Opinión

Por Joan Smith. Traducción de Ana Vallorani

¿Por qué no hay debate en Gran Bretaña sobre las Malvinas?

Cuando toda la clase política repite los mismos lugares comunes, me preocupa. Y cuando un primer ministro británico que acaba de tener uno de sus peores días se las juega de patriotico, me hace enojar.

David Cameron en el ojo de la tormenta por su postura sobre Malvinas.

Así que usted puede imaginar cómo me sentí la semana pasada cuando David Cameron, quien acababa de sufrir una fuerte vergüenza personal en la investigación Leveson, emitió una severa advertencia a la Argentina sobre las Islas Malvinas.

Argentina ya no tiene una dictadura militar. El general Galtieri es cosa del pasado y la dirigente actual del país, Cristina Fernández de Kirchner, es una presidenta popular que ha ganado dos elecciones. Ella viajó a Nueva York el jueves, después de que se anunció que los isleños harán un referéndum el año que viene, y le dijo a un comité de la ONU que le gustaría iniciar el diálogo con Gran Bretaña sobre la soberanía de las islas. «¿Puede alguien en el mundo moderno negar esa posibilidad y decir que son líderes del mundo civilizado y defensores de los derechos humanos?» – preguntó.

Si, Cameron puede. Las declaraciones de Kirchner parecieron razonables en comparación con las de Cameron de unas horas antes, cuando descartó rotundamente cualquier futura negociación sobre las Malvinas. En una recepción en Londres en conmemoración de la guerra, él intensificó la retórica, al declarar que Gran Bretaña está «listo y dispuesto a luchar por los isleños en todo momento. Mientras que ellos deseen continuar en territorio británico, esa es la forma en la que van a quedar. »

 

No puedo dejar de preguntarme, como lo hice hace 30 años, sobre la proporcionalidad. Pensaba que la pérdida de las vidas a bordo del barco HMS Sheffield fueron trágicas y sentía lo mismo por las bajas argentinas, la mayoría de los cuales eran jóvenes concriptos. La pérdida de alrededor de 900 vidas para recuperar las islas que tenían una población de poco más de 1.800 no tenía sentido para mí, como tampoco la idea de que las islas eran «británicas». Sé que los isleños insisten en su identidad británica, pero han elegido vivir en el otro lado del mundo y no creo que razonablemente puedan esperar un cheque en blanco de los gobiernos británicos para siempre.

 

Tendría mucho más sentido entablar negociaciones con la Argentina y garantizar a los isleños  los medios para establecerse en el Reino Unido si no estuieran conformes con el resultado. Tampoco los gobiernos británicos han defendido la idea de la autodeterminación en todos los ámbitos: en el año 1971, los últimos isleños de Chagos fueron retirados por la Royal Navy de su archipiélago en el Océano Indico después de que el Reino Unido le dió permiso a los EE.UU. para construir una base militar en Diego García. Los chagosianos viven ahora en su mayor parte miserablemente en Mauricio y las Seychelles, y los cables diplomáticos que se filtraron en el año 2010 muestran que el gobierno británico se resiste a cualquier posibilidad de un retorno.

 

Hay un doble criterio de trabajo aquí, y éste hace que la ausencia de un debate político sobre las Islas Malvinas sea deconcertante. En un momento de dificultades económicas, cuando muchos están luchando, ¿no deberíamos estar hablando sobre el costo de defender de estas islas lejanas, y sobre las alternativas? Los isleños han tenido muchas oportunidades de expresar sus puntos de vista. Me pregunto cuando el debate se abrirá al resto de nosotros.

Fuente: The Independent. Reino Unido