Política

Los Jóvenes y la política

“La Juventud Radical desde hace muchos años es un semillero de la política”

Mariano Finkelstein es militante de RAÍZ y delegado nacional juvenil de la UCR, un cargo institucional. “Hoy la política necesita que haya jóvenes en los tres poderes del Estado, que ocupen lugares importantes, que crezcan, que aporten la visión de la generación”, enfatiza al respecto.

Mariano Finkelstein, jóven militante de RAIZ que forma parte de la UCR.

  En este mano a mano, el delegado nacional de la Juventud Radical analiza la participación de los más jóvenes en política. Describe sus sensaciones de la coyuntura política y el momento que vive la militancia. -¿Qué te llevó a militar en política? ¿Y en particular en el radicalismo? Desde muy chico tuve la influencia de la discusión política. Mi familia tenía a «la política» como un tema habitual de conversación. Algunos de ellos participaron políticamente: especialmente mi padre, en la normalización estudiantil universitaria tras la dictadura militar y, luego, en el radicalismo. También mi abuelo materno, en el radicalismo; mi abuelo paterno, más cerca del Desarrollismo que proponía Arturo Frondizi.   Sin embargo, mi participación en la política no se circunscribe particularmente a una herencia familiar: nadie de mi familia estaba vinculado a la política cuando decidí sumarme. Al terminar la secundaria noté un interés cada vez más importante sobre los asuntos políticos. Simpatizaba con las visiones socialdemócratas de la política que veía encarnadas en parte de la UCR, en la Coalición Cívica y en otros espacios similares: me entusiasmó mucho el Acuerdo Cívico y Social de 2009.  A fines de 2010 comencé mis contactos con militantes del Radicalismo. Tenía un amigo, Diego, que estaba involucrado y me invitó a participar de la campaña presidencial del 2011. A partir de allí, fue puro entusiasmo. Me sumé al comité de Gascón y El Salvador, en Palermo -la zona donde vivo- y desde allí colaboramos a construir la organización de la Ciudad de Buenos Aires donde hoy me referencio dentro de la UCR, RAÍZ. Con mis compañeros/as nos gusta hacer una distinción que considero interesante mencionar: no es lo mismo el Radicalismo que la UCR. Hay muchos radicales que no militan en la UCR. Algunos, incluso, militan en otros partidos. La UCR es nuestra herramienta, el Radicalismo, una tradición política. Creo que mucho de esa tradición está plasmada en UNEN, el frente que se inició el año pasado y con el que me siento plenamente motivado. Sobre mi decisión de militar, yo siento que podría haber sido también la Coalición Cívica o el GEN el espacio para participar. Sin embargo, la UCR resultó más seductora por su «dureza»: su historia, su tradición, sus figuras históricas, su representatividad nacional. Son todas condiciones que me parecen valiosas. El Radicalismo siempre tuvo algo para decir de la Argentina, siempre tuvo algo para aportar. Me gusta influir pensando en ese lugar.

-Dentro del Radicalismo, ¿qué valores sobresalen en Raíz? En nuestras motivaciones para construir RAÍZ en la Ciudad de Buenos Aires, pensábamos siempre en tres premisas: evitar la balcanización radical, unir a los radicales; la actualización programática del discurso radical; y la necesidad de montar una fuerte organización, que haga actividades, que salga a la calle, que deje la política de café.  Dentro del Radicalismo, nos gusta enunciar desde tres valores:  El trabajo. Valoramos a «los que hacen», a los que quieren ser vistos, a los que se mueven, a los que les gusta pensar y organizar. Los que buscan pasar desapercibidos no nos interesan.  La innovación. Consideramos esencial la actualización del discurso radical, tener a los mejores cuadros técnicos, los mejores programas, las mejores ideas y dotar, a todo ello, de una comunicación adecuada para los tiempos que vivimos. No es fácil en un partido como la UCR, centenario, con una maquinaria pesada, pero hemos notado avances en estos últimos años. La decencia. Pensar la política sin moral no tiene cabida para nosotros. El PJ nos acostumbró a vivir en la corrupción. Algunos radicales se corrompieron también. No es ese el camino, esta sociedad necesita un acuerdo moral para salir adelante y queremos que el Radicalismo dé el ejemplo.

