Opinión

«Libia, ahora, es un gran pantano»

Por Pedro Brieger Telam

Nadie parece saber cómo destrabar la crisis política de Libia. Por un lado, el gobierno de Muammar Kaddafi mantiene el control sobre Trípoli, donde goza de cierto apoyo popular y la revuelta en su contra parece haber fracasado. Por el otro, la heterogénea oposición ha logrado sostener su principal bastión en Bengasi, la segunda ciudad del país, a mil kilómetros de la Capital. Las tropas de Kaddafi pueden tomar alguna pequeña ciudad del este, pero la intervención de la OTAN les impide un triunfo total.Objetivamente, la distancia entre ambas ciudades/regiones representa un escollo para la victoria de unos y otros. Por eso crece el temor que este escenario lleve a dividir el país como única salida posible.Los opositores a Kadafi, que en un primer momento se oponían a una intervención extranjera y apostaban a un levantamiento también en Trípoli, ahora piden una mayor ingerencia de la OTAN, o quien fuere, para derrocar a líder libio.Sin embargo, no existe un consenso internacional respecto de lo que hay que hacer en Libia.La resolución 1973 de Naciones Unidas sostenía que el principal objetivo era proteger a los civiles, algo que ni siquiera parece haberse logrado, aunque era obvio que el “espíritu” de la resolución implicaba derrocar a Kadafi.En un artículo conjunto -publicado simultáneamente en inglés y francés- Barack Obama, David Cameron y Nicolás Sarkozy reconocen que la resolución 1973 “no era para remover a Kadafi por la fuerza.Pero es imposible imaginar un futuro para Libia con Kadafi en el poder (…) Kadafi debe irse, y para siempre”.“Más claro, échale agua” dice un refrán popular.Claro que no todos están de acuerdo con esta postura, ni siquiera en la OTAN.Esta semana Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (el BRICS) se reunieron y plantearon la necesidad de encontrar una fórmula de diálogo entre Kadafi y la oposición.Por ahora, nadie sabe cómo salir del pantano.