Entre, quejas, caras de sorpresa, changuitos y bolsas personales, los supermercados porteños comenzaron a sustituir las bolsas tradicionales de plástico por las nuevas, verdes y negras, que, según el Ejecutivo porteño, tienden a reducir el impacto ambiental y a fomentar el reciclado de residuos, pero que son pagas.
Aunque muchos clientes apoyaron la iniciativa de disminuir la contaminación y usar bolsas que se degradan en menor tiempo (dos meses), en el primer día imperaron el desconcierto por la norma y, sobre todo, las quejas por los precios de las bolsas ($0,15 ó $0,25 según el tamaño) y sobre todo porque el cliente estaría pagando por una bolsa con el logo de un supermercado.
Si bien la mayoría de los comercios avisó mediante cartelería el nuevo sistema de cobro, muchos usuarios se enteraron de los montos una vez en la caja.
Al respecto, el ministro de Espacio Público, Diego Santilli, aseguró que “la ley no autoriza ni fomenta el cobro de las bolsas”, lo cual está supeditado a la decisión de la Asociación de Supermercados Unidos.
Con este cambio, el Gobierno porteño busca reducir a la mitad la cantidad de bolsas que se entregan en el distrito (1.160 millones por año) y avanzar con la ley de Basura Cero, aunque según alguna información, las bolsas no se degradarían en dos meses, como afirmara el jefe de gobierno, ya que están hechas con el mismo material que las anteriores y por lo tanto tardarían 200 años en hacerlo.