Sociedad

Por Anabel Acevedo

Una lucha que aún no termina

Estos hombres marcaron un precedente: crearon leyes que no existían para lograr el reconocimiento que le corresponde a un excombatiente. Hoy siguen luchando para que no se siga “desmalvinizando” y para profundizar que Malvinas es una “causa inclaudicable”. Buscan concientizar y educar a las generaciones futuras.

Entrevista con César Trejo, apoderado de la Comisión Soldados Combatientes de Malvinas, y con Rubén Pablos, director de Veteranos de Guerra de Malvinas y titular del Centro de Excombatientes de Bariloche.

  Al regresar de Malvinas ¿Cómo comenzaron a organizarse y a trabajar?  Trejo: Cuando nosotros regresamos de los combates, al muy poco tiempo nos dimos cuenta de que había situaciones personales de compañeros que empezaban a manifestar dificultades para poder terminar sus estudios, encontrar un trabajo, atender su salud. Todo eso nos llevó a la conciencia de que teníamos que organizarnos. Empezamos a ver que no había leyes. El único antecedente que había en el país era una ley que le había dado un beneficio a los expedicionarios del desierto de 1880. Lo que se aplicaba con los discapacitados, con la gente mutilada y demás, era la ley de contrato de accidente de trabajo, como si fuera lo mismo perder una mano en una fábrica que perderla en un combate. La mano es la misma pero el motivo es distinto: uno es accidental y el otro era por cumplir un mandato de defender a la patria y cuidar un territorio. Vimos que era necesario tener una ley y para ello había que ir al Congreso. Nos dimos cuenta de que había una actitud de rechazo del gobierno de Alfonsín por prestarnos atención. Nos encontramos con que en los medios periodísticos: la radio, la televisión, solo se habla de Malvinas en relación con la dictadura que había sido una fantochada, y nosotros teníamos muy presente el momento en que habíamos partido de nuestros establecimientos, con un gran entusiasmo popular, con todos los medios diciendo: “Ahí van los soldados, los jóvenes que van a defender a la patria”. Recordábamos y sentíamos que así como habíamos sentido esa despedida llena de entusiasmo popular y algarabía, ahora nadie quería saber de nosotros. Después, en el 84, Osvaldo Soriano que dirigía Humor, se fue a París y le hizo una entrevista a un politólogo francés que se llama Alain Roquié, que recomienda un neologismo: “Hay que ‘desmalvinizar’ a la Argentina”. ¿Qué significa? como este hombre se había interesado mucho por las relaciones entre las fuerzas armadas y las políticas acá en Argentina, a lo largo del siglo XX, decía “para que los militares no vuelvan al poder hay que quitarles el argumento legitimador de sí mismo, después de todos los desastres que hicieron, el argumento legitimador puede ser Malvinas. Entonces hay que “desmalvinizar”, primero a las fuerzas armadas y después al sistema educativo y demás”. Y efectivamente ese primer gobierno de turno y los sucesivos, “desmalvinizaron”: era reducir lo que se había vivido en esos 74 días de guerra a un capítulo de la dictadura militar y descontextualizarlo históricamente, quitarle el sentido histórico.  Pablos: Un compañero hace poco dijo que nos quisieron sumir dentro de la dictadura. Las palabras de Alfonsín decían que Malvinas era un carro atmosférico de la dictadura. El compañero veterano salió a decir que nosotros no fuimos a Malvinas a combatir pensando en Galtieri. Fuimos a Malvinas pensando en San Martín, que es una gran diferencia, de cómo nosotros vemos la situación y cómo lo ven los otros.  

