Un docente de 30 años terminó tras las rejas, luego de que ayer a la tarde una madre descubriera que abusaba sexualmente de su hija, a quien manoseaba y la instaba a realizar bailes eróticos, por lo que le pagaba y la “compraba” para que no lo denunciara con sus padres.  El terrible hecho se gestaba en el interior de un aula de 2º grado de la escuela Nº774 Regimiento de Patricios Argentino, ubicada en el barrio Rivadavia de la ciudad de Añatuya. Allí, en la jornada de ayer, los padres mantuvieron una reunión con los directivos, mientras sus hijos estaban en sus aulas siendo educados por los docentes. Fue en ese momento que una de las madres se dirigió hasta el aula a buscar a su hija para retirarla y fue allí que descubrió que su hija estaba “limpiando” con su cuerpo el pantalón del maestro manchado con tiza. Sorprendido por la progenitora, se dirigió hasta la dirección en donde buscó como aliados a los directivos.  Incidente Apenas descubrió los aberrantes hechos que se gestaban en el aula, la mujer se dirigió hasta el aula en donde estaban los demás padres, a quienes les contó lo que había visto. Fue en ese momento que los progenitores comenzaron a contar que sus hijas habían relatado en algunas oportunidades que habían pasado por hechos similares. De inmediato, los padres se comunicaron con el personal de la Comisaría 41ª de Añatuya a quienes alertaron de la situación y que querían que se detenga de inmediato al docente depravado. El maestro fue aprehendido en la escuela.  Denuncia  Según consta en las denuncias radicadas por los progenitores de al menos 10 víctimas de abuso sexual y corrupción de menores, los tremendos acosos se suscitaron dentro del establecimiento educativo, todos perpetrados por el docente que trabaja en la institución hace 4 años.  El mismo tenía como modalidad mostrarles videos eróticos a las menores para luego llevarlas a practicarlas, aduciendo que sus cuerpos eran perfectos y “duritos”. Según una de las denuncias, una de las menores le contó a su madre que el docente le tocaba las partes íntimas y le decía: “Me encanta porque son duritas como una manzana”.  Luego, manchaba su pantalón en la zona de la entepierna con polvo de la tiza para luego exigirles a las alumnas que lo limpiaran con las manos, para luego pagarles por el “servicio”.  Para mantenerlas en silencio, el maestro les decía: “no vayan a querer contarles a sus madres lo que hacemos nosotros. Porque sino ellas denunciaran al profe y el profe no va a poder darles más plata”. Haciendo mención de esta manera al dinero que les otorgaba a las menores -lo que oscilaba de 2 a 10 pesos- cada vez que las manoseaba.