Sociedad

Paul McCartney se despidió a lo grande

Anoche el legendario beatle finalizó su serie de presentaciones en la Argentina. Ante 45 mil personas dio un show inolvidable y musicalmente muy sólido que, a lo largo de casi tres horas, hizo vibrar el Estadio Monumental.

90 personas concurrieron en las dos presentaciones del músico inglés.

Cuando sonaron los últimos acordes de “The End”, mientras daban las 12 en la ciudad de Buenos Aires, las caras de quienes aplaudían fervorosamente eran todas de satisfacción. Sensación inequívoca de que el precio que se había pagado, la eterna fila y el viento que sopló de a ratos, eran muy pequeños comparados con la felicidad de haber sido testigos de un espectáculo inigualable, eterno.

La espera fue larga, 17 años para quienes lo vieron en 1994 y toda la vida para el resto. Hubo tiempo para que Andrés Ciro calentara el ambiente con versiones de los éxitos de Los Piojos y, sin anestesia, soltara un “los de atrás pueden aplaudir y los de adelante que sacudan las joyas”.

Indescriptible el momento en que salió a escena Paul y, con el legendario bajo Hofner en mano, esbozó un “buenas noches” y, sin más preámbulos, abrió con “Magical Mystery Tour”. Luego se sucedieron temas de sus últimas placas muy bien entrelazados con otros de Wings y clásicos de los Beatles.

El primer momento de admiración, si no lo fue todo el recital, se gestó cuando subió hasta el piano de cola y, dejó escapar entre sus manos el inmortal “The Long and Winding Road”. Más tarde, desde el mismo lugar, dedicaría a todos los enamorados el tema que le compusiera a su esposa Linda, “My Love”.

Siempre muy activo y permanentemente intercambiando diálogos con el público, a veces en español, el artista de 68 años continuó dando una clase de historia del rock y la canción moderna y logró un clima muy íntimo al interpretar, solo con su guitarra acústica, “Blackbird”. Conmovedor.

Otro momento muy celebrado por todos fue al homenajear a su amigo John Lennon con “Here Today” y, más tarde, cuando interpretó una excelente versión de “Something” dedicada a su autor, George Harrison.

El show, que nunca bajó su intensidad y demostró la capacidad física, musical y vocal de Paul plenamente vigente, tuvo su pico cuando sonaron seguidas “Let it be”, “Live and Let Die” (con fuegos artificiales incluidos) y “Hey Jude”. En ese estado de clímax musical se despidió por primera vez el artista británico, dejando a todos deslumbrados.

El primer bis lo compusieron tres temazos: “Day Tripper”, “Lady Madonna” y “Get Back”. Incluso se animó a mostrar la camiseta de la selección con el 10 atrás y el apellido “McCartney”.

El segundo y último bis tuvo una de las perlas más preciadas, “Yesterday” y tras esa caricia arremetió con “Helter Skelter”, quizás el tema más “pesado” que compusieran los Beatles y sentara las bases de lo que en el futuro sería el heavy.

Fueron dos noches inolvidables, repletas de público de todas las edades, familias y chicos. Todo se desarrolló con normalidad y la calidad del show fue excelente, a la altura del Paul McCartney, uno de los genios que lideró la banda más importante en la historia, los Beatles.