  Siempre estamos hablando en plural, ¿a quiénes abarca ese plural?  Trejo: En principio éramos los exsoldados, los que habíamos hecho la colimba. Porque los otros, que habían sido oficiales, estaban todavía en actividad, volvieron a sus destinos, también tuvieron su “desmalvinización” dentro de la fuerza armada que tuvo alguna repercusión institucional. Ahí es donde ocurren la mayoría de los suicidios, donde se matan un motón de compañeros. Entonces dijimos que nos teníamos que organizar, con nuestra ignorancia e inexperiencia creamos un proyecto de ley que salió en tiempo récord. En menos de un año, en noviembre del 84, se sanciona la ley 23.109 que es la ley de excombatientes que hablaba de trabajo, vivienda, salud y educación. El senador Osvaldo Britos y el diputado Lorenzo Pepe fueron los introductores de la discusión, que fue aprobada inmediatamente.   ¿Qué decía la ley?  Trejo: Decía que había prioridad en los empleos del estado para los excombatientes, nacional y provincial; que podíamos hacer juntas médicas para ver qué grado de daño teníamos ocasionados, y atención médica, prioridad para concluir los estudios y acceso a la vivienda. Todo eso Alfonsín lo cajoneó hasta el final de su gobierno. Y recién reglamentó aspectos particulares a fines del 88, casi en las postrimerías de su gobierno. Por lo tanto, no solo nos organizamos con el Estado, sino que de alguna manera, las organizaciones de excombatientes nacieron en contra del Estado, en contra del gobierno. Porque había una voluntad contraria por parte de quienes tomaban el gobierno de reconocernos. Malvinas para ellos era un carro atmosférico; como dijo Alfonsín: “Lo que empezó como un carro de gloria, terminó como un carro atmosférico”. Después nosotros revisando los discursos de todos los políticos nos dimos cuenta de que en la guerra decían una cosa y después de la guerra decían otra cosa completamente opuesta. Yo tuve una vez la oportunidad de ponerme cara a cara con Alfonsín. Lo encaré en un programa de televisión, que me lo encontré y le dije: “Discúlpeme doctor, gracias a su gobierno, se mataron un montón de compañeros porque usted ‘desmalvinizó’, nos puso en la misma bolsa que a los militares”. Luego, me llevó a un costado Alconada Sempé (que había sido secretario de prensa de él) y me dijo: “Bueno, sí, es cierto, él está arrepentido de haberlos puesto a ustedes…”, a lo que le contesto: “Entonces que lo diga públicamente y que pida disculpas, porque gracias a tu jefe se nos mataron un montón de compañeros”. Esa “desmalvinización” era reducir un tema a un episodio del ´82 y de la dictadura. Que nosotros no negamos que en la mente de los militares había, obviamente, una especulación por perpetuarse en el poder. Pero nosotros decimos que eso es un dato más dentro de una complejidad de datos para comprender lo que había ocurrido. ¿Por qué había ocurrido la guerra? Y para eso había que remontarse a la historia, había que entender nuestra experiencia personal. No se explicaba solamente por la anécdota personal, se explicaba por nuestra inserción en un momento de una larga historia. Había que ponerlo en contexto.

  ¿Cómo está hoy el tema del término “desmalvinización”? ¿Y cómo se explica a nivel educativo?  Trejo: En el año 2006 el único elemento que hacía referencia a la Ley de Educación Nacional, en el capítulo de Ciencias sociales decía: “Malvinas: la decadencia de la dictadura militar”. A partir de ese año, gracias a que dimos una batalla cuando se estaba por sancionar esa ley, logramos que Malvinas esté en el artículo 52, inciso b, como desde la perspectiva que dice la disposición transitoria de la Constitución Nacional, sancionada en el año 1994: “Malvinas es una causa inclaudicable, del pueblo de la Nación Argentina; respetando el derecho internacional, del modo de vida de sus habitantes, etc.”. Habla de inclaudicable del pueblo argentino, donde están incluidos los gobernantes. Del 2006 al 2013, estamos dando una batalla muy dura, porque esos contenidos tienen que elaborarse en cada provincia. Observamos que todavía, más allá de la ley, hay un sistema simbólico que todavía sigue adhiriendo a la anterior versión, que reduce el tema Malvinas a un capítulo de la dictadura y pierde perspectiva histórica y, por supuesto, pierde proyección futura. Para nosotros, la causa Malvinas, hoy debe leerse en término de que Malvinas contribuye a la unidad subcontinental, a la unidad de Sudamérica, con América Latina. Es un disparador y acelerador del proceso de integración. Moniz Bandeira, un escritor brasileño, dijo: “A partir de la guerra de Malvinas, Argentina hizo un giro copernicano en su política exterior. El segundo enemigo de Argentina era Brasil. A partir de ese giro, sacamos las brigadas del sur y las ponemos en el Amazonas. Nos enseñó que nuestra primera hipótesis de guerra es el norte”. ¿Cómo se debería impartir el tema de Malvinas en las escuelas, desde qué ejes? Malvinas es una causa sudamericana, luego latinoamericana. Malvinas está presente en todas las cumbres, en todas las reuniones de la región. Por la conmoción que produjo durante la guerra, por ese proceso de aceleramiento inmediato a la posguerra. A fines del siglo XX se da ese proceso de integración con Malvinas. La integración ya no es un sueño de poetas, sino de la realidad cotidiana.

