Política

Una movida que desnuda la interna entre Berni y Garré

En Prefectura afirman que la culpa fue de Sergio Berni, secretario de Seguridad de la Nación, quien habría provocado la insubordinación de los suboficiales para culpar a la cúpula de la fuerza de seguridad por la situación. Escenarios armados, errores administrativos y una situación que genera un nuevo malestar.

Berni y Garré en buenos viejos tiempos. Ahora están en medio de una crisis anunciada.

Efectivos de Gendarmería han decidido sumarse al de Prefectura, situación que complica notablemente el escenario para el Ministerio de Seguridad de la Nación, en especial respecto de la continuidad del plan desplegado en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires, que fue la única tarea importante que realizó hasta ahora el equipo de Nilda Garré y Sergio Berni.

 

Más allá de eso, en las últimas horas la ciudadanía presenció un espectáculo de parte de Prefectura Naval Argentina que nunca había sucedido anteriormente  (a excepción de alguna sublevación de la Agrupación Albatros ocurrida en 1990): cientos de efectivos de la Prefectura Naval Argentina vestidos de uniforme (aunque sin armas, para evitar dobles interpretaciones) se negaron, simultáneamente, a cumplir tareas en distintas reparticiones de la fuerza, al haber recibido sus salarios del mes con podas en algunos casos superiores al 50%.

 

La grave situación obedece a la implementación de una reestructuración salarial que eliminó una serie de suplementos incrementó los haberes básicos pero terminó con los amparos judiciales que casi la totalidad de la fuerza tenia en curso en resguardo de sus haberes.

 

Esta situación ha sido similar en las Fuerzas Armadas, pero tal vez los ánimos de los militares están tan minados ya que soportaron mansamente aceptando lo que no toleró la fuerza policial Prefectura, que ya demostró su valor en Malvinas (el único derribo de un avión enemigo por parte de una unidad naval lo hizo un cabo maquinista de la PNA que jamás había disparado una metralla).

 

El decreto fue pergeñado, diagramado y puesto en práctica por la ministra de Seguridad de la Nación, Nilda Garré, consciente absolutamente de las consecuencias en el haber final de bolsillo del personal de Prefectura y Gendarmería, pero subestimando la reacción de los uniformados.

 

El conflicto iniciado en horas de la mañana del martes 02/10 arrancó de una manera muy ordenada: los suboficiales entregaban sus armas y se negaban a prestar servicios pero permanecían en el interior de sus destinos.   

 

Sin embargo, con el correr de las horas y con la presencia del todopoderoso secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, en el Edificio Guardacostas se produjo una mutación radical del conflicto que no deja lugar a dudas de la inducción a la politización del mismo por decisión y conveniencia de Berni.

 

Inicialmente, Berni les pidió que abandonaran la protesta con el compromiso de dejar sin efecto el decreto dentro de 24 horas, para que volvieran a cobrar los sueldos como el mes anterior. José Luis Cabaña, representante del cuartel Cinturón Sur de La Boca, explicó que la propuesta fue rechazada porque «más allá de que la disolución del decreto beneficia a más de 5.000 efectivos que lograron una medida cautelar para no verse afectados, el reclamo involucra a mucha más gente que es la que hoy está reclamando».

 

Los prefectos entregaron a Berni un petitorio con 10 puntos entre los que se destacan la nueva grilla salarial con el mínimo de $7.000, el respeto a los derechos adquiridos, la contratación de una ART para el personal, el cese de la aplicación del decreto y la garantía al no castigo. Este último apartado respondía a que, según denunciaron varios prefectos ante la prensa, los oficiales -superiores de los manifestantes- amenazaron con represalias si participaban de la protesta.

 

Luego hubo una conversación de Berni, a solas con los suboficiales, y, curiosamente, entonces se conocieron las primeras declaraciones de un joven cabo de 27 años diciendo: “Queríamos dejar en claro que el reclamo no es contra el Ministerio de Seguridad sino contra la cúpula de la fuerza”.

 

Es cierto que hay responsabilidad de la conducción de la fuerza en su pasividad durante meses ante la ridícula estructura del salario de la Prefectura. Pero el escenario fue más allá de eso: se sucedieron escenas muy complicadas, a causa del comportamiento de los uniformados cortando calles en el acceso a Puerto Madero y gritando de una manera más parecida a una barrabrava de fútbol que a hombres de una institución policial. Y comenzaron las agresiones (leves y mayoritariamente de palabra) a oficiales superiores de la fuerza. En horas de la noche ocurrió una literal privación ilegítima de la libertad de decenas de oficiales superiores y jefes, quienes fueron impedidos de abandonar el edificio Guardacostas hasta que no se brinden «soluciones satisfactorias».

 

El reclamo por la mala liquidación de los sueldos mutó al reclamo de otras condiciones, vía un petitorio que fue leído ante las cámaras y micrófonos de la TV, y hasta ocurrió una extraña reunión de un grupo de suboficiales con el ministro de Economía de la Nación, Hernán Lorenzino, ‘puenteando’ totalmente a la conducción de la fuerza, la que días antes había obtenido el visto bueno del ministro para liquidar los nuevos valores.

 

La Estrategia Berni

 

Fuentes de la PNA indicaron que la negociación de Berni con los revoltosos fue sencilla, más o menos en términos tales como: “Yo les anulo el decreto y cobran como antes pero Uds. me arman un poco de bardo interno para culpar a la cúpula de la fuerza. El decreto no es el problema, el problema es la mala interpretación del mismo por parte del prefecto general Oscar Arce”.

 

De esta manera Berni creyó que podía destrabar el conflicto. 

Fuente: Urgente 24