-¿Cuál es el peso que tiene, según tu visión, la juventud en el partido en  que militás? La Juventud Radical desde hace muchos años es un semillero de la política. La presencia en las universidades de todo el país así lo demuestran. Hay que establecer comparaciones con el proceso actual, el que encarna el kirchnerismo. No le quito méritos a la voluntad militante de la juventud oficialista pero carecen de un discurso crítico de su mismo proceso. La Juventud Radical es la que fue a plantearle al propio Presidente Raúl Alfonsín su rechazo a las leyes de obediencia debida y punto final. La Juventud Radical es la que decidió movilizarse contra los recortes a los docentes y a la universidad pública durante el gobierno de De La Rúa. Eran medidas que no se compartieron y a pesar de formar parte del gobierno se decidió manifestarse.  Hoy en día, la generación que nació en democracia empieza a tener mucho peso en la UCR. Al menos en la Ciudad de Buenos Aires, la generación de entre 40 y 60 años casi no participa, entonces es desde las generaciones que venimos más abajo donde tenemos que empujar y avanzar.

-¿Creés que es cierto lo que dicen que la juventud está más involucrada en la política en el último tiempo? ¿Por qué?  Sí, creo que es cierto. Y reconozco que fue el kirchnerismo quien lo promocionó: reformó la apatía preexistente con que las y los jóvenes miraban la política. Ya sea por apoyo o por oposición. Estos años de kirchnerismo, esencialmente a partir del 2008, apostaron a la creación de un núcleo duro de militantes. Para ese núcleo, la militancia joven resultó primordial. El discurso kirchnerista –o relato- apeló a todo un sector que estaba fuera de la cuestión política. La lucha, la pelea, la disputa frente a “las corporaciones” y la defensa de un “modelo” fueron argumentos convocantes para la juventud. La fantasía de dar batalla a un enemigo –a elección- en favor del pueblo fue lo suficientemente seductora para todo un sector de la juventud, sin olvidar el componente social y de pertenencia que esta militancia juvenil le aportó al colectivo. Personalmente, no creí ni una palabra de esas convocatorias, pero negar que prendió en los sectores juveniles sería mentir.

-¿Pesan más las diferencias políticas que las generacionales? Depende. Está claro desde dónde interviene cada uno. Yo puedo tener vínculo con militantes kirchneristas, del PRO o de la ultra-izquierda, pero sabemos que intervenimos políticamente desde lugares distintos. Sí creo que hay trabajos que pueden vincularse y hay peleas que vale la pena darlas con la mayor cantidad de jóvenes posibles: la despenalización del aborto, la lucha contra el narcotráfico, por decir dos.

-¿Qué tipos de actividades hacen en Raíz? En primer lugar, intervenimos políticamente. Participamos de la campaña de UNEN del año pasado, con recorridas, actividades en la calle, participaciones en los actos. Estamos pensando y trabajando para las elecciones del 2015. Tenemos vocación de participar, de utilizar las PASO para competir en la Ciudad de Buenos Aires. Por otra parte, nos interesa llevar a cabo proyectos que actualicen el discurso radical, que le den una nueva mirada a otros temas y que ayuden a organizarnos. Hemos hecho charlas sobre temas que entendíamos que el Radicalismo tenía que fijar una postura. Organizamos un encuentro sobre la violencia en el fútbol con el periodista Gustavo Grabia, el exjuez Mariano Bergés y el expresidente de Vélez Raúl Gámez; te comento algunas más: trabajamos sobre actividades sobre la disputa entre el gobierno y el Grupo Clarín, el voto a los 16, la cuestión de género, el referéndum con Irán, la tragedia de Once. Para todas decidimos marcar una posición y acompañarla de actividades.  A fines de 2013, lanzamos una colección digital de artículos llamada «Radicalismo, ¿para qué?» (http://radicalismoparaque.somosraiz.com.ar) con reflexiones de mucha gente que participa o está cerca del radicalismo: tanto dirigentes, como militantes, como intelectuales. Y también estamos trabajando programáticamente sobre un plan de gobierno para la Ciudad de Buenos Aires. Suena ambicioso, lo sé. Lo es.

