Cultura

Por Andrés Demichelis.

Guía té, el colectivo 10

Guía té es la sección ficcional que nos acerca a la cultura urbana a través de anécdotas inverosímiles (y no tanto) de las costumbres, usos, desusos, hábitos y demás, que recorren el transporte público.

Iustración a cargo de Luli Adano.

El colectivo 10.

 

¿Sabías que el colectivo 10 se teletransportaba en diez segundos de Wilde a Palermo? No lo sabía, me dice mientras acaricia un mosquito que le pica la rodilla. 

Los pasajeros subían al colectivo y esperaban sentados mientras el chofer trapeaba el pasillo. Algunos pasajeros cebaban mate o dormitaban. Cuando pasaba una hora y media el chofer apretaba un botón y, si todo salía bien, en diez segundos aparecían en plaza Italia. Los pasajeros al ver dónde estaban se sorprendían y empezaban a aplaudir muy entusiasmados. Así cada día. Luego se bajaban, recordaban que iban a trabajar y ahí les cambiaba la cara. 

Había veces que la teletransportación fallaba y aparecían en el jardín botánico, rodeados de ficus y fuentes de agua. El chofer iba preparado con manteles y varias canastas con sándwiches y jugo de naranja, para el picnic. 

La terminal del 10, en Wilde, es un terreno baldío donde crecen plantas que largan monedas. En la época de los viajes con monedas los pasajeros se pasaban horas hurgando entre los yuyos de la terminal. Cuando recolectaban unas cuantas salían disparados a tomarse el colectivo. Esas monedas con las que pagaban el viaje, luego eran sacadas del cofre y sembradas en el terreno. Es un reciclaje, sostenía el dueño de la empresa. Algún día vamos a cosechar billetes, agregaba pensativo. 

A principio de mes, los choferes iban a cobrar su sueldo. El dueño les pagaba con semillas de 1 centavo, una regadera bañada en tréboles y tres bolsas de tierra fértil que robaba del jardín botánico teletransportándose en plena madrugada.