Hay un asunto con respecto al tema de las pensiones, esa duda que surgió con respecto a los movilizados… Trejo: De los 14 mil hubo 1.800 puestos de trabajos. El resto nos las arreglamos de la manera que pudimos. En los 90 firmamos acuerdos con UIA, la Cámara Mercantil y con otras cámaras para poder generar puestos de trabajo en el sector privado. Hicimos un proceso de capacitación que implicaba terminar el primario, secundario y terciario, pero no se cumplía lo del trabajo. Entonces se pidió una pensión, que no alcanzaba para vivir y no teníamos trabajo. Pablos: La gran problemática psicológica que había que contenerla, con trabajo o sin trabajo. Se necesitaba un acompañamiento de trabajo y salud. Trejo: La pensión graciable en el ´94 se convirtió en pensión de guerra. La, por entonces senadora Cristina de Kirchner entendió eso: que no queríamos algo graciable, sino de guerra. Y cambió el estatus de la pensión y se duplicó. Cuando asume Kirchner en el 2004, luego de una movilización a Plaza de Mayo, por un decreto de ley, convierte esa pensión de guerra en una pensión social, que da una base de tres pensiones mínimas de los jubilados. Hoy estamos con esos regímenes. Después, los estados provinciales y demás, sacan bajo su propia autoridad otros subsidios o pensiones. En el 2006 tres senadores de la nación: Niceto, Capitanich y Bortolozzi, firman un ante proyecto de ley que dice que a los movilizados se les va a dar una pensión. Se trata de los soldados que estaban movilizados al sur del paralelo 46. No entraron en combate y no fueron a Malvinas. Algunos reconocieron que lo hicieron para llevar votos. De 14.000 que fuimos, hay cerca o más de 300.000 movilizados, y se los iba a tomar como héroes de guerra. Pablos: Los puso en el mismo rango de los veteranos, de aquellos que dieron su vida.

¿Cómo los tomó esto? Trejo: Mal. Emitimos varios documentos. Yo creo que todo eso lo hicieron para confundir a la gente. Trabajamos mucho para esclarecerlo. Fue una forma de distraer a las propias organizaciones de excombatientes: usar a esos muchachos movilizados a los que les prometieron pajaritos de colores y, al final, no les cumplieron porque no les podían cumplir, y tampoco había intención de cumplirles. Y la confusión que generaron en la sociedad de saber quién es quién, “La pelea entre excombatientes” en tapas de diarios, degradándonos a nosotros. No es lo mismo estar 70 días, soportando primero el cañoneo naval, luego el cañoneo aéreo, luego la artillería terrestre y luego los combates directos, cuerpo a cuerpo. Y además la posguerra. Pablos: Ver cómo se van matando tus compañeros. No se suicidó ningún movilizado. Cuando discutía con ellos les decía: “Si vos te sacas ese distintivo de no reconocido yo trabajo con vos y te ayudo a que te den una pensión, una ley que te ampare. Pero no te quieras colgar de la ley de excombatientes porque no sos veterano”. Trejo: Esa es la diferencia sustancial, no es que le neguemos a los tipos nada, al contrario. Pablos: Para mí, es mejor, porque si hoy somos 14 mil y en un año somos 314 mil luchando por la causa de Malvinas, es halagador. Trejo: Pero no buscando la guita, sino buscando un reconocimiento real, que es un reconocimiento en realidad de los intereses trascendentes de nuestro país, donde nosotros somos una parte. Porque también hay mucha otra gente a la que hay que agradecerle y que nadie le agradeció. Hubo 300.000 que se anotaron para ir a combatir, las mujeres que trabajaron en las tareas logísticas, los voluntarios de América Latina que se anotaron en las embajadas para venir a combatir. Nadie le agradeció a todas esas personas. De alguna manera debería haber una gratitud sobre eso. Porque tener gratitud hacia ello es tener gratitud hacia uno mismo como pueblo, como nación que reafirma y sigue peleando. Yo siempre comparo, jocosamente, no hay una mujer medianamente embarazada; esto es lo mismo que el combate: no sos veterano si no estuviste en combate.

