político en América Latina. El primero se reconduce a los años de la fundación de la catolicidad latinoamericana originada por Bartolomé de las Casas con respecto a los derechos indígenas. De esta primera etapa, nace el Derecho Internacional con Francisco de Vitoria.

La segunda, es el liberalismo anticlerical que sirve de ideología oficial de las repúblicas agromineras exportadoras productos de la balcanización. Aqui la Argentina del «orden conservador» o el «régimen», al decir de Hipólito Yrigoyen. El cura Brochero, era el cura de los pobres del yrigoyenismo. Y posiblemente beatificado por el papa Francisco personalmente.

La tercera, un debate más interno, entre un catolicismo elitista y jerárquico o la «nueva cristiandad», planteado por Maritain – de gran influencia su «Humanismo integral» en la formación del entonces Coronel Juan Perón.

Y la cuarta, es la Teología de la Liberación post Concilio Vaticano II. Esta última, es la primera estrictamente latinoamericana. Más allá, de las apasionantes polémicas y de sus diferentes vertientes, la Teología de la Liberación unificó la opción preferencial por los pobres y la justicia. Y dentro de ella, la variante de la Teología de la Cultura, representada por figuras como el Padre Lucio Gera, Monseñor Gerardo Farrell y por el teólogo y filósofo uruguayo, Alberto Methól Ferré. Esta Teología, variante de la oleada de la Teología de la Liberación, acentúa el tema de la religiosidad popular, de los pobres y la cultura, y la de la revalorización de la historia latinoamericana, de la Patria Grande.

Con el papa jesuita Francisco, primer jesuita y latinoamericano, donde las Misiones fueron las «Tierras sin Mal», de donde salieron Artigas y el Mariscal López, donde hoy es el Mercosur, tal vez, se inicie un quinto momento, donde la Iglesia Latinoamericana sea fuente. Pasar de la Iglesia reflejo a Iglesia fuente.

La sola observación estadística muestra que la mayor parte del pueblo católico diseminado en la tierra se encuentra en América Latina.

El Mercosur, el Alba, la Unasur y la Celac potencia a la Iglesia como pueblo de Dios y el Papa, únicamente se potencializará con nosotros. Es una interconexión mutua y reciproca. Los pueblos sin misión, mueren y los hombres, sin visión, también mueren. Aquí reside la necesidad de interpenetrarnos con el Papa desde nuestra identidad y nuestra historia.

Como anécdota personal, muy simple, de las infinitas que se han contado en estos días, contaré algo que me atañe, y tiene que ver, con este sentido de esperanza. Mi tesis doctoral en Ciencia Política presentada en la USAL bajo la dirección de Alberto Methol Ferré-al cual Bergoglio admiraba y presento su libro «La América Latina del Siglo XXI- fue «El Latinoamericanismo en el Pensamiento Político de Manuel Ugarte», publicado en el 2007. Un día, me sorprendió una llamada breve del Cardenal Bergoglio, diciéndome «ha llegado la hora de la Patria Grande», en relación al libro.

Si es fiel a la historia de la Compañía de Jesús -recemos por él, como él nos pedía y pide- y que describiera muy bien Alberto López Girondo en su nota del 15 del corriente, el Pueblo Católico Universal será potencializado por Nuestra América y la Patria Grande potencializará al Papa a favor de los débiles del mundo.

– Miguel Ángel Barrios, doctor en ciencia política, autor de «El Latinoamericanismo en el pensamiento político de Manuel Ugarte».