Ciudad

Las tomas de escuelas y The Truman show

La Ciudad de Buenos Aires es, nuevamente, escenario de las “tomas” de escuelas, siempre reprimidas por un gobierno que tiene como estrategia la amenaza, la judicialización y la pedagogía punitivista como metodología.

El pensamiento privatista de Juntos, con sus “transformaciones” dedicadas a la escenificación, concibe a la Ciudad como un set cinematográfico semejante a The Truman Show, en donde nunca pasa nada y todo funciona como piezas de relojería de un mundo perfecto, sólo que no existe. Un mundo falso que establece la “paz” de la alienación.

La ideología de los administradores de a Ciudad les impide ver un todo, solo ven las partes y por supuesto deshumanizadas, sólo ensambladas por un concepto escenográfico donde cada cosa va en su lugar, previamente determinado por su gestión.

Para graficar, ven escuelas, hospitales, plazas, calles, medios de transporte e individuos y por supuesto, su inmaculado mercado inmobiliario avanzando sobre lo público; como ejemplo, la costanera en Costa Salguero; el Palacio Ceci de la escuela de sordos en Villa Devoto, para transformarlo en el Distrito de Vino; los avances en San Telmo, borrando los signos del pasado y un largo etcétera.

Ahí radica el problema, en la concepción de lo público. Lo público es visto, filtrado por su modelo ideológico, como una amenaza.  La acción en la calle, en la plaza, en la escuela, en el hospital, fuera del libreto de su propia producción escenográfica, son percibidos como lo monstruoso, la barbarie que hay que sofocar, reprimir, o dominar bajo los supuestos de su evangelio político/ideológico.

Una simple muestra, es que, en tanto la expansión de los bares sobre las calles, es admitido, el mantero es perseguido; el primero paga impuestos para ser parte del escenario del show y el segundo es percibido como un intruso que entorpece el espectáculo. Porque de eso se trata la política PRO, de la utilización del espectáculo, que ordena y oculta la estrategia de disciplinamiento ciudadano bajo el concepto publicitario de la “transformación no para”.

La acción fuera de la acción escenográfica condicionada por la gestión es tomada como  insurrección a su modelo de “vivir la ciudad”, por lo tanto, desde su alucinatorio entienden el resurgimiento de civilización o barbarie, pero en tanto su “civilización” es escénica, lo que alucinan como “barbarie” es el mundo real.

Entonces, el caso de la “toma” de las escuelas es observado poco menos que como un acto vandálico, tipificado por la ministra, Soledad Acuña, como “una medida violenta…” que calificó como “intrusión y usurpación de un edificio público” y agregó, “con reclamos inatendibles” por el cuestionamiento a las prácticas educativas y por solidarizarse con les docentes para que no trabajen los sábados, como había anunciado días atrás el propio jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta , no solo de manera inconsulta y sin el diálogo que pregonan, sino en contra de lo que marca el estatuto docente respecto de la carga laboral. Un estatuto que es una ley que ha sufrido modificaciones con el manejo del show legislativo que como consecuencia ocasionó la pérdida de derechos con la disolución de las juntas de clasificación o la ley que diversifica la carrera docente para suplantar la antigüedad y atar los aumentos salariales a difusos ascensos en un también difuso escalafón que no lleva a cargos directivos, pero sí a la obligación de cursos en la UNICABA.

Así como, la decisión autoritaria de convertir las escuelas de jornada simple en jornada completa sin ningún proyecto que lo sustente, ni los medios físicos, ni monetarios; porque todo es parte del show montado para el reality, pero haciendo responsables a sus trabajadorxs de los logros de una decisión que no pensaron, ni planificaron.

Del mismo modo y como parte del show, la ministra Soledad Acuña en lugar de recorrer las escuelas para dialogar sobre las problemáticas, aparece en programas de televisión, en radios y en las redes sociales esgrimiendo amenazas que luego lleva a la práctica demandando a los padres de estudiantes que consientan que sus hijxs tomen la escuela.

