Política

Otra semana con la ideología en llantas

Siguen las giras de funcionarios y gobernadores por Estados Unidos consolidando la dependencia económica de nuestro país. Mientras, Massa presenta un presupuesto nacional que tiene como gasto principal los servicios de la deuda. Retórica antiobrera y la calle atravesada de conflictos. La necesidad de rescatar al peronismo de esta locura.

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En la Ciudad de Buenos Aires, ahí donde la alianza cambiemos gestiona con uno de sus candidatos a presidente como cara visible, el movimiento estudiantil decidió ocupar los colegios con una multiplicidad de reivindicaciones. Una de ellas, que se los obligue a trabajar gratis.

Horacio Rodríguez Larreta decidió exacerbar su perfil de dirigente de derecha y envío la policía a la puerta de la casa de los padres, persiguió a los alumnos y comenzó a construir una campaña de comunicación para estigmatizar la lucha de los estudiantes.

Mientras los colegios estaban ocupados, las calles estaban tapizadas de carpas en un nuevo acampe de miles y miles de pobres que en nuestro país necesitan pelear para garantizar un ingreso popular de miseria. En la Plaza de Mayo, el Bloque Social por el Trabajo reunía miles y miles de personas para exhibir en una feria popular enorme el trabajo de miles de compatriotas y plantar la voluntad política de “frenar el ajuste que pretende imponerse sobre los mas humildes de nuestra Patria” como señaló Alejandro Coco Garfagnini.

Ese mismo día, seguía escalando el conflicto de los trabajadores del neumático. El gobierno nacional, por su parte, negaba el diálogo mientras las carpas estuvieran en la calle y estigmatizaba el conflicto gremial contra las multinacionales para negociar salarios que le permitan ganar la inflación.

Gobernadores en Estados Unidos ofreciendo bienes comunes que consideran de su propiedad y un Ministro de Economía en Argentina que presentaba un presupuesto que tiene como principal gasto previsto para todo el 2023 el pago de la deuda externa.

Si un incauto analista político extranjero llegara a la Argentina y observara las postales de esta semana, estaría sumamente confundido si escuchara de alguna voz intencionada que hay una grieta profunda en el sistema político que divide a la derecha de Larreta del peronismo del Frente de Todos.

Confunde la dinámica política al incauto analista extranjero y deja la representación política por el piso de cara a nuestro pueblo, esta profunda anomalía política de coincidencias agrietadas.

El sentido del peronismo

El peronismo, como rasgo distintivo de su nítida condición de movimiento de masas, es capaz de contener en su interior contradicciones y tensiones en forma crónica. El sentido del peronismo, en efecto, es un permanente escenario de disputa, lo que convierte en mucho más fácil explicar al peronismo por lo que NO ES que por lo que ES.

El peronismo NO ES una fuerza política que se ofrezca como instrumento de subordinación nacional a los intereses extranjeros. En efecto, la genética del peronismo marca en aquella dicotomía entre Braden o Perón uno de sus grandes fenómenos fundantes.

El decrépito imperialismo británico de mitad del siglo pasado y el naciente imperialismo norteamericano, encontraron en el peronismo una frontera de defensa de los intereses argentinos.

En alguna editorial anterior hemos recordado aquella frase que Perón le espetó al entonces embajador de Estados Unidos Spruille Braden, cuando le dijo “Mire embajador… yo creo que los ciudadanos que venden su país a una potencia extranjera son unos hijos de puta. Y nosotros no queremos pasar por hijos de puta”.

Otro rasgo distintivo de lo que NO ES el peronismo habita en su propia marcha, cuando se canta “combatiendo al capital” o en la definición del movimiento obrero como su “columna vertebral”. Esos elementos nos evidencian que el peronismo NO ES un instrumento político al servicio de las corporaciones económicas para disciplinar salarios a los trabajadores para garantizar rentabilidad a destajo al sector empresario.

El estado de visita constante, la promoción desvergonzada y la complacencia estratégica con la que determinados funcionarios y dirigentes se pasean por la embajada norteamericana a rendir pleitesía a su titular, Marc Stanley; sumado ahora al giro antiobrero con el que se relató el devenir del conflicto que mantuvieron los trabajadores del neumático con tres empresas que monopolizan el sector, sin dudas, no dejan muy en claro si aún se conserva algún nervio de peronismo en el golpeado cuerpo político de la actual configuración del Frente de Todos.

 

Gobernar para Estados Unidos

Es difícil encontrar rasgos de peronismo, siquiera difusos, en la acelerada y dramática dinámica que adquirió el Gobierno Nacional -en su conjunto- una vez convalidado el acuerdo con el FMI para reestructurar las condiciones de dependencia económica a la que nos había condenado Mauricio Macri.

No se trata de una pretensión de extremismo ideológico del peronismo revolucionario reclamarle a los dirigentes en funciones de gobierno al que accedieron en nombre y representación del peronismo, que abandonen la ruinosa campaña publicitaria individual de andar paseando por Estados Unidos ofreciendo la riqueza nacional como en una feria.

