Ciudad

Denuncia a funcionarios PRO tras la muerte de los niños en Flores

El legislador porteño de Bien Común Gustavo Vera, presentó una denuncia penal contra altos funcionarios del Gobierno de la Ciudad por abuso de autoridad, violación de deberes de funcionario y encubrimiento por el incendio en el taller clandestino donde murieron dos chicos bolivianos de 7 y 10 años.

Grave denuncia recae sobre funcionario PRO.

La vicejefa de Gobierno porteña, María Eugenia Vidal; jefe de Gabinete de ministros Horacio Rodríguez Larreta; subsecretario de Trabajo Ezequiel Sabor; y titular de la Agencia Gubernamental de Control (AGC), Juan José Gómez Centurión fueron todos denunciados ayer por el titular de la Comisión Especial de Trata de la Legislatura porteña, Gustavo Vera.

 

La causa recayó en el juzgado federal N° 12, a cargo de Sergio Torres, y la Fiscalía N° 2, a cargo de Carlos Rivolo.

 

Además el legislador pidió informes al Gobierno de Mauricio Macri por todos los talleres textiles inspeccionados en 2014, y puntualmente el taller de la fatalidad.

 

Asimismo Vera del Bien Común junto al legislador del FIT Marcelo Ramal presentaron un pedido de interpelación al subsecretario de Trabajo, Ezequiel Sabor, y el titular de la AGC, Juan José Gómez.

 

La Fundación Alameda por la Lucha contra el Trabajo Esclavo denunció en setiembre de 2014 ante la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX), a cargo del Dr. Marcelo Colombo, la posible comisión de los delitos de trata y explotación que se estarían cometiendo en el domicilio de la calle Páez 2796, entre otros, contra trabajadores migrantes  en un presunto taller clandestino de costura.

 

El lunes 27 de abril del corriente se produjo un incendio en el taller de la calle Páez 2796 en el que fallecieron dos niños y tres adultos resultaron lesionados a causa del estrago. El taller habría continuado funcionando sin interferencias de la autoridad a pesar de que pesaba sobre éste una gravísima imputación.

 

Surge, además, de la información periodística recabada y de los dichos de los vecinos que el taller tenía tapiadas sus puertas y ventanas y que la única entrada permanecía cerrada con llave para evitar la salida de los trabajadores sin autorización del tallerista.