Cultura

Con dolor, despidieron en el Congreso a Alfredo Alcón

Personalidades de la cultura y el espectáculo, amigos y familiares se acercaron al Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional para el último adiós al reconocido actor y director de teatro Alfredo Alcón, que falleció a los 84 años.

Considerado el actor argentino por excelencia, Alcón falleció en su domicilio de Barrio Norte a causa de una grave insuficiencia respiratoria y después de haber estado internado durante cuatro meses en el Sanatorio de la Trinidad.

El fallecimiento de uno de los grandes artistas de la dramaturgia nacional conmovió profundamente a todos aquellos con quienes a lo largo de una extensa carrera había compartido escenarios y proyectos. Las actrices Norma Aleandro -su ex mujer y una de sus amigas y compañeras de trabajo más entrañables-, Graciela Borges, Antonio Gasalla, Joaquín Furriel -con quien compartió su última aventura teatral en 2013, «Final de partida-, Enrique Pinti, Estela de Carlotto y Susú Pecoraro, fueron de los primeros en llegar hasta la capilla ardiente que se montó en el Congreso. Desde allí partirá mañana el cortejo fúnebre que, previo a un paso por el Teatro San Martín -sala de sus grandes actuaciones-, llevará los restos mortales de Alcón al Cementerio de la Chacarita, donde será enterrado en el Panteón de Actores, en una ceremonia que se desarrollará a las 11 de la mañana. El secretario de Cultura, Jorge Coscia, emitió esta mañana una declaración en la que definió a Alcón como «ícono de la dramaturgia universal y artista absolutamente popular».

