Ciudad

Desde el Instituto Arancibia denuncian que quieren demoler su edificio para extender el Metrobus

La comunidad educativa del establecimiento, donde jóvenes en situación de calle terminan la primaria, celebró el aniversario de la Independencia en un acto en el que denunció la amenaza de demolición por parte del gobierno porteño.

Reyes: "Un rumor desde hace ya unos meses pero nosotros consideramos que es imposible debido a nuestra cercanía con el ex centro clandestino de detención (CCD) Club Atlético, que es un monumento histórico y, por tanto, no lo pueden tocar".

Desde poco antes de las 10, estudiantes, docentes y organizaciones sociales cortaron la calle Cochabamaba entre Paseo Colón y Azopardo y comenzaron a montar el escenario, además de los puestos de venta de comidas caseras, de la revista que hacen los chicos del instituto «La realidad sin chamullo» y de otros emprendimientos escolares. «El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires todavía no notificó nada formal, pero la semana pasada vino un funcionario porteño a decirnos que no se habían realizado las obras que nos habían prometido porque el edificio sería demolido por el Metrobús», detalló a Télam Susana Reyes, directora del Instituto, ubicado en Paseo Colón 1318. El desalojo de la manzana, en la que también se encuentra el Centro de Atención Integral a la Niñez y Adolescencia (Caina) es, según explicó Reyes, «un rumor desde hace ya unos meses pero nosotros consideramos que es imposible debido a nuestra cercanía con el ex centro clandestino de detención (CCD) Club Atlético, que es un monumento histórico y, por tanto, no lo pueden tocar». El ex CCD Club Atlético se encuentra bajo la autopista, entre Cochabamba y San Juan, y parte de las actividades del acto de hoy tuvieron que ver con recordar a las víctimas del terrorismo de Estado y los hechos durante la dictadura iniciada en 1976. Sobre los bancos de las aulas, que se habían ubicado en forma de círculo sobre Cochabamba, las personas se recostaban arriba de papel madera y estudiantes y artistas plásticos plasmaron sus siluetas. «Elegimos las siluetas como forma de vincular a los desaparecidos de ayer con los invisibilizados de hoy. Por un lado están las que se hacen en papel madera que las pondremos alrededor de la escuela, y por el otro las que se hicieron de plástico, que las pondremos sobre el Atlético, el Isauro y el CAINA», explicó por su parte Inés García Guerreiro, docente del Isauro. Y continuó: «las siluetas de plástico fueron a la vez intervenidas con objetos de la vida cotidiana, tapitas, corchos, telas, pinturas, como una forma combinar el pasado con la actualidad». Mientras, unos 15 chicos del grado de nivelación cantaron «La Vicuñita», entre la emoción de sus familiares que les sacaban fotos y los docentes que constataban con orgullo cómo los chicos se habían aprendido la letra. «A nuestro programa para finalizar la primaria asisten mayores de 18 años, pero como teníamos hermanos e hijos de los chicos entre 6 y 12 años creamos un grado de nivelación, donde lo que hacemos es preparar a cada niña y niño para que alcance el nivel que le corresponde según la edad y pueda luego ir a una escuela común», contó Lila Wolman, bibliotecaria del Isauro. Unos minutos después y sobre el escenario, Aarón, un joven entrerriano que llegó a Buenos Aires hace tres meses y desde entonces se encuentra en situación de calle, leyó una carta en la que relató cómo son los días en el Isauro: «Los chicos vienen buscando contención ya que nadie los trata como chicos», dijo e inmediatamente un compañero arengó al público: «Aplaudan o se quedan sin locro». Tras dar «aire a la radio abierta» y en otro escenario diferenciado del acto escolar, los legisladores porteños José Cruz Campagnoli (Nuevo Encuentro), Lorena Pokoik (Frente para la Victoria) y Pablo Ferreyra (Izquierda Popular) detallaron el pedido de informe que presentaron en el que se pidieron explicaciones al Gobierno porteño por las obras que no se hicieron en el Isauro. «Cuando se vendió el Catalinas se dispuso por ley que una parte del dinero se destine al Isauro para llevar adelante una serie de obras de remodelación que la institución necesita para funcionar. Las obras debían comenzar a principio de año», detalló Pokoik. Cada días 200 personas -entre quienes van al jardín, al grado de nivelación y a la primaria para adultos- asisten al edificio del Isauro donde no hay conexión de gas ni estufas, y donde no se realiza ninguna tarea de mantenimiento por parte del Estado. En este contexto, el equipo de docentes logra dar clases y brindar contención a niños y jóvenes que en su mayoría se encuentra en situación de calle, a quienes más allá del título dan la posibilidad de imaginar su futuro.

Fuente: Telam