La práctica del gobierno es un capítulo de la pedagogía de la crueldad, frente a los reclamos estudiantiles la pedagogía del punitivismo para encauzar una moralina del orden, espacio donde el que tiene el cargo político cree que tiene un poder supraterrenal que le permite decidir sobre la vida de los demás mortales, igual que en el Truman show.

Las “tomas” son la manifestación del hartazgo de les estudiantes a la manipulación de su educación; es el cansancio de ser cosificados en un estereotipo o estigmatizados por su pertenencia político partidaria o simplemente por exteriorizar su ideología.

Hace mucho tiempo que el tema de las viandas es un conflicto, pero la ministra se hace la desentendida; los cuestionamientos a las “prácticas educativas” en empresas o fundaciones empresariales son una constante.

Es oportuno recordar, con solo repasar los acuerdos realizados, el claro alineamiento ideológico donde les jóvenes deben hacer sus prácticas.

El programa de “prácticas educativas”, incluido en la currícula implica 120 horas de un estudiante “premoderno” del siglo XXI, trabajando gratis, para empresas o fundaciones pertenecientes al Grupo Fundaciones y Empresas (GDFE), de acuerdo con el encuentro celebrado  con los principales ceos de ese grupo, en el que la ministra Acuña sostuvo que “es nuestra responsabilidad como Estado brindar siempre una educación que prepare a los chicos para los desafíos del futuro. Por eso, celebro la decisión de cada empresa, organización e institución de involucrarse y comprometerse con el futuro de los estudiantes de secundaria de nuestra Ciudad”, según cita el boletín ministerial.

En el mismo se informa que el encuentro “también dio espacio a que referentes de fundaciones y empresas que ya confirmaron su participación en las prácticas compartieran su experiencia al haber firmado el convenio con el Gobierno para implementar las prácticas. Belén Arce, líder de Inversión Social Estratégica en Banco Galicia, y Mariana Corti, gerenta de RSE en Fundación Pampa Energía, apoyaron la iniciativa por considerarla una articulación público-privada que atiende los desafíos de formación de los jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires”.

Entre las generalidades del programa se especifica que se complementará con un curso de habilidades para el futuro, a través del cual se brindará educación financiera y herramientas que facilitarán su empleabilidad.

Como contraparte, se les dará un “‘sello de empresa comprometida con la educación’ que otorgará beneficios a aquellas instituciones que sean proveedoras de las prácticas educativas”. Léase, exenciones impositivas.

También se formalizaron convenios con conocidas fundaciones (pantallas de corporaciones empresariales)  de fuerte sesgo neoliberal como “Fundación Caminando Juntos, Fundación Cimientos, Fundación Forge, Fundación Pescar, Junior Achievement y Programa Empujar ya están llevando adelante en esta materia, a fin de evaluar posibles articulaciones para brindar más oportunidades a los/as estudiantes”, tal como vemos que anuncia otro comunicado de prensa ministerial.

Esta es una foto, más que elocuente, de la formación ideológica que reciben les estudiantes en sus “pasantías”, sin contar el doble beneficio para las empresas: trabajo gratuito y exención impositiva.

Frente a esto, decir que les estudiantes sufren la manipulación de una agrupación kirchnerista: “esto, claramente está vinculado con el sindicato y el kirchnerismo (…) alertamos a las familias de las escuelas donde teníamos información que iban a hacer tomas, porque los responsables (…) son los padres…”, para después hablar de la comisión de delito en la que estarán incurriendo los padres, según los propios dichos de la ministra Acuña. Sus amenazas son un acto muy cercano a la tristemente célebre propaganda que utilizaba la dictadura genocida con aquello de “¿Sabe dónde están sus hijos ahora?”.

¿Y la educación?