En tanto, Estela de Carlotto pidió «recordarlo con la alegría de que lo tuvimos y que nos dio todo»; y el dramaturgo Javier Daulte, que lo dirigió en «Filosofía de vida» -su anteúltimo trabajo- destacó que su encuentro con Alcón le deparó  «un actor tan dócil y atento como nunca esperé y también frágil e inseguro como todos los actores». Considerado el actor emblemático del teatro argentino, calificado alguna vez como el mejor, Alcón fue sin dudas el más mimado, el más envidiado por los que minimizaban su arte y el que marcó más de medio siglo el teatro, el cine y aun la televisión de la patria. Especializado en los clásicos -Shakespeare y Lorca, sobre todo- hubo gente que decía: «Alcón siempre hace de Alcón», en tanto otros iban a ver a Alcón haciendo de Alcón como los ingleses iban a ver a Laurence Olivier hacer de Olivier o a John Gielgud hacer de Gielgud. Lo cierto es que luego de haber declamado a aquellos y otros clásicos y haber sido el rostro visible en varias películas de Leopoldo Torre Nilsson, dio muestras de gran madurez en obras como la última, «Final de partida», en el San Martín, y hasta se atrevió al humor con «Vulnerables» y «Durmiendo con mi jefe», por Canal 13. Alcón tuvo varios privilegios: la eufonía de su nombre, un rostro y un cuerpo privilegiados que le permitieron parecer siempre varias décadas menor, una voz característica que bien podía hablar en porteño o en madrileño con la misma versatilidad y una bonhomía que le permitió no subirse nunca al caballo, aun sabiendo quién era. Fue un hombre siempre atento al requerimiento periodístico, florido de verba y certero en frases nunca vacías que han quedado en el papel impreso, auténtico progresista en sus ideas aunque no estuviera adscripto a un partido, y defensor de políticas y legislaciones de la última década. Había nacido en Ciudadela, el 3 de marzo de 1930, aunque otras versiones hablan del barrio porteño de Liniers, como Alfredo Félix Alcón Riesgo, quien al egresar del Conservatorio Nacional de Arte Dramático ingresó al ciclo «Las dos carátulas», que en 1951 se emitía por Radio del Estado, hoy Nacional, la Radio Pública, aunque al mismo tiempo el contrato lo obligaba a leer informes del Mercado de Hacienda. A principios de la década debutó en los escenarios con «Colomba», inspirada en Próspero Mérimée y dirigida por Juan Carlos Thorry, que fue el principio de una larguísima carrera en las tablas que incluyó al principio pésimas críticas, inseguridades de su parte y el ingreso en el cine con «El amor nunca muere», de 1955, como galán de Mirtha Legrand. Debió ser el galancito, durante un puñado de filmes, de Tita Merello, otra vez de Legrand, de Graciela Borges en «Zafra» -debut de la actriz- y padeció el pedido de Samuel Eichelbaum de que quitaran su nombre como dramaturgo de «Un guapo del 900″ si él era el protagonista. El filme de Leopoldo Torre Nilsson (1960) fue sin embargo la consagración de Alcón y éxito de público, pese a que el futuro gran actor suponía que el personaje era «propiedad» de Francisco Petrone, quien lo había encarnado varias veces. Además de sus películas con el director -«Piel de verano», «Martín Fierro», «El santo de la espada», «Güemes, la tierra en armas», «La maffia», «Los siete locos», «El pibe Cabeza», «Boquitas pintadas»-, descolló en «Los inocentes» (1964), del español Juan Antonio Bardem, «Prisioneros de una noche» y «¿Qué es el otoño?», de David José Kohon, «Nazareno Cruz y el lobo», de Leonardo Favio, «Pubis angelical», de Raúl de la Torre. En 1978 rodó en España «Cartas de amor de una monja», de Jorge Grau, junto a Analía Gadé, prohibida en la Argentina durante años y en la que ambos cumplían escenas con desnudos que sorprendieron a los pocos que concurrieron tiempo después a su estreno en el ex cine Gloria. En teatro actuó con éxito no sólo en la Argentina sino también España, además de otros países, sobre autores como Arthur Miller, Tennessee Williams, Henrik Ibsen, George Tavori, Eugene O`Neill, Neil Simon y Juan Villoro. En TV se recuerdan sus trabajos en «Yerma» (1963) y «Hamlet» (1964), dirigidas por David Stivel, «Otelo», «Por el nombre de Dios», «Vulnerables», «Locas de amor» y «Herederos de una venganza» (2011), su última aparición en la pantalla chica. Entre otros premios recibió el de mejor actor en el Festival de Cine de Cartagena, Cóndor de Plata (2), Martín Fierro (7), Konex (4), Quinquela Martín, María Guerrero, García Lorca, ACE (2), Festival de Teatro de Colombia, Ollantay, Estrella de Mar de Oro.

 

Amigos y compañeros de trabajo recordaron con afecto a Alfredo Alcón

Distintas figuras del quehacer artístico y cultural recordaron al reconocido actor y director de teatro, cine y televisión Alfredo Alcón, quien falleció esta madrugada, a los 84 años, debido a una insuficiencia respiratoria.

El realizador y dramaturgo Javier Daulte, quien lo dirigió en la puesta «Filosofía de vida» (2011), dijo a Télam: «Estoy conmocionado, muy triste. El tuvo una vida impecable, envidiable, pudo hacer a Beckett con más de 80 años, nunca perdió su arte, su lucidez ni el talento». Consultado acerca de cómo fue compartir trabajo en «Filosofía…» Daulte destacó: «Me encontré a un actor tan dócil y atento como nunca esperé, obediente y disciplinado, aunque era frágil e inseguro como todos los actores». El director recordó una anécdota capaz de retratar a Alcón: «Me acuerdo un día en que durante uno de los ensayos vi la inseguridad reflejada en su cara, me acerqué y le dije, `tenés miedo que todos se den cuenta de que fuiste un blef, que toda tu prestigiosa carrera es mentira y suceda como decía Borges, aquello de que siempre uno puede sentirse un impostor`, y él se rió mucho». Su personaje en aquella pieza se parecía mucho a como él era en la vida real, «componía a un prestigioso filósofo y catedrático para el afuera, mientras que en la intimidad era un tipo a quien lo que más le gustaba era estar embromando a todo el mundo. Igual le sucedía a Alfredo». El actor Joaquín Furriel compartió escenario con el intérprete y antes de ingresar al Congreso donde lo velaban afirmó: «Cuando fallece un referente religioso, o cuando muere un líder político para un militante así me siento, se muere un faro para los actores, una persona que trascendió lo artístico por su dimensión de valores, a la cual la gente le demostró amor siempre».

