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David Acuña, desde el examen de la historia, analiza el sentido geopolítico del secuestro del avión venezolano por mandato de Estados Unidos.

Peronismos… Historia, Estados Unidos, Venezuela y un avión

En los años inmediatos a la finalización de la Segunda Guerra Mundial el mundo quedo dividido en dos áreas bien delimitadas de influencia. Una bajo hegemonía norteamericana y otra bajo la de la URSS. El gobierno de Juan Perón, en este marco de enfrentamiento bipolar, buscó su propia inserción mundial a través de la diversificación... Leer más »

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En los años inmediatos a la finalización de la Segunda Guerra Mundial el mundo quedo dividido en dos áreas bien delimitadas de influencia. Una bajo hegemonía norteamericana y otra bajo la de la URSS.

El gobierno de Juan Perón, en este marco de enfrentamiento bipolar, buscó su propia inserción mundial a través de la diversificación de mercados, la no adhesión a los organismos financieros internacionales surgidos en la Conferencia de Bretton Woods, el fortalecimiento del comercio en Sudamérica, el establecimiento de relaciones diplomáticas con el bloque soviético y la búsqueda de acuerdos bilaterales con otras naciones.

Durante los diez años que duró la primera experiencia peronista, la Argentina promovió una serie de acuerdos bilaterales con Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Venezuela, Ecuador y Perú con el objeto, no solo de obtener los insumos necesarios para su desarrollo industrial, sino que buscó estrechar los lazos diplomáticos orientados a construir una mirada común en aras de la unidad de la región. La Argentina no rompió nunca su alineamiento con Occidente ni buscó una confrontación directa con los Estados Unidos, pero a la política panamericanista de éste que concebía al conjunto de Latinoamérica como su patio trasero, el peronismo contrapuso la unidad sudamericana retomando el camino de San Martín y Bolívar.

Unidad Sudamericana e inserción independiente del país en el concierto de las naciones fueron el sello de la política argentina entre 1946-1955.

El peronismo anticipó, en muchas cuestiones, las posiciones que tomaron otras organizaciones, líderes de pueblos y movimientos políticos del mundo de posguerra. La Tercera Posición expresó una década antes los postulados que llevarían adelante el Movimiento de países No Alineados (Conferencia de Bandung, 1955).

En América Latina había estructuras políticas que guardaban abierta simpatía por el peronismo. Entre ellos se encontraban el Partido Ortodoxo de Cuba fundado en 1947 del cual era miembro Fidel Castro; el sector de izquierda del Partido Liberal de Colombia con Jorge Eliecer Gaitán a la cabeza y el espacio político guatemalteco conformado por el FPL-PAR que logra llevar a la presidencia del país a Juan José Arévalo (el cual se había desempeñado en varios espacios académicos argentinos entre 1934 y 1944). También el MNR boliviano que lleva adelante la revolución nacional en 1952 se manifiesta cercano a las ideas nacionalistas del peronismo.

Perón, luego de su derrocamiento y exilio forzado, vuelve a la Argentina y retoma los conceptos de la Comunidad Organizada (1949) desarrollándolos ahora en su obra “Modelo Argentino Para el Proyecto Nacional” (1974). La riqueza del pensamiento estratégico, planificador y organizador de Perón aún sigue vigente en la actualidad neoliberal que estamos insertos, pues: “los pueblos que carecen de organización pueden ser sometidos a cualquier tiranía. Se tiraniza lo inorgánico, pero es imposible tiranizar lo organizado. Además, como una vez expresé, la organización es lo único que va más allá del tiempo y triunfa sobre él”.

Una década y media después del fallecimiento de Perón, bajo el gobierno de Carlos Menem, el peronismo realiza un giro de 180º y abandona sus posiciones doctrinales originarias para alinearse sin ruborizarse a lo más mínimo con la política exterior de la Casa Blanca. La venta de armas a Ecuador, Croacia y Bosnia; la participación en la Guerra del Golfo y el respaldo al bloqueo norteamericano a Cuba, fueron signos distintivos de la cancillería menemista.

La asunción de Néstor Kirchner en 2003 volverá a alinear al peronismo junto a las mejores tradiciones de liberación nacional de nuestro Continente. El freno al ALCA; la creación de la UNASUR y CELAC, como la mediación entre Venezuela y Colombia, son algunas muestras la vuelta de la Tercera Posición y el Continentalismo como políticas de gobierno. Los gobiernos de Cristina Fernández, con algunos matices, siguió la misma senda trazada por Néstor Kirchner.

El pasado 8 de junio, por mandato de los Estados Unidos, el gobierno argentino de Alberto Fernández y Cristina Fernández mantiene secuestrado un avión de bandera venezolana junto a su tripulación violando todo tipo de tratados internacionales y el artículo 41 de la Carta de las Naciones Unidas que impide la utilización de medidas coercitivas entre países. Esta actitud de la cancillería argentina se suma a la afrenta que durante el año 2020 se tuvo con la República de Venezuela al apoyar el informe de Michelle Bachelet ante la ONU denunciando la violación de los derechos humanos en el país bolivariano.

Por la avenida del pragmatismo de “es lo que se puede hacer”, “no hay margen para otra cosa”, o zoncera parecida, la posición americanista y digna que supo ser signo de verdadero orgullo del peronismo parece estar siendo pasada a valores una vez más. No es de extrañar que así sea, cuando, al igual que en el menemismo, la política exterior fue un mero reflejo de lo que en materia económica el FMI y la Casa Blanca dictaban para ser llevado adelante por el muñeco que decía gobernar Casa Rosada. El camino al infierno menemista también estuvo lleno de buenas intenciones y justificadores seriales.