Con 8 días de diferencia las corporaciones petroleras de Estados Unidos se reunieron con Sergio Massa, el flamante Ministro de Economía, con todo su gabinete y luego con el propio Presidente de la República, Alberto Fernández (mencionados por orden cronológico y de poder real).

Grupos económicos de distinta terminalidad extractiva, los fondos de especulación financiera que dinamizan la extorsión de la deuda externa, fomentan golpes de mercado y operan para asegurar la fuga de capitales, fueron convocados a materializar inversiones extranjeras en el país, en el que se ofrecen salarios bajos, tasas impositivas de remate y, por sector, se autoriza giro de divisas al extranjero.

Lo hicieron Massa, Alberto Fernández y con otros 10 días de diferencia, ahora el Ministro del Interior Wado de Pedro junto a ocho gobernadores del norte grande que desguazaron el triangulo del litio para ofrecer un bien estratégico por las partes en lo que constituye una fase superior de la Constitución de 1994 y han logrado bautizar como “geopolítica de las provincias”.

La reciente gira de “Wado” de Pedro, a quien la enviada especial por Infobae a Estados Unidos para cubrir la gira -Nancy Pazos- bautizó como “El canciller de la Campora” con licencia para reunirse con opositores, empresarios, lobbistas, etc., es una prueba contundente de la falta de fisuras que existe en el Frente de Todos a la hora de diseñar un alineamiento de subordinación con Estados Unidos a rajatabla.

Es tan grotesco el giro hacia la dependencia geopolítica a los intereses norteamericanos, que la única oportunidad en la que Sergio Massa utilizó la palabra “soberanía” para presentar el Presupuesto Nacional para el 2023, fue al mencionar el rechazo a una iniciativa china en la Provincia de Tierra del Fuego. Si el imperialismo yanqui no fuera tan brutal y cruento, y la soberanía de nuestra Patria no se entregara a costa del destino de las mayorías populares, sería risueño el nivel de enajenación política.

 

Próxima estación: Antiobrerismo

Mientras el Indec reveló esta semana que los salarios están perdiendo por goleada con la inflación. En un momento en que la distancia entre la guita que se lleva el capital y la que se llevan los trabajadores, se encuentra en situación de ser cotejada con los peores escenarios del neoliberalismo, un conflicto sectorial de los trabajadores del neumático, desnudó la pulsión del gobierno nacional por garantizar la rentabilidad de las empresas a costa de hostigar la lucha de los trabajadores.

El ministro de trabajo, Claudio Moroni, denunció penalmente en pleno conflicto a los dirigentes del gremio tras haberse ocupado una dependencia pública por la complicidad de los funcionarios con la patronal. Sergio Massa dio un paso adelante y se comprometió a abrir la importación de neumáticos si los trabajadores no negociaban a la baja.

Gabriela Cerruti hizo un llamado a la “sensatez de todos los actores” como si tuvieran la misma responsabilidad trabajadores y su sindicato que dos multinacionales y una fábrica local propiedad del hombre que monopoliza el aluminio y es una de las mayores fortunas del país.

De Mendiguren, secretario de producción y Manzur, jefe de gabinete, utilizaron el macartismo para reducir la lucha por un salario que le gane a la inflación por parte de los trabajadores del neumático, con la pertenencia política al Partido Obrero de una parte menor de la comisión directiva.

La CGT le soltó la mano al SUTNA, salvo Pablo Moyano que los respaldó. Y el ex secretario general del gremio, Pedro Waseijko, actual funcionario del gobierno, quien perdiera el gremio en elecciones internas, sostuvo «Es una lástima que por el deseo de un dirigente, de quedar bien con su política partidaria, no se priorice el salario de los trabajadores».

El ex dirigente de un gremio, lejos de bancar a los trabajadores, cuestionó a otros dirigentes. Como señalara el periodista de C5N, Mariano Martin “el caballito de batalla de Wasiejko es un premio atado a las ganancias que se pagó un puñado de veces y se acordó sólo en Bridgestone como prenda de cambio de una rebaja salarial en 2001 que no incluyera despidos.”

El embate contra la lucha gremial emprendida por los trabajadores del neumático no fue casual, ni es aislada. La idea de “ofrecer al mundo” los bienes comunes y estratégicos de nuestro país para usufructo de las cadenas de suministro que controla Estados Unidos tiene el atractivo de ser obtenidos con escaso empleo y bajísimos salarios.

Ninguna multinacional se va a ir del país si los salarios con los que produce en la Argentina son enormemente menores que los que pagan por las mismas tareas en otros países. Sucede con el petróleo, con el gas, con la minería, con el sector agroexportador, con los bancos, el neumático y así hasta el infinito de la producción nacional.

La idea de Justicia Social, como horizonte de conquista por el peronismo, se ha reducido en ésta fase actual del Frente de Todos a buscar una suma fija para recomponer salarios o un ingreso mínimo para porciones de pueblo que engordan las estadísticas de indigencia en nuestro país.

No existe ribete en la actual agenda de gobierno, incluso la que se ofrece como horizonte reivindicativo por algunos sectores internos, posibilidad de encontrar rasgos distintivos de una agenda peronista que apunte forjar el destino de grandeza de nuestro país y construir el horizonte de felicidad de nuestro pueblo.