¿No se cansan de luchar? Trejo: Llega un momento que en tu vida, si te acostumbraste a la lucha, es parte constitutiva de tu ser. Si vos interpretás que la vida es la lucha, algún señor, que fue un gran conductor de la vida política argentina dijo que “la vida es lucha y la lucha es vida”. Se llamaba Juan —se ríe—. Hay distintos tipos de luchas: espirituales, culturales, políticas; la lucha es una sola, cada cual la interpreta a su manera. Si uno no lucha está muerto. En el único lugar que hay paz es en el sarcófago. La vida es conflicto. Y nosotros empezamos a entender que la vida, mejor vivida, es en la que uno da una pelea por un bien común, no por lo particular. Porque si nosotros tenemos beneficios particulares, es gracias al pueblo argentino que lo bancó. El pueblo es nuestro gran aliado. El problema de la Argentina son las dirigencias, las élites, los que dicen representar. Se proponen como “representantes de” pero, casi siempre en la historia Argentina, se demuestra que el pueblo argentino está mucho más adelante que su dirigencia. Y eso es un problema, porque tiene que ser al revés. Nosotros eso lo aprendimos en combate: cuando vos tenías un tipo demasiado valiente, que se iba a 1000 metros adelante, no conduce; el exceso de valentía no conducía, entonces el tipo se fue a la mierda. O cuando tenías al jefe de unidad o de compañía “acobachado” en su posicion atrás tuyo y ni siquiera aparecían, tampoco conducía. Lo que hacía falta era tener a tu conductor en el combate, pegadito a vos, tres pasitos adelante, dando el ejemplo. Así como pasó en la guerra también pasa en la paz, lo mismo que en las escuelas y en la política. Cuando hay alguien que conduce y se pone las pilas, las cosas, en general, van bien. Cuando alguien abandona su posición van mal. Esto es lo que está pasando en Argentina: tenemos un pueblo comprometido pero no tienen un espejo en sus dirigentes, no sabe dónde mirarse. Ahí viene el desaliento, pero nosotros tenemos un pueblo mucho mejor que los dirigentes que tenemos. Pablos: Está todo muy ligado a la dictadura. Para la dictadura primero eran ellos y después todo lo demás. Hoy los que llegan, son ellos primero y después el pueblo. Hay una disociación: cuando están en la lucha por el poder, son pueblo: cuando llegan al poder, dejan de ser pueblo. Y ahí viene el problema, que no nos representan, está la falla. Trejo: Para nosotros que pasamos más de la mitad de nuestras vidas en la lucha, y es un honor seguir luchando por esa causa que sabemos que no comenzó en el 82, precedió a nuestros abuelos. Pablos: Si le preguntás a los veteranos, te van a decir que se sienten orgullosos y agradecidos de haber ido a participar de esa gesta insólita, más allá de las consecuencias. Trejo: Ahora qué hace el sistema: en vez de poner el reflejo de lo que sentimos como pueblo, que fue a pelear, pone a los llorones o degradados traidores. —Está hablando de la película “Iluminados por el fuego”—. A los que dejaron que murieran en su lugar sus compañeros, y ni siquiera tuvieron el honor de decir la verdad. Nadie está poniendo el “corajómetro”; todos tuvimos miedo, todos nos cagamos encima la primera vez que te pasa un avión que va a mil kilómetros por hora, haciendo un ruido ensordecedor en tu cabeza, que parece que estuviera a tres metros tuyo. Nos paralizamos, el tema es cómo logramos, a pesar de ese miedo, tener actitudes más o menos dignas —que es en la mayoría de los casos—. Y nadie en su sano juicio puede ser severo con ese compañero que no ha podido superar ese miedo. Entonces si un tipo no estuvo en su puesto de guardia y en su largo murió otro, te entiendo. Qué le vas a decir, es humano. Pero si encima escribe un libro y hacen una película, y no dice eso o no pide perdón a su familia… Si pongo la maldad en el otro; y eso lo toma el enemigo para continuar con la “desmalvinización”. El soldado Vallejos murió en el lugar de Edgardo Esteban, y hasta el padre de Vallejos podría entender si le pidiera perdón. Hay un juicio que es inapelable. El buen jefe, el que estuvo con sus solados, recorrió las posiciones, el que le silbaban las balas cuando recorrió las posiciones, hoy, durante toda las posguerra se juntó a comer asado, encontró amigos, compañeros. El que fue un cagón, el que no cumplió con su deber, el que maltrató, no puede pisar un lugar. Porque lo putean, lo basurean, lo cagan a piñas. Eso es un juicio inapelable, es el tribunal supremo de alguna manera. Todavía se cuenta una historia falsificada y eso a nosotros nos preocupa. Porque nosotros sentimos una responsabilidad de contarle a los pibes la verdad y después puedan decidir. Sino cuando ellos sean dirigentes van a volver a repetir lo que esta dirigencia actual está haciendo, divorciando del sentimiento del pueblo y de su patria. Por eso la contribución que nosotros queramos hacer hoy, antes que nos venga a buscar la parca. Este pedazo de vida de 31 años que nos regaló el destino, Dios, quien sea, de estar acá, cuando hay compañeros que están allá. Podríamos ser una placa o una cruz. Si estamos acá es por algo. Pablos: Ahí entra la necesidad de por qué seguimos combatiendo, la necesidad es por esto. Sabemos que hay algo que modificar; no nos podemos quedar callados. Si vos no lo hacés, sos responsable. Todos tenemos miedo. Ahí entendí, ¿viste que en los dibujitos cuando tienen miedo, tiemblan? Yo temblé de miedo, es una condición humana; el punto es que el miedo no te paralice. Trejo: Si hay una guerra en el futuro, Dios quiera que no ocurra, los excombatientes no van a estar como nosotros, se van a encontrar que tienen sistemas médicos, pensiones, etc. La etapa social la superamos, exitosamente. Ahora estamos en una etapa cultural y educativa. El combate que tenemos que librar ahora está en la conciencia de los argentinos presentes y futuros. Esa es la prioridad, entonces los productos que estamos haciendo, los contenidos en la educación primaria, secundaria, universitaria; obras de teatro películas, testimonios, muestras, son con el objeto de transmitir desde nuestra experiencia. Nuestra mirada de lo que nos ocurrió a nosotros, al país. Para no cometer desastres que hemos cometido o que han cometido nuestros ancestros o siguen cometiendo los dirigentes. Y también para aprender a hacer de forma distinta. Pablos: Empezar a reconocer nuestros enemigos. Reconocer que Estados Unidos viene por todos. Si nos quieren seguir haciendo creer que son aliados, no vamos a salir. Trejo: O que nos quieran hacer creer que no tenemos enemigos. Pablos: Están dominando el recurso pesquero, minero; se van a llevar los recursos petroleros. Tienen el recurso de agua potable más grande del mundo, tienen la puerta de manejo del único paso interoceánico natural. Por algo están ahí.

