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Neuquén

“Huellas y senderos”: un trabajo para comprender el conflicto mapuche en Villa La Angostura

El libro del Observatorio de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas describe la historia de la comunidad mapuche de esa localidad neuquina. La investigación demuestra que las familias Paichil y Antriao se forjaron en ese territorio, desechando las especulaciones de quienes intentan apropiarse del espacio para desarrollar sus negocios turísticos e inmobiliarios.

"Huellas y senderos", es un trabajo para comprender el conflicto mapuche Paichil Antriao en Villa La Angostura, que contó con el impulso del Observatorio de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas (ODHPI) y se presentó recientemente en la capital neuquina.

“Huellas y senderos”, es un trabajo para comprender el conflicto mapuche Paichil Antriao en Villa La Angostura, que contó con el impulso del Observatorio de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas (ODHPI) y se presentó recientemente en la capital neuquina.

Como sucede en otros puntos del país, se trata de una comunidad que periódicamente es noticia en la localidad de sur de la Provincia de Neuquén, en el marco de conflictos que mantienen con quienes intentan apropiarse de sus espacios para desarrollar negocios turísticos e inmobiliarios.

El libro, que comprende 206 páginas y desde ayer se puede descargar de manera libre y gratuita, versa un informe sobre los resultados del relevamiento territorial, histórico, social y cultural de la comunidad, la cual “tiene presencia ancestral en la zona donde ahora se superpone la ciudad de Villa La Angostura”, según señalan.

La investigación demuestra que las familias Paichil y Antriao circulaban en el territorio cuando llegaron a la región los primeros representantes del Estado, luego de la Conquista del Desierto. No obstante, referencia que en 1902 “el gobierno nacional concedió por decreto las 625 hectáreas del lote pastoril 9 a José Paichil y a Ignacio Antriao, en calidad de cabezas de sus respectivas familias”.

Sin embargo, Villa La Angostura, fue fundada oficialmente en 1932 y para ello se tomaron hectáreas del lote reconocido a los Paichil y a los Antriao en la zona sur del territorio indígena.

“Es entonces cuando se produce el primer corrimiento”, cuenta el libro y aclara que de ahí en más se profundizó el despojo, lo que coincide con un incremento poblacional vinculado al desarrollo de un turismo de elevado nivel económico, lo que ha intensificado la búsqueda de inmuebles.

Según documenta Huelas y senderos, a partir de varias acciones de apropiación por vías directas o indirectas fueron despojando a las familias mapuche, mientras que el territorio que queda en posesión de la comunidad se encuentra loteado en casi toda su extensión y titulado ilegítimamente a nombre de terceras personas que nunca ejercieron posesión.

Así, el libro llega a describir la situación que periódicamente, estas 125 has que aún se poseen pero que varios especuladores intentan apropiarse con el objeto de desarrollar sus negocios turísticos e inmobiliarios. Para ello, esgrimen argumentos falsos tales como el de que no hay ni hubo mapuche en Villa La Angostura y que José Paichil e Ignacio Antriao eran chilenos, los cuales fueron dados por tierra con la documentación de esta investigación.

“Decidimos contar nuestra historia”

Huellas y senderos incluye bastos párrafos donde los propios miembros de la comunidad cuentan su historia.

“Llegaron a nuestro territorio a colonizar espacios; a explotarnos como objetos para sus negociados y especulaciones, para sus emprendimientos comerciales, madereros, inmobiliarios y turísticos; a robarnos nuestra sabiduría para sus propios intereses; a imponernos conocimientos e ideas occidentales haciendo un atropello y un despojo a nuestra forma de ser, de conocer, vivir y pensar desde nuestra cosmovisión”, denuncian.

 

“Hoy somos nosotros, reactivando el sentir y hacer comunitario que nació con nuestros mayores, quienes nos decidimos a contar nuestra historia, esta vez la historia se escribe desde la autoridad y el conocimiento mapuche. Nacimos en este lugar, vimos surgir a Villa La Angostura, estamos acá todavía y somos testigos y protagonistas del crecimiento de un pueblo que logró agrandarse a costa del despojo y la reducción de nuestro territorio ancestral”, sentencian.