No es comprensible que una ministra de educación lleve adelante sus políticas de la mano de la punición, ignora o soslaya deliberadamente que les jóvenes son seres pensantes capaces de tomar decisiones frente a lo que consideran injusticias.

Son sujetos de derecho, con plena libertad de militar en las agrupaciones que decidan, de hecho, no sólo militan en el kirchnerismo, también en agrupaciones de izquierda y en la propia Franja Morada, de la UCR, vinculado a Juntos por el Cambio.

Con estas declaraciones de la ministra Acuña se está mancillando la autonomía de los centros de estudiantes y estigmatizando sus orientaciones políticas, típico de un régimen fascista.

Lo verdaderamente nocivo para el sistema educativo es infiltrar fundaciones de neto corte neoliberal como por ejemplo la Junior Achievement, para adiestrar a les estudiantes en sus doctrinas económicas con prácticas concretas.

Así como realizar convenios y pagarle miles de pesos a la fundación “Enseña por Argentina” y más tarde hacer a su fundador, Oscar Ghillioni (o gerente porque es una subsidiaria de Teach for All de Estados Unidos) funcionario, primero del ministerio de educación nacional durante el gobierno de Mauricio Macri y ahora en el de la Ciudad.

Pero esas vinculaciones son parte del entramado del Truman show, son la naturalización de la impunidad de lo edulcorado como cooperación público – privada, mientras la vida pública se degrada detrás de la escenografía sostenida con la pedagogía del punitivismo.

La cuestión no se reduce a la remanida grieta y esas acusaciones mutuas entre el falso republicanismo de Juntos por el Cambio y el falso progresismo del Frente de Todos, que contribuye sistemáticamente a jugar el juego de un debate inexistente en educación.

Recordemos que el gobierno nacional recortó 50.000 millones de pesos del ya magro presupuesto educativo para contribuir a pagarle al FMI y pretendiendo que no hay consecuencias con la subejecución de las partidas, según había dicho el titular de área, Jaime Perczyk, lo que lo emparenta con el Truman show y el todo funciona igual, con o sin 50.000 millones de pesos en el presupuesto educativo.

Aclarado esto, volvamos a Truman, en la película un reflector se desprende y cae, lo que pone en actitud de sospecha al protagonista que comienza a hilvanar acontecimientos que van sucediendo, como los comportamientos repetidos en los distintos personajes; entonces el falso mundo comienza a resquebrajarse.

En lugar de menospreciar la rebeldía de les jóvenes, y emplear el punitivismo como recurso pedagógico, deberían considerar el mundo real y lo no dicho detrás del reclamo de la vianda, como sucedió en Chile: “no son 30 pesos, son 30 años”, el hartazgo a los discursos contra docentes; la subejecución de presupuesto; la falta de inversión en infraestructura; las decisiones arbitrarias como el aumento de los días de clase, sin ninguna justificación pedagógica más que competir con el FdT para ver quién da más días de clase, para pasar por “amigos” de la educación; los sospechosos resultados de las pruebas “aprender”; los abruptos cambios en el sistema. De la “Nueva Escuela Secundaria” (NES), sin que termine una promoción, implementaron “La Secundaria del futuro” y realizaron las modificaciones en la caja horaria del último año para dar paso a la legalización de fundaciones y empresas, verdadera gente extraña a la escuela para vincularse con les estudiantes y oficiar de docentes.

La transformación no para es el realitity, la cubierta que enmascara, el mundo falso, detrás del cual el sojuzgamiento y la persecución son los verdaderos motores de la dominación y la alienación en el que el sistema escolar se diseña para el adiestramiento.

Celebremos la rebeldía, celebremos la línea de fuga, verdadero motor de las ideas contra el punitivismo de la amenaza, la persecución, la judicialización la protesta y el sometimiento a los que traman nuestro destino.

Darío Balvidares es profesor y Licenciado en Letras (UBA). Investigador en Política, Educativa. Integrante del colectivo editor de Tramas – Periodismo en Movimiento.