Y las medidas que se toman, ¿no dan las soluciones que se necesitan, o no se puede hacer nada? Trejo: Y sin embargo, se puede hacer mucho. Lo que pasa es que para eso hay que tener conciencia. Una forma concreta, práctica, de acercarnos a la recuperación de Malvinas, es elevarles el costo de la ocupación: que en toda América del Sur lograr no puedan comprar un vaso de agua, un clavo, un litro de gasoil, que lo tengan que ir a buscar a Sudáfrica o a Inglaterra; que las plataformas petroleras que están explorando y que luego van a explotar (nuestro petróleo) tenga que abastecerse a miles y miles de kilómetros. Eso es elevarle los costos: que no tengan una línea aérea que tiene un vuelo semanal financiado por el estado argentino, para que además recauden con el turismo; que ningún crucero del amor pueda ir a las Malvinas, y que tengan que elegir entre la plataforma continental y las Malvinas; porque sabemos que la guita la dejan allá. Que la dejen de este lado del continente. Es la firmeza pacifista, democrática, de un pueblo que dice “Pará” con dignidad. Pero eso se tiene que dar a nivel de la región, porque no valdría que nosotros no le vendamos pero que sí Uruguay o Brasil. Por eso, elevarle los costos y la unidad Latinoamericana.

  Un viejo proverbio decía: “Si quieres la paz trabaja por la justicia”. Tenemos bases de OTAN en el Atlántico Sur. Es inconcebible, pero no solo para Argentina, para toda la región y para el mundo. Amenaza a todos los países y tienen una hora de vuelo a cada capital de la región. La única amenaza a la paz son ellos, nosotros tenemos que reafirmar la paz con firmeza y con justicia. Y para eso tenemos que generar conciencia con firmeza y honestidad; y para ello tenemos que ir a las escuelas, a las universidades. Nuestros dirigentes tienen que asumir ese compromiso.