Opinión

El paisaje

La columna de Hugo Osvaldo García, describiendo sus sensaciones, pensamientos y visiones de la actualidad.

Hugo Osvaldo García, en su columna.

Hugo Osvaldo Garcíahugo@elmensajerodiario.com.ar

Hoy  cuando se pretende simplificar, sin inocencia alguna,  como se orientan desde los intereses o desde supuestas ideologías, los medios de comunicación surge la falsa dicotomía de “medios K ó anti K”.

Este Director Ejecutivo ha asumido desde el  inicio de esta joven página el Compromiso con la Información, no con un Gobierno y tampoco con una Oposición, y así lo dejamos expresado en nuestra Carta a Los Lectores.Dijimos también que no somos independientes porque batallamos por un país plural, democrático con justicia y equidad.

Entonces llegó el momento de expresar nuestra  opinión, que como tal es subjetiva y personal, pero que enmarca a esta página donde puede, debe y hay  pensamientos distintos.

Desde aquí los hechos -como tales-, se expresan en la literalidad de las palabras y todo hecho tiene una connotación política. En otros tiempos hubiese sido impensado criticar  una gestión gubernamental o explicitar el apoyo hacia ella. Los miedos de siempre, y los cadáveres de antes y de muchos, han surtido efecto en la supresión y autocensura de algún opinador.

Este Gobierno dista  de ser perfecto – y algunos medios parecen ver lo contrario-, y la “marketineada”  oposición  política, sostenida  por varios y poderosos medios de  comunicación, es un patético  rejunte de vanidades – de antes y de ahora – donde todos se creen caciques y faltan los indios que los acompañen.

La mentada crisis, de existir, no es económica ni social es esencialmente política. La Clase Política, en general, esa que nos habla permanentemente de honestidad, transparencia, justicia y libertad no es honesta ni trasparente ni justa, mucho menos libre. Privan los intereses personales, de sector o de corporaciones en detrimento de una sociedad que ha merecido, Dios lo  sabe, mejor suerte.

También observamos como los sistemáticos dinosaurios televisivos y radiales que monopolizaron el pensamiento de “la gente” en décadas pasadas -en  realidad hicieron una formidable tarea de colonización cultural arrogándose de facto una representación que ninguno de nosotros le otorgamos-, hoy hablen de una libertad liberticida que ellos mismos masacraron cuando fueron sostén y fomento de silencios a cambio de la sangre de muchos compatriotas.

Y vemos que otros, buscapiés del periodismo vernáculo, descubren espantos y horrores de hace tiempo conocidos, y se alarman de complicidades en algunos de los que fueron sus socios hasta no hace mucho;  ni que decir  de  posiciones progresistas de hoy  empresarios que justificaban los robos “para los de arriba” y la privatización – desguace- de los medios televisivos públicos, en los cuales fueron beneficiados.

La gigantesca hipocresía que rodea a unos y a otros simplemente los ubica en lo que son: hipócritas  acomodaticios. Como si la verdad se pudiera tapar con la propiedad de una radio, una televisora ó un diario.

Nuestras presentes diferencias, que existen, son el resultado de una larga época de delitos y prostituciones, producto del orgullo, el interés rastrero, la vanidad inconducente.

Estamos en condiciones de cambiar?  Realmente no lo sé, pero estoy seguro que vale el trabajo y el intento.

No arrojemos, la antorcha luminosa de la sabiduría ni nos privemos del ejercicio cotidiano de la virtud y el bien. Hemos decidido ser actores de la Historia y no simple espectadores de la Historieta  que nos pretenden escribir otros. Una sociedad que busca su liberación significa que todavía no es libre.

Esto no es solo por nosotros. Es por nuestros padres, esposas, hijos y  nietos. Es por la búsqueda de una sociedad más sana, más feliz, más plena.

Sin hallarme ilustrado por los libros de leyes me atrevo  a asegurar que no se llegará a la meta mientras que no se ocupe con esmero y dedicación a cumplir las obligaciones en defensa de las verdades.

Hoy el Pueblo – palabra últimamente olvidada -, gime y sufre dolores de parto. Porque algo está por nacer o renacer:  se llama ESPERANZA. Esperanza en un trabajo firme, en un Techo digno, en una Educación accesible, en una Salud cubierta, en una Justicia justa.

Y voy  a acompañar decididamente esa esperanza popular desde este sencillo portal.