Opinión

La razón de la locura

Hace unos años vi en la tele a una señora furiosa romper un paquete dearroz en la cara de Eduardo Samán, quien la estaba protegiendo de uncomerciante especulador. Poco antes había visto a padres y madresconspirando contra ellos mismos, haciendo reuniones clandestinas enlos los colegios privados para aprobar aumentos de matrícula que,patrióticamente, duplicarían el permitido... Leer más »

Hace unos años vi en la tele a una señora furiosa romper un paquete dearroz en la cara de Eduardo Samán, quien la estaba protegiendo de uncomerciante especulador. Poco antes había visto a padres y madresconspirando contra ellos mismos, haciendo reuniones clandestinas enlos los colegios privados para aprobar aumentos de matrícula que,patrióticamente, duplicarían el permitido por el Ministerio deeducación.Los vi apoyar un paro que intentaba hundir al país, su país, como siellos estuvieran exentos de sufrir las consecuencias del naufragio.Los vi celebrar un golpe de estado que pretendió desconocer lavoluntad popular en nombre la la voluntad de la sociedad civil.La sociedad civil, una denominación sacada de laboratorioscomunicacionales que pretende diferenciar al pueblo: masa mugrosa,bruta, floja, fea; de la gente pensante, productiva, fina, educada,linda… gente de calidad de exportación, dirían las mentecillascolonizadas.Buena parte de esta sociedad civil, que la historia se encargará deestudiar, tal vez, como víctimas del peor caso masivo de síndrome deEstocolmo, está compuesta por descendientes directos y recientes delpueblo que cultivan con angustia una amnesia autoinducida, que borraabuelos negros, papás obreros, mamás trabajadoras, esfuerzoscolectivos de familias extendidas, la sopa aguada que alcanza paratodos, la solidaridad necesaria de los pobres para que el muchacho seadoctor…Pero algo pasa en el camino y, diploma en mano, el doctor abraza elindividualismo y adjudica toda la gloria a su propio esfuerzo, y lapalabra esfuerzo adquiere nuevas dimensiones, entonces si su suegro leregala un apartamento eso es también será fruto del esfuerzo deldoctor.Convertidos es fervorosos militantes del darwinismo social, resientena los pobres y les achacan la responsabilidad de su pobreza ignorando,anestésicamente, todo un sistema de explotación del cual ellos mismosson víctimas, aunque su arrogancia Master Card no les permita verlo.Tropezando de nuevo con la misma piedra, hoy apoyan la estafainmobiliaria reincidiendo en la torpeza de colocar al capital porencima de los intereses del pueblo, porque ellos no son pueblo, sonsociedad civil.Alimentan su indolencia con sobredosis de revistas y programas de telepor cable que los pasean por mansiones absurdas con quince baños conpocetas de oro, y yates gigantes con alfombras de pieles de animalesen peligro de extinción, y perritos mimados con lazos azules que comenmejor que los nueve millones de niños que mueren de hambre cada año;que ojos que no ven corazón que no siente, Baby; cambia de canal yponme mi poceta de oro: el sueño, la promesa imposible, la razón de laceguera, de la rabia y la locura.

Carola Chávez