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Correa Libre

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, sostuvo que vio "con profunda tristeza como se ha derramado sangre ecuatoriana inútilmente" y reafirmó que fue "secuestrado por un grupo de pseudo policías con muchos infiltrados que solo pensaban en conspirar".

Banderas de mi corazón.  Correa, saluda desde el balcón presidencial llamó a resolver con diálogo cualquier diferencia.

Correa agradeció «al pueblo ecuatoriano y a todos los estamentos que me apoyaron» y se comprometió a «no negociar nada» y a «castigar» a los responsables de la sedición. Agradeció también a los mandatarios de Unasur «que se están reuniendo en estos momentos en Buenos Aires».

Ademas, agradeció anoche a «los miles de compañeros» que fueron a verlo mientras permaneció en el Hospital de Policía «y cobardemente los recibieron con gas pimienta, con gas lacrimógeno, con pedradas».

«¿Cómo pueden llamarse policías los que se comportaron de esa manera?», se preguntó al hablar a la ciudadanía desde el balcón del Palacio de Carondelet, sede del gobierno, tras haber sido rescatado del hospital policial.

El mandatario pidió que «esto les sirva de ejemplo» a quienes pretenden, «a través de la conspiración, detener la revolución ciudadana».

Y aclaróque hay «decenas de miles» de policías y militares que no tienen responsabilidad en la rebelión de ayer, pero advirtió que para los que sí la tuvieron «no habrá perdón ni olvido».

Correa volvió a responsabilizar elípticamente por la rebelión al ex mandatario Lucio Gutiérrez.

Explicó que lo supo cuando, en el Regimiento de Quito, dijo que «nadie ha hecho tanto por la Policía como este gobierno» y le respondieron: «Mentiroso, sí lo hizo Lucio» (Gutiérrez, coronel que presidió el país entre 2003 y 2005).

«Fuimos a dialogar al Regimiento de Quito, donde tengo tantos amigos; nadie ha hecho tanto por la Policía como este gobierno, nadie ha mejorado tanto sus sueldos; cuando vi tanta agresividad, me sentí triste, como si hubiera recibido un puñal por la espalda», dijo.

Más tarde aún, sobre la medianoche en Ecuador (las 2 del viernes en la Argentina), Correa habló por la cadena nacional, luciendo la banda presidencial, y dijo: «Aquí no vamos a permitir que ocurra lo que ocurrió en Honduras», en alusión al golpe militar que derrocó al presidente constitucional Manuel Zelaya.

Correa afirmó que las tropas policiales y militares fueron manipuladas en un intento de golpe de estado y una conspiración «muy bien planeada» desde hace tiempo, y anunció una «profunda depuración» de la Policía Nacional, con sanciones a quienes lideraron y participaron en la rebelión.

La crisis también motivó una convocatoria urgente a una reunión extraordinaria del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), que en una resolución condenó el intento de golpe de estado y manifestó su preocupación por la insubordinación policial.

La solidaridad también llegó a través de comunicados, declaraciones de voceros oficiales y llamados telefónicos a Correa, desde todos los países de América latina, la Unión Europea, Estados Unidos y las Naciones Unidas. 

Fue sobre el final del mensaje que pronunció desde un balcón del Palacio de Carondelet, sede del gobierno, que cerró con la expresión «Hasta la victoria siempre».