Sociedad

En Primera Persona

“Es un libro que voy a llevar en mi corazón toda la vida”

El Mensajero Diario entrevistó a la periodista María Eugenia Ludueña quien relata el proceso de escritura de “Laura. Vida y militancia de Laura Carlotto”, su primera novela de no ficción y que se editó en septiembre por Editorial Planeta.

María Eugenia Ludueña compartió una cálida entrevista con El Mensajero Diario donde cuenta sobre su libro.

Por Anabel Acevedo   María Eugenia Ludueña o Maru, como le dicen sus amigos, compartió una cálida entrevista con El Mensajero Diario donde cuenta sobre su libro. Cómo fue el proceso de creación, cómo se comprometió con la historia y reflexiona acerca de la importancia de seguir buscando a los 400 nietos que faltan.   Nació en la ciudad de Santa Fe en 1969 pero vivió en el barrio porteño de Floresta.  A los 22 años entró a trabajar a revista Femenina. También escribió para La Nación Revista, Página / 12, Travesía, entre otros. Fue premiada con el Best Feature Story: Writing for Social Impact (International Network of Street Papers)  por una nota que realizó para la revista  Hecho en Bs.AS. y ganó una beca Avina de Investigación periodística. Actualmente, trabaja en Infojus Noticias. Además, participa en la asociación Miguel Bru de La Plata, donde da talleres de periodismo.

   ¿Recordás algo de la dictadura de 1976 a pesar de que eras chica? Recuerdo cosas muy patente, tengo 43 años y en el año ´76 tenía 6 años. Supe más tarde que viví a tres cuadras del centro clandestino El Olimpo, que quedaba en Floresta. Después recuerdo, situaciones que no entendía. En una parte del libro describo el día en que matan a la hija de Rodolfo Walsh. Eso que relato es lo que nos pasó a nosotros, a los niños de ese momento. Mi hermano iba a jardín de infantes, y el micro en el que iba estaba por cruzar la barrera y los detuvieron y los hicieron ponerse debajo de los asientos. En mi escuela, cada tanto había situaciones muy extrañas, y tomaban medidas de seguridad. Y lo que recuerdo es haber salido de la escuela y a veces ver persianas agujereadas a balazos o balas tiradas en la calle que habían quedado después de un enfrentamiento. Y no poder comprender cómo habían sido perforadas esas ventanas. No lo podía comprender. También el hecho de tener 12 o 13 años de enterarme de todas las atrocidades y las cosas que había pasado. Esto de haber pasado por la puerta de El Olimpo, por muchos años, cuando iba a jugar al parque o de cruzarnos con un auto donde había alguien encapuchado. Hay cosas que me han quedado muy grabadas, y evidentemente, este libro ha sido entre tantas cosas, una manera de indagar sobre esto.

  ¿Cuánto tiempo te llevó elaborarlo? ¿Fuiste muchas veces a La Plata? Sí, fui muchas veces a hacer entrevistas. Eran entrevistas intensas. Leí mucho; necesitaba comprender el paralelismo entre la historia personal de Laura, su militancia, y la historia del país. Qué pasaba en ese momento y en una época en la que todo el tiempo pasaban cosas muy turbulentas y vertiginosas. No me quebraba pero me dolía. Me duele saber que eso fue verdad, me duele pensar que pasó eso. Me duele que estemos hablando de niños robados, de 400 nietos que no aparecen. Todo eso me duele porque no está resuelto.

  ¿Los testimonios fueron duros de escuchar? Los testimonios fueron bastante duros, sobre todo porque uno como periodista cuando entrevistas a alguien que fue víctima de todo tipo de abusos y crueldades es un tema bastante delicado. Uno nunca sabe en qué pregunta, en qué palabra o en qué cuestión le está haciendo vivir en el otro algo muy doloroso o abrir heridas que ellos tienen. En ese sentido fue un tema con el que estaba muy alerta. Con Estela, que me tuvo que volver a contar cosas muy dolorosas y con amigas de Laura que estuvieron con ella en cautiverio. Eso fue muy delicado.

  ¿Te conmovías mientras lo ibas escribiendo? No, porque yo me acerco a este historia a través de lo que hago en este mundo que es escribir. Es un proyecto que me expresa por otros trabajos que yo he hecho vinculados a derechos y lo que sí me pareció una carga muy fuerte, que Laura no pueda dar testimonio, me pareció una historia que algunos conocen por parte, sentía mucha responsabilidad de contar todas esas atrocidades, no solo de Laura sino también de los compañeros que se mencionan. Que a veces se mencionan por el nombre de guerra, de la militancia. Y en todos los casos trataba de ser cuidadosa y de que esté el nombre y el apellido, que se sepa el nombre de la persona.

