Periodistas del diario El Sol de Mendoza fueron amenazados de muerte por parte de una banda de sicarios narcos del clan conocido como los «Angelitos de la Yaqui», tras la publicación de informes sobre ese grupo.

Algunos integrantes de la redacción de ese matutino, que durante dos años han investigado el accionar de uno de los grupos de venta de drogas más peligrosos del oeste de Godoy Cruz, tienen desde ayer custodia policial.

Según publicó El Sol, hubo una reunión entre un grupo de personas donde una mujer dijo que había que matar a los periodistas que habían difundido lo que pasaba. La propia policía hizo un rastreo de a quiénes se refería y por eso la fiscal Claudia Ríos ordenó la custodia para un grupo de profesionales de ese medio.

La amenaza fue recibida directamente por la División de Inteligencia de la Policía de Mendoza y la División de Análisis Criminal quienes sospechan que Sandra Yaquelina Vargas, presunta jefa de un clan narco, habría sido quien ordenó asesinas a los periodistas.

La organización de los «Angelitos de la Yaqui» hace referencia a una organización que responde a Vargas, una mujer de 40 años que no tiene causas abierta por narcotráfico, aunque sus familiares más directos fueron asesinados, están detenidos o resultaron, al menos, sospechosos de crímenes vinculados con la venta de drogas.

Según los informes periodísticos, “la Yaqui” es la líder de una banda de sicarios apoyada en jóvenes de entre 15 a 20 años que se encarga de la comercialización y vigilancia de puntos de venta de cocaína. 

Preocupación en los medios provinciales

Frente a esta situación, varios portales y medios mendocinos se hicieron eco de la noticia y expresaron su preocupación.

Para el Diario Jornada “es raro que la Policía tenga información clasificada sobre la orden de matar y con esto no se pueda hacer nada contra quien dio ese mandato” así como también que “La Yaqui” no tenga ninguna causa abierta en su contra. 

Dado a la creciente violencia en la zona, los periodistas advierten que no quisieran parecer a México donde desde el año 2000 ya han caído 80 comunicadores.

«Cuando el crimen mata a un periodista no sólo ciegan la vida de ciudadanos y trabajadores de los medios, sino que silencia una voz que reporta, documenta, denuncia, revela, señala y critica la virtud y el vicio de todas las formas del poder; sea público, político, religioso, empresarial… y de los poderes fácticos, como el poder criminal», citan los trabajadores de la prensa conmovidos por la situación.