“La participación de los trabajadores en el ingreso es una de las preocupaciones prioritarias tanto para los gobiernos que se definen como “nacionales y populares” como para los que asumen una identidad neoliberal pero por motivos opuestos.” Sostienen en la introducción de su informe Pablo Manzanelli, Leandro Amoretti y Eduardo M. Basualdo integrante de CIFRA – Centro de Investigación y Formación de la República Argentina.
El informe del mes de Julio, sobre la distribución del ingreso en la etapa actual de gobierno del Frente de Todos, arroja números que desnudan la descomunal tensión social que habita el bolsillo del conjunto de los que habitan éste suelo. Demuestra una variable económica inalterable desde hace seis años, en los que la pérdida del poder adquisitivo alcanza los 20 puntos.
Los autores, destacan que los gobierno nacionales y populares se proponen mejorar la distribución del ingreso, mientras que aquellos de neto corte neoliberal pretenden “disminuirla aumentando el excedente en manos del capital y obscurecer la visión de esa situación”. En el gobierno del Frente de Todos, la tendencia habla por si sola.
El informe destaca que entre 2016 y 2021, medidos los salarios en precios constantes, “los asalariados perdieron 7,7 billones de pesos de 2021, prácticamente equivalente a 70 mil millones de dólares de diciembre del 2021, los cuales representan el 19,5 % del valor agregado promedio entre 2016/21, habiéndose registrado la mayor la pérdida durante el gobierno actual: poco más del 50% en ambas variables”, representando la demostración mas firme de la brutal transferencias de ingresos regresiva registrada en éste ciclo.
“La crítica situación de los ingresos populares junto al acuerdo con el FMI trajo aparejada una crisis de gobierno que también es necesario indagar porque es otro factor que conspira contra la solución de la problemática aquí tratada. Por esa razón en el próximo apartado se encara una aproximación breve y general a esa crisis política que signa a la alianza de gobierno” destacan en el informe.
La inflación como herramienta de disputa económica
La política es la disputa por el excedente económico. Quién gana y quién pierde en una determinado tiempo político, termina por caracterizar adecuadamente el sentido ideológico de quien condujo ese momento.
Durante los últimos años, en la Argentina, por acción de los incrementos constantes y siderales de precios, el sector empresario maximizó sus ganancias y los trabajadores perdieron duramente.
“las abultadas transferencias del trabajo al capital y la consiguiente recomposición de las ganancias en estos sectores estuvieron influenciadas, al menos en parte, por un ajuste en los precios que fue superior no solo a los salarios nominales sino también al aumento de precios en el resto de las actividades económicas. En otras palabras, se trata de los principales beneficiarios de la estructura de precios y rentabilidades relativas que tendieron a imponer las devaluaciones que signaron la crisis de 2018-19 como la que tuvo lugar en el marco de la pandemia en 2020 con su peculiar recuperación en 2021” señalan en el informe al hacer referencia a la industria y al comercio sobre sus márgenes de ganancia.
El informe de CIFRA que compartimos a continuación, se encuentra en sintonía con aquél reporte del mes de Mayo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) que arrojó la siguiente conclusión: “Si la inflación continúa al mismo ritmo que tuvo durante los primeros cuatro meses de este año, cuando termine 2022 los trabajadores habrán perdido 1,4 salarios mínimos adicionales, sin importar que sus sueldos hayan aumentado en la misma proporción que los precios”.
Duele el bolsillo de los argentinos. Y ese es un problema bien real que enfrenta la inmensa mayoría que habita este país.
Es un conflicto real y efectivo que se materializa cotidianamente, cada vez que un ciudadano real, de carne y hueso, se para frente a una góndola para comprar algo de alimento.
Son tensiones silenciosas que atraviesa el malhumor social, muy alejada de los debates superestructurales, muy atomizada y carente de agenda política aglutinante. Pero está ahí, castigando la legitimidad de la política de una manera preocupante.
En ese laberinto se ha perdido la esperanza que habitaba el Frente de Todos, en medio de una realidad que refleja hartazgo social y con un futuro de dependencia económica aún mas preocupante.