-Hay muchos referentes jóvenes de peso en la política actual (funcionarios y representantes en ejercicio), ¿qué opinión tenés al respecto?

Que haya jóvenes como funcionarios y representantes me parece muy bien. Creo que la discusión, en todo caso, pasa por otro lado. Pasa por los que para asegurarse una lealtad absoluta y tonta ponen a inexpertos en lugares primordiales: es algo que pasa mucho en el kirchnerismo. Y creo que le hace muy mal a la noción que la opinión pública después arma de «la juventud en la política». Pero hoy la política necesita que haya jóvenes en los tres poderes del Estado, que ocupen lugares importantes, que crezcan, que aporten la visión de la generación.

-¿Qué significa que haya muchos funcionarios y representantes que hayan nacido en democracia? ¿Qué desafíos conlleva eso? Es difícil contestarlo siendo parte de la generación que nació en democracia. Pienso que tenemos «otro chip» sobre algunas cuestiones. No tenemos en consideración de ninguna forma la posibilidad de alterar el régimen democrático, cosa que sucedió durante más de cincuenta años en la Argentina del Siglo XX. Lo que sí, nuestra generación tiene que comenzar a trazar la Argentina que quiere, la que se imagina. Una Argentina donde recuperemos el sentido de lo público, donde la igualdad y la justicia sean primordiales en una nación que busque un desarrollo sostenido. Al menos esa es mi Argentina, je.

-¿Qué desafíos pensás que hay para que los jóvenes militantes de hoy sean referentes y representantes idóneos (por decirlo así) en el futuro? Hay que formarse, hay que leer, hay que caminar, hay que trabajar, hay que entender que la política no es una solución laboral sino una forma de organizar mejor el país. 

-¿Qué opinión tenés al respecto del prejuicio de que existen “militantes rentados” o que muchos jóvenes sólo militan para tener un cargo? Ese prejuicio existe. Incluso, a veces acierta completamente. Si confundimos la militancia juvenil con una bolsa de trabajo estamos en un grave problema.  También hay que entender que nosotros, al menos en RAÍZ y en la UCR, participamos políticamente para cambiar y mejorar la Ciudad de Buenos Aires y la Argentina. Los lugares de intervención son muchos, a veces es el Estado. Hay un discurso creciente que acusa a los que trabajan en el Estado. «Tu sueldo te lo pagamos entre todos», he escuchado que le dicen a los que trabajan en el Estado. Acusar a alguien por trabajar en el Estado o hacerle creer que toda la ciudadanía puede opinar sobre su vida es una tontería. La clave de la cuestión pasa por otro lado: por la idoneidad para los cargos a ocupar y por la dedicación y el sacrificio de la labor. Lo que la política tiene que evitar es el despilfarro absurdo de contratos, la burocracia que se gesta para que la corporación política conserve «su lugarcito», y que la gente que se contrata para trabajar… trabaje.

-¿Qué opinás de tu sector etario que no se involucra en política? ¿A qué lo atribuís? ¿Es una diferencia que puede impedir una relación de amistad? ¿Por qué? Pienso que pedirle a toda la sociedad que se involucre en política es un absurdo. La política tiene que ayudar a las personas, no cargarles una responsabilidad más de las que tienen todos los días. Ahora, a los que les interesa el discurso político, a los que veo publicando opiniones, discutiendo, me permito decirles que estaría bueno que se involucren. Cuando yo no participaba veía la política como algo raro, difícil y cerrado. No es así, hay muchas maneras de intervenir, no siempre tiene que ser para poner al Presidente de la Nación.  Del sector que no se involucra, al que no le interesa la política que no pierda el tiempo, que haga algo que le guste. Al que la interesa la política le diría que está bueno intentar ser más que un espectador, que vale la pena participar.

  A veces las diferencias políticas pueden conspirar para un entendimiento social, pero personalmente siento que esas diferencias no me impiden una amistad.