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Ante una multitud, Francisco inició su pontificado

Hoy en la mañana, Francisco comenzó oficialmente su pontificado con una multitudinaria misa en la plaza San Pedro, ante líderes políticos y religiosos de todo el mundo, y una marea humana de fieles, muchos de ellos argentinos. En la previa llamó a los fieles de la Catedral de Buenos Aires para saludarlos.

"El verdadero poder es el servicio" dijo Francisco en la asunción papal.

El argentino Jorge Bergoglio buscó imprimirle su sello personal a la ceremonia, en la que se le colocaron los símbolos del pontificado: el palio y el anillo del pescador, fabricado en plata dorada y no en oro como era tradición hasta ahora en el Vaticano.

Antes de la misa, el papa recorrió durante 20 minutos la plaza San Pedro, colmada de gente, a bordo de un jeep blanco descubierto, saludando en varias oportunidades a niños y especialmente a una persona discapacitada que se encontraba junto a su familia.

La celebración comenzó en el interior de la Basílica, donde Francisco oró ante la tumba de San Pedro, el primer papa, y luego -junto al colegio cardenalicio- se trasladó al exterior, donde comenzó la misa, que duró menos de 2 horas tras ser acortada en algunos tramos.

Sobre la explanada del templo, a la izquierda, estaban ubicadas las delegaciones oficiales de 132 países; encontrándose en primera fila la comitiva argentina encabezada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner junto a miembros del poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial del país.

En su homilía, el papa Francisco sostuvo hoy que «el verdadero poder es el servicio» y realizó un enérgico llamamiento a los líderes del mundo y todos los hombres a «ser custodios de la creación y de los hermanos».

A pedido del nuevo pontífice, la misa fue celebrada el día de la fiesta de San José, patrono de la iglesia universal, y de quien el ex arzobispo de Buenos Aires es muy devoto.

«Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños», afirmó.

Seguido de un impresionante silencio desde la plaza y con decenas de banderas celeste y blanca flameando, el papa destacó la necesidad de ser «custodios de los dones de Dios» y advirtió sobre «los Herodes que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer».

En un vibrante llamado a los líderes del mundo, les pidió también a ellos que «sean custodios de la creación, guardianes del otro, del medio ambiente».

«No dejemos que los signos de destrucción y muerte acompañen el camino de este mundo nuestro», añadió y advirtió que «el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida».

Tras la misa, otra vez en el interior de la basílica, el papa -de pie y todo vestido de blanco- saludó a los presidentes y delegaciones presentes, con apretones de mano e intercambiando comentarios con muchos de ellos.

Entre los mandatarios presentes estuvieron Dilma Rouseff (Brasil), Sebastián Piñera (Chile), Rafael Correa (Ecuador), Enrique Peña Nieto (México); así como también la argentina Máxima Zorreguieta, futura reina de Holanda; el príncipe heredero de de España, Felipe, y la canciller alemana, Angela Merkel, entre muchos otros.

Participaron también de la misa líderes religiosos judíos, musulmanes y de otras confesiones, entre quienes se destacó la presencia del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, en un acontecimiento que ocurre por primera vez en mil años.

Fuente: Télam, Infobae