Sociedad

Por Guillermo Roffé

Un día del periodista que amarga a más de uno

En este día 7 de junio, donde se celebra el día del periodista, desde El Mensajero Diario saludamos a todos las personas que hacen de su profesión, una vocación. Además en este nota encontrará un retrato de cómo está la profesión en la actualidad.

Mariano Moreno y Rodolfo Walsh, dos referentes del periodismo argentino.

Si existe una profesión que tradicionalmente  ha sido refugio de impostores  de todo tipo es la del periodismo. Tal vez por aquello de que a nadie se le exige un diploma para ejercerla, lo que facilita que se mezclen las haciendas y cualquiera pueda exhibir un carnet que lo avala como escriba profesional en perjuicio de los verdaderos profesionales que terminan metidos en la bolsa menos prestigiosa junto con los Jorge Sanata, ese frustrado showman de voluminosa figura y escuálida dignidad y la variopinta caterva de seudo periodistas al servicio de los poderosos de siempre.

Pero en este día, los que verdaderamente amamos esta profesión recordamos con respeto a los verdaderos periodistas y que no fueron pocos: ¿cómo no recordar a Emilio Jáuregui, que fue dirigente de nuestro sindicato? O al inolvidable Rodolfo Walsh, entre tantos y tantos otros de los cuales aprendimos los rudimentos de una conducta honorable y digna. ¿Cómo no hacerle llegar nuestras felicitaciones al incomparable Víctor Hugo Morales que día a día nos da testimonio de claridad política y coherencia ideológica, elevando los estándares de esta actividad hasta niveles insospechados.

Es por ello que, en este día del año 2012, festejar nuestro día adquiere una significación distinta y más comprometida; hace pocos días un grupo de energúmenos atacó y golpeó a  dos periodistas sólo por cometer la ofensa social de cumplir con su trabajo registrando lo que sucedía en una manifestación de protesta. Los “valientes justicieros (unas doscientas personas) con actitud heroica no tuvieron miedo” de golpear salvajemente al camarógrafo y al periodista de 678, haciendo gala de su escasa calidad humana. Claro que lo que les molestaba era que esos periodistas que cumplían con su trabajo, no harían concesiones a la hora de mostrar lo que debía ser mostrado. También en estos días se vieron algunas imágenes que parecieron sacadas del arcón de las cosas viejas y en desuso; Un primer plano de la incalificable Cecilia Pando gritando como desaforada y profiriendo amenazas a voz en cuello ante la cámara. Una imagen verdaderamente espantable. Es la misma actitud cobarde en uno y otro caso, saben que de ninguna manera se va a reprimir la protesta social, esté o no justificada y por otro lado, el que doscientas personas golpeen a dos periodistas implica la  -falsa- certeza de que mientras estén del lado del más rico todo les estará permitido.

Es que son los mismos señores que en el siglo XIX se hicieron con la mayoría de las tierras fértiles con el sencillo procedimiento de masacrar a los poseedores de esas tierras desde tiempo inmemorial, aspiraron (y aún aspiran) a constituir una especie de aristocracia con olor a bosta, aspiración a la que no han renunciado por los beneficios que esa actitud les ha representado originalmente. Pero el tiempo y los espejos tienen algo en común: son cruelmente implacables y estos señores no pueden aceptar que el mundo y nuestro país han cambiado. Siguen creyendo que son una clase por encima de la Constitución y por encima de cualquier gobierno. Las leyes, creen, no están hechas para ellos. ¿Cómo un gobierno, Nacional o Provincial pretende que paguen impuestos? ¿Cómo pretende este Gobierno sacarle al honesto Magneto lo que con tanto esfuerzo (de otros) supo conseguir? ¿Qué clase de país va a ser este si ellos tuvieran que pagar impuestos como todos?

Por ello, cuando algún medio independiente de los grupos concentrados se permite editar en alguna nota el hecho indudable de que los señores “del campo” se beneficiaron con la explosiva revalorización de las tierras en un porcentaje inverosímil, consideran que eso es una campaña del oficialismo para terminar con la actividad agropecuaria pues obligaría a los pequeños y medianos productores a vender su tierras.

Más allá de lo disparatado de esta idea, lo que es claro que éstos son tiros que van en dos direcciones: por un lado aspiran a reproducir el fenómeno de la 125 y por el otro, invalidar al medio que se atrevió a publicar semejante cosa.

Para los medios concentrados, los únicos periodistas “de verdad” son los que publican en La Nación,  en Clarín, quizás también en Perfil, su hijo bobo y por qué no, aquellos que suelen aparecer en TN, en Canal 13. Pero a estas alturas es necesario reconocer que en esos medios también existen profesionales dignos del mayor respeto. Lo que no es respetable es que algunos supuestos profesionales que trabajan en esos lugares, no haya levantado su voz condenando claramente este atentado contra la libertad de prensa, contra la libertad de trabajo, contra la dignidad humana, etc. Sólo algunas arteras menciones de famosos que emitieron una “condena” tibia y tramposa pues intentaron volver a la teoría de los dos demonios y en otros casos, peor aún, acusando a las víctimas de provocación. De donde se deduce que, estos colegas además de trabajar en 678, son irremediablemente estúpidos pues se metieron en medio de doscientas personas a provocarlas.

Ni hablar de las agresiones a los colegas de Tiempo Argentino, TELAM y Cronica llevadas a cabo por una patota que responde al Intendente de Malvinas Argentinas.

Del cartel sostenido por la vocera de la dictadura cívica militar del genocida Videla pidiendo que no se “escrache a los periodistas opositores” a la golpiza organizada por el PRO y Patricia Bullrich a los colegas que desde medios no hegemónicos cumplían con su tarea.

Bueno este es el panorama que enfrentamos en este Día del Periodista. Tenemos motivos para alegrarnos pues estamos en el buen camino y a los dueños de los medios hegemónicos les queda poco piolín en el ovillo. Y también tenemos motivos para entristecernos por tantos colegas desaparecidos y por tanta estulticia de los poderosos que, sin darse cuenta que el mundo ya no es el mismo, siguen conspirando contra el país y su gente.