Consultado acerca de la experiencia de haber trabajado con él -en su doble rol de protagonista y director- en «Final de partida» de Samuel Beckett, el año pasado en el teatro San Martín, Furriel destacó que «es muy reciente como para dimensionar la experiencia, pero cuando hacía la obra, a cualquiera que le contaba que estaba trabajando con él me decía `guau`, aunque nunca lo hubieran visto en teatro». Acerca del estrecho vínculo que mantenían el actor expresó: «Nos vinculábamos a través del humor, especialmente de la ironía. El admiraba especialmente al dramaturgo Beckett porque sus textos tienen humor e ironía. Sus últimos días estuvo rodeado de amor, no sufrió. Es un referente para los actores de habla hispana». La figura del artista alcanzó con su sensibilidad a distintos personajes, así la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, precisó: «Hay que recordarlo con la alegrí¬a de que lo tuvimos y nos dio todo». Por su parte, el secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, afirmó esta mañana que «fue un artista absolutamente popular» que marcó un antes y un después en la cultura nacional. «Como funcionario y hombre de la cultura, despido con mucho pesar al exquisito actor argentino Alfredo Alcón: ícono de la dramaturgia universal que, a su vez, fue un artista absolutamente popular. Supo marcar un antes y un después, con su gran talento y presencia, tanto en cine y teatro como en televisión», afirmó. «Apasionado de los textos clásicos, Alcón logró ser parte de la tradición artística argentina, incorporándose en la piel de tantísimos personajes de películas como «Martín Fierro», «El santo de la espada», «Boquitas pintadas», «Los inocentes», «Nazareno Cruz y el lobo»; y en teatro, trabajando en obras de autores como Arthur Miller, Tennessee Williams, Henrik Ibsen, Juan Villoro, entre algunas de sus participaciones de su prolífica carrera, en nuestro país y en el exterior», añadió. El secretario de Cultura afirmó además: «Hoy le digo adiós a uno de los más grandes actores de la historia argentina, pero que, sin duda, su gran legado artístico estará siempre presente en nuestro recuerdo y en la cultura nacional». Luis Brandoni, con quien fueron compañeros de estudios teatrales, afirmó: «En la época que era estudiante del conservatorio, él era una figura muy prominente. Tuvimos una muy buena relación, cuando él no hacía teatro, iba a ver obras de otros actores. Eso nos daba un aliento enorme, tenía una gran humildad». Graciela Borges, muy conmovida, afirmó: «Con Alcón se murió una parte mía, la parte más luminosa de mi vida». El joven actor Marco Antonio Caponi, quien trabajó con él en «Filosofía…», señaló: «Cómo lo voy a extrañar, con esa sonrisa de nene de cinco años». Para Antonio Gasalla, «Alfredo nació para el escenario», mientras que Susú Pecoraro admitió: «él nos enseñaba con su ejemplo a transmitir emociones, aprendí¬ de él que en esta profesión se puede ser humilde». Por su parte, el actor Juan Palomino lo consideró «un referente fundamental en el teatro argentino, pero además fue un hombre con grandes convicciones, con conducta ética intachable y, sobre todo, un gran compañero y una gran persona. Uno de esos seres imprescindibles que, como Carlos Carella, forma parte de nuestro patrimonio artístico y cultural.» La función de esta noche del musical «Al final del arco iris» será dedicada a su memoria y su protagonista Karina K dijo a Télam, «el camino del actor es también señalar los puntos débiles y las grandezas de los individuos. Alfredo era luz en nuestra sociedad».

Fuente: Telam