  ¿Cómo sigue después de este libro? ¿Seguís investigando? Por ahora estoy muy tomada por el libro, porque lo terminé de escribir, lo entregué en marzo del 2013, lo estuve corrigiendo hasta julio y salió en septiembre, y todavía es como haber estado de viaje con toda la gente de la que hablo en el libro. Es como un viaje, meterme en esas situaciones para poder escribir, escuchar todos los testimonios y la información. Ahora estoy en un proceso en el que estoy muy involucrada. Es un libro que voy a llevar en mi corazón toda la vida.

  Hay un capítulo del libro “Boleto de ida” dónde poéticamente Jorge Falcone (cuñado de Laura y esposos de Claudia Carlotto) recuerda un momento que vive con Claudia corriendo de la mano por la calle. ¿Es como una síntesis del momento que se vivía: el amor, el peligro, la fuerza? Es como el sumun. Yo le estoy muy agradecida a ellos dos: tanto a Jorge Falcone como a Claudia porque la vida de ellos también me pareció que debía contarla. Jorge tiene mucha cintura, ha escrito muchos libros. Es un tipo que ha hecho un ejercicio muy intensivo de memoria y de documentarla. Él tiene un librito que se llama “Memorial de guerra larga” y a mí me sirvió mucho para escribir, yo lo consulté a él, le pregunté si podía usarlo y un fragmento lo reproduje tal cual. Porque me parece que ellos tiene esta visión de la militancia desde un lugar más despojado y honesto, más desde lo inmediato aunque haya pasado el tiempo.

  ¿Hay alguna frase que te quede de lo escrito? Me queda como lo colectivo, la dimensión colectiva de las cosas. Esto de que Laura no quería salvarse sola. El sueño colectivo, la manera de pensar en el otro. Y por otro lado, como Estela y todos los Carlotto transforman esta tragedia familiar que no es solo la muerte de Laura sino todas cuestiones encadenadas como el exilio de Claudia, el vivir perseguidos, el secuestro del padre. Cómo logran transformar todo eso en una lucha colectiva aunque el dolor seguramente está ahí todavía. Los testimonios también me conmovían y fue difícil editarlos. La época también me conmueve a veces pienso por qué la literatura o la música de los ´70s me llega. Había algo en el aire que quedan algunas cuestiones dando vueltas.

  ¿Tenés conocimiento sobre las repercusiones de Laura?

  Lo que recibo que me cuentan. Estuve con Osvaldo Quiroga en una nota en el programa que tiene en Televisión Pública. Él fue muy elogioso y me dijo que vivió esa época y que es como si yo lo hubiera vivido aunque no tengo su edad. Y ese era el miedo. Lo hice con Liliana Heker fui a su taller desde antes y para mí fue muy importante porque ahí probé si esa estructura funcionaba, que era algo que como son muchos personajes, no es una biografía tradicional del género, tiene mucha gente que entra y sale en escena. Liliana conoce el libro, y era como un referente de esa época para saber si la estaba reflejando o no. Y cuando alguien que la vivió me dice me hacés revivir y recordar, me da cierta tranquilidad porque yo tenía mucho miedo que al no haber vivido esa época, por más que me documenté un montón y todos son datos que tomé de distintas fuentes temía no poder hacerlo bien. Me gusta cunado me dicen eso. Como cuando me dicen que lo conmovió. Es como que me siento más tranquila. Sobre todo con la familia de Laura, que el día de la presentación fueron muy elogiosos, pero yo con ellos tomé una decisión que algunos de mis compañeros me criticaron, lo dí a leer antes de publicarlo. Por un lado, a la familia Carlotto y empezando por Estela que es la persona con la cual yo me comprometí cuando ella me y abrió las puertas, y por otro lado, no creo que haya  una historia lado B. A las personas les fui dando los fragmentos en los que aparecían y fue muy constructiva la corrección porque ganó en precisión el libro y en muchas cosas que estaban mal y fueron corregidas. Por ejemplo el auto de Guido no era de color naranja, era de color crema. Como que en ese tipo de cosas se aproximó más a la verdad.