Internacionales

Ravi Arvind Palat. Traducción de Ana Vallorani

¿Por qué le cerraron el espacio aéreo a Evo?

Mientras que los líderes europeos han expresado su indignación por el espionaje de los EE.UU. en las comunicaciones de sus ciudadanos, para ellos desafiar simbólicamente a los EE.UU. es una cosa, pero desafiarlos en la realidad es otra totalmente distinta.

Pocas veces en la historia moderna las palabras de un estadista han estado tan en desacuerdo con sus acciones como las del presidente francés, Francois Hollande en referencia al espionaje de EE.UU. hacia sus aliados. Cuando Edward Snowden, analista de infraestructura de la antigua Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA), reveló que la NSA tenía micrófonos en oficinas y embajadas de varios países miembros de la UE, había intervenido cables de comunicaciones, y colocado micrófonos en la reunión de los líderes del G-20 de 2009 en el Reino Unido, el presidente francés vociferó que se trataba de un «comportamiento inaceptable» entre amigos y aliados.

 

Sin embargo, las acciones hablan más que las palabras, y, mientras que los líderes europeos han expresado su indignación por el espionaje de los EE.UU. en las comunicaciones de sus ciudadanos y los micrófonos ocultos de sus embajadas, no quisieron que el hombre que reveló la magnitud del espionaje de los EE.UU. solicitara asilo en sus países. Si el Sr. Snowden se hubiese encontrado en el avión del presidente boliviano y si hubiera tenido que pedir asilo durante una parada de reabastecimiento de combustible, hubiese puesto al gobierno en una situación imposible. Dado que las leyes en toda la UE prohíben la extradición de personas a países con pena de muerte, sería un suicidio político para cualquier gobierno entregarlo a Washington. Sin embargo, mientras que los líderes europeos fueron vociferantes en la denuncia de espionaje de los EE.UU., no estuvieron dispuestos a desafiarlos en el tema.

 

Por lo tanto, Francia, Portugal y España tomaron la medida sin precedentes de revocar los permisos de vuelo preestablecidos para el avión del presidente Morales; una acción a la que se sumó posteriormente Italia. Cuando el avión, que se estaba quedando sin combustible, finalmente aterrizó en el aeropuerto Schwechat de Viena, al presidente Morales se le impidió salir durante 13 horas, mientras que los austriacos se aseguraban a sí mismos de que Snowden no estuviera en el avión.

 

Seamos claros: el Sr. Snowden no es un espía. No robó secretos de Estados Unidos a instancias de una potencia extranjera. No publicó el contenido del espionaje. Simplemente reveló su alcance masivo, y su simple ilegalidad y violación de los derechos humanos a escala planetaria mediante el seguimiento de las comunicaciones de los ciudadanos de todo el mundo. Él es un denunciante. La ONU define denunciantes «como individuos que divulgan información confidencial o secreta a pesar de ser funcionarios o tener la obligación de mantener la confidencialidad del secreto.»

 

El relator especial de la ONU para la libertad de expresión en 2004, junto con sus homólogos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y la Organización de los Estados Americanos, informó el periódico The Guardian, ordenó a todos los gobiernos proteger a los denunciantes de toda » sanción legal, administrativa o laboral si actúan de ‘buena fe’». Al revelar la magnitud del espionaje de EE.UU. en contra de sus ciudadanos y de los gobiernos,  Snowden actuó claramente en pos del interés público.

 

En efecto, antes de las revelaciones de Snowden, el Director de Inteligencia Nacional de los EE.UU, el Sr. James Clapper había testificado ante el Comité de Inteligencia del Senado de ese país en marzo que la NSA no recopilaba datos de forma indiscriminada sobre millones de estadounidenses: un testimonio del que se vio obligado a retractarse bajo el fundamento poco creíble de que «simplemente no había pensado» en la disposición pertinente de la Ley Patriota que permite la recopilación de esos datos. Del mismo modo, el presidente Barack Obama había afirmado en varias ocasiones que la NSA no estaba escuchando las llamadas telefónicas en el país sin una orden judicial; una afirmación equivocada probada por las revelaciones de Snowden.

 

Jean Asselborn, ministro de Asuntos Exteriores de Luxemburgo, observó que «los estadounidenses justifican todo con el terrorismo. La UE y sus diplomáticos no son terroristas».

 

Recordemos también que estos mismos gobiernos europeos, especialmente España y Portugal, permitieron el uso de su «espacio aéreo y aeropuertos para vuelos relacionados con operaciones de detenciones secretas y entregas extraordinarias [tortura] de la CIA» como lo reveló un informe de Open Society publicado a principios de este año. Una investigación en curso en Francia está estudiando si el gobierno permitió vuelos similares de la CIA. Las víctimas pueden ser transportadas sobre su espacio aéreo para ser torturadas, ¡pero los denunciantes que revelan violaciones a la privacidad de sus ciudadanos y a su propia soberanía no pueden! ¡Y esto proviene de los Estados miembros de la UE, que ganaron el Premio Nobel de la Paz 2012 para la «promoción de la paz y la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa»!

 

Hablar en contra de las acciones de Estados Unidos, mientras que a escondidas ayudan a Washington no es, por supuesto, una innovadora práctica de sus aliados europeos. Hace diez años, el entonces presidente francés, Jacques Chirac proclamó en voz alta que un asalto contra el Irak de Saddam Hussein era inaceptable para París, pero, cuando EE.UU. inició el asalto, Chirac abrió el espacio aéreo francés a los vuelos militares estadounidenses; algo que no había hecho como primer ministro por el ataque de Reagan a Libia en 1986. Aunque Alemania también se opuso a la guerra de Irak, una vez que había comenzado, su ministro de Relaciones Exteriores oró por el «colapso rápido» de la resistencia. Incluso el presidente ruso Vladimir Putin esperaba una victoria decisiva para los EE.UU. «por razones económicas y políticas.»

 

La actual generación de líderes europeos no han conocido un momento de sus vidas en los que los Estados Unidos no dominaran sus países: en los ámbitos económicos, políticos, e incluso culturales. Para ellos, desafiar simbólicamente los EE.UU. es una cosa, pero desafiarlos en la realidad es otra totalmente distinta. Por lo tanto, aun cuando la soberanía fue violada con el espionaje de sus misiones diplomáticas y las oficinas de la UE, y cuando la privacidad de sus ciudadanos fue infringida por la intervención de sus teléfonos y sus comunicaciones digitales, lo único que hicieron fue asegurarse de que Snowden no pudiera solicitar asilo en sus países, incluso si eso significaba poner en peligro la vida del presidente Morales y su séquito. ¿Lo hubieran hecho si el presidente Morales fuese uno de ellos?

Fuente: Open Democracy, Reino Unido