Con motivo de conmemorarse el Día de la Accesibilidad, la organización civil «Acceso ya» convocó a discapacitados motrices y a voluntarios que quisieran subirse a sillas de ruedas para intentar sortear los distintos obstáculos arquitectónicos de la ciudad de Buenos Aires.
La recorrida comenzó en la esquina de Pedro de Mendoza y Palos, donde los participantes se pusieron las camisetas de la campaña y comenzaron a circular hacia Caminito.
Las sillas se trababan entre los adoquines de Pedro de Mendoza mientras los participantes intentaban evitar ser atropellados por colectivos y automóviles. Sin rampas que permitan subