Sociedad

Por Anabel Acevedo

«El sesgo idelógico del Gobierno de la Ciudad es la exclusión social»

Demian Konfino tuvo un diálogo con El Mensajero Diario a partir de una nota que surgió por la negativa del Gobierno de la Ciudad de cumplir con la Ley de Protección de Testigos. Debido a esa nota descubrimos que es una persona con una fuerte vocación militante, que hace mucho y tiene mucho más por hacer. Además cuenta cómo se estigmatiza a los "villeros".

"Hay un prejuicioso de las villas como aguantadero, como lugar donde se cobijan delincuentes y narcotraficantes" describe Konfino.

Es escritor y abogado. Milita desde hace años desde el Observatorio de Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires y en la agrupación Los Invisibles en Villa 31. Escribió dos libros “Tupacamaria” y “Villa 31 historia de un amor invisible”. Además, colabora en la revista Sudestada. Su objetivo es hacer aportes desde los diferentes ámbitos de la militancia para vivir en una sociedad mejor.  

   Sos abogado y escritor ¿Cómo llevas ambas profesiones?  Soy escritor socio-político y abogado. Lo que más me atrapa es la militancia y también cuando escribo, lo hago sin dejar de tener ese costado militante porque me parece que es otra forma de militar desde la literatura, comunicar desde la narrativa. Tengo esas diferentes aristas.  En cuanto a la militancia el observatorio de Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires, tiene que ver con la vigencia de los Derechos Humanos: económico sociales y culturales de la ciudad para que se cumpla con la Constitución que es muy generosa porque tienen muchos derechos que han sido incorporados que a partir de la gestión de Macri en el 2007 vimos que empezaron a retraerse. Este grupo de compañeros que siempre estuvimos preocupados por estas temáticas nos juntamos para tratar de dar pelea de la vigencia de los derechos en la ciudad.   Por otro lado, milito en la agrupación Los Invisibles que tiene militancia social, territorial cultural y política en villa 31 desde el año 2006, vinculándonos con la pelea de la urbanización del barrio y además con diferentes talleres educativos culturales para niños, jóvenes y adultos para la gente de este barrio obrero.  

  Además del libro “Villa 31 historia de un amor invisible” ¿estás escribiendo algo más? Tengo otro libro que se llama “Tupacamaria” que lo presenté en la feria del libro de La Habana en el 2011, es un libro latinoamericanista. Es una ficción de un viaje de hermanos que van por diferentes países de Centroamérica y van viendo los procesos políticos de esos países con actualidad y apuesta de esperanza. Y “Villa 31” es el segundo, lo publicamos el año pasado y es una novela que transcurre en la villa y sus personajes son villeros, personas que viven en ese barrio. El personaje masculino es un ex guerrillero militante de MTRA peruano y la chica vino de Jujuy con todo el tema de las privatizaciones, para ver si podían tener mejores condiciones económicas; por haber sufrido las consecuencias de la devastación neoliberal. Se encuentran en el comedor que ella fundó, hace muchos años, y sucede una historia de amor entre ellos contando todo lo que sucede en el barrio. En paralelo se cuenta cómo los vecinos empiezan a organizarse para mejorar el barrio, para urbanizarlo. Es una novela de literatura política, no es orgánico a la militancia de la organización que milito, estar en el barrio me dio la posibilidad de ser fiel en la creación de los personajes. Porque por lo general, cuando se cuenta de la villa se lo cuenta con ese recorte prejuicioso de las villas como aguantadero, como lugar donde se cobijan delincuentes y narcotraficantes. Mi idea era mostrar las cosas buenas, que también pasan. Si bien cuento las penurias, la marginación, resalto los gestos de solidaridad, de amor y participación popular. Por el conocimiento que yo tengo de los barrios populares le puedo dar pelea a ese estereotipo.

¿Cómo se hace para que la sociedad entienda que quienes viven en las villas, no necesariamente son delincuentes? Es difícil, yo lo intento a nivel orgánico desde la militancia política, en lo individual la literatura es un camino para mostrarle a un lector. Una compañera entró a militar al barrio luego de haber leído el libro, eso quiere decir que despierta cuestiones en algunas personas si bien era una persona que ya estaba politizada y tenía sensibilidad sobre ciertos temas. La dificultad se presenta cuando es una especie de onda de David peleando contra los grandes tanques televisivos y cinematográficos. Porque atrás, por ejemplo, del rostro de Darín o del prestigio del director del “Elefante blanco” se vuelven a encerrar los prejuicios ideológicos. En el “Elefante Blanco” no hay canchita de fútbol, no se ve la solidaridad de la gente cuando hay un entierro que juntan una vaquita para trasladar al feudo. No se ve la organización de los vecinos cuando se tapa la cloaca y van todos los hombres a destaparla. Hay un montón de cosas que, con gente que teóricamente podríamos calificar de progresistas, caen en el estereotipo que se ve mucho más burdo en todas las series de televisión en el cual se construye el estereotipo de pobre chorro, con la gorrita y con las llantas; que siempre se lo ve dado vuelta y siempre se pelean. Yo tengo un camino muy humilde porque es una tirada de 1000 libros contra canales de televisión que todo el tiempo repiten este estereotipo, los noticieros que lo alimentan y películas prestigiosas que los reproducen.

Me dijiste que tu libro tenía que ver con países de Latinoamérica. ¿Qué pensás de esta hermandad que se está dando entre los países latinoamericanos? Es un momento histórico impensado, porque en un momento, había un faro que se llamaba Cuba que tenía soledad, ningún país de América Latina lo acompañaba; y trataba de pelear por la dignidad del hombre, la ampliación de derechos. Y se le fueron sumando muy de a poquito pero sobre todo cuando se había proclamado a los cuatro vientos el fin de la historia. Parecía que el mundo estaba condenado al neoliberalismo, a la globalización de este capitalismo tan feroz y América Latina está dando muestras de que se puede proponer otras cosas. Se notan muchos avances, sobre todo porque muchos latinoamericanos han salido de la pobreza, se ha vuelto a pensar en reconocernos, en saber más de los unos de los otros. Ya no se intentan esas falsas dicotomías entre los hermanos que nos obligaron a ser la principal hipótesis de conflicto y hoy se piensa en ir juntos, sumarnos he ir más allá.

¿Como ves al país hoy? Lo veo bien a veces va más lento de lo que yo desearía, me permito aplaudir y acompañar todas las decisiones que van tomando en ampliación de derechos pero si tengo alguna crítica para hacerle también la expreso. Creo en eso, no en un acompañamiento acrítico y decir todo que sí, sino que estamos yendo hacia oponernos al neoliberalismo, hacia un proyecto popular, de ampliación de derechos. Mi ideología tiene que ver más con el socialismo de verdad, no de palabra, yo aspiraría a una forma de sociedad que tuviera que ver con esa. Pero también tiene que ver con la realidad de cada pueblo y cada pueblo tiene diferentes momentos y diferentes tiempos y en esa comprensión histórica acompaño todo lo que se va dando en esto en Argentina.

¿Qué pensás de la dicotomía que plantea el Gobierno de la Ciudad con el Gobierno Nacional en cuanto a la aplicación de ciertas leyes?

  Hay diferencias notables. El Gobierno de la Ciudad es un gobierno en el que su sesgo ideológico es la exclusión social y atraviesa cada una de las políticas públicas de la gestión de todas las áreas. Desde tercearizaciones en el tema de salud y educación hasta lo que tiene que ver con las represión de la policía metropolitana. Mientras que el Gobierno Nacional ha tenido una política de afianzar derechos. La administración es clara que es hacia más derechos, contrario al gobierno de la ciudad.