Internacionales

Por Samuel Moncada. Traducción de Ana Vallorani

El punto de inflexión de Venezuela

Hace diez años, la historia de América Latina alcanzó un punto de inflexión. En Venezuela, un golpe militar respaldado por Estados Unidos contra el gobierno electo de Hugo Chávez se detuvo en seco después de sólo unos pocos días.

La derrota del golpe de Estado de 2002 en Venezuela fue un mensaje para el mundo: "Con Hugo Chávez estamos a cargo de nuestros propios asuntos".

 

Hace diez años, la historia de América Latina alcanzó un punto de inflexión. En Venezuela, un golpe militar respaldado por Estados Unidos contra el gobierno electo de Hugo Chávez se detuvo en seco después de sólo unos pocos días. Esto marcó una clara ruptura con los golpes de Estado y subsecuentes dictaduras instauradas para defender las elites económicas que habían proyectado una larga sombra en toda América Latina. (De hecho, el golpe de Estado de Pinochet en Chile muestra lo que podría haber ocurrido en Venezuela.) Una oleada de gobiernos progresistas en todo el continente le siguió a este evento.

 

Durante los tres días del golpe de Estado muchos fueron asesinados. Como muchos otros, yo tenía un amigo que fue asesinado a tiros por la policía golpista. Las víctimas y los abusos contra los derechos humanos fueron generalizadas y se anularon todas las instituciones democráticas. Como había aparecido en la televisión nacional el día antes para avisar que venía un golpe de Estado, me preocupaba ser detenido. Tuve suerte. Los que fueron llevados a rastras de mi departamento no la tuvieron.

 

La toma del poder unió gran parte del viejo orden – las grandes empresas, los magnates de los medios de comunicación, los terratenientes, la jerarquía de la iglesia – con los EE.UU.. Ellos se opusieron a las reformas que le otorgaban al gobierno una mayor parte de la riqueza petrolera de la nación. Sin embargo, en contra de estas fuerzas poderosas estaban millones de venezolanos excluidos. Ellos se levantaron, tomaron los centros de las ciudades y rodearon las bases militares exigiendo el regreso de su presidente electo. Con la derrota del golpe de Estado comenzaron un nuevo capítulo en la historia de Venezuela.

 

¿Cómo estos acontecimientos trascendentales se conectan, diez años después, con los desafíos que enfrenta el país hoy en día? La derrota del golpe de Estado no fue sólo una victoria para la democracia – aunque se han llevado a cabo más elecciones en Venezuela en los últimos doce años que en los anteriores cuarenta, y con récord de participación-; también fue un catalizador para el progreso social y el cambio económico y sirvió para proporcionar una nueva base para nuestras relaciones internacionales. En el período subsiguiente se estableció un servicio de salud gratuito dando a millones de personas el acceso a un médico por primera vez. Se les enseñó a leer y escribir a más de un millón de personas, principalmente mujeres. Un declive de 25 años del PBI per cápita – con la caída de los ingresos reales a los niveles de la década de 1950 – fue revertido.

 

Sin embargo, Venezuela sigue enfrentando muchos problemas. La crisis del libre mercado de los años ochenta y noventa dio lugar a una devastación social. Algunas de las dificultades fueron aún a más largo plazo, producto de una petrolera estatal cuyo propósito principal fue, durante décadas, el de compartir la riqueza entre los intereses particulares en lugar del de desarrollar la nación. Hoy en día, proporcionarle viviendas asequibles a los millones que aún viven en villas, hacer frente a la delincuencia y diversificar la economía son algunos de los desafíos más grandes.

 

Fue sólo con la derrota del golpe de Estado que emergió la fuerza capaz de llevar a cabo un cambio fundamental. Millones de venezolanos se volvieron activos en la política como nunca antes, haciéndose cargo del desarrollo de sus áreas locales a través de los nuevos consejos comunales. Esta participación masiva garantiza que la distribución de la riqueza y la inversión social no se trate de clientelismo sino de emancipación. También ofrece vigilancia contra la ineficiencia, la burocracia y la corrupción.

 

Las grandes diferencias sobre la dirección económica de Venezuela están en el corazón del golpe de Estado. Ellas continúan hasta hoy. Con miras a las elecciones presidenciales de octubre, el gobierno cree que las políticas de desarrollo dirigidas por el Estado son la mejor manera de abordar los desafíos en curso. En contraste, el candidato derechista promueve el libre mercado y el retorno a las políticas del FMI.

 

En las relaciones exteriores, el golpe de Estado respaldado por Estados Unidos también dejó su marca. Durante 10 años hemos construido un vínculo más cercano que nunca con los demás países de América Latina. Estamos trabajando en estrecha colaboración con los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China), con los gobiernos europeos y tenemos más embajadas que antes, un signo de nuestro compromiso para un trabajo constructivo.

 

El mantenimiento de este camino independiente es un desafío constante, por lo menos frente a las agencias estatales de Estados Unidos como la National Endowment for Democracy que gastan millones de dólares en apoyo a los movimientos de oposición al gobierno electo. Esta intervención debería terminar. El pueblo venezolano debe estar facultado para decidir su propio futuro. Eso fue, después de todo, el mensaje mas fuerte de la gente en el día en que derrotaron el golpe.

 

Fuente: The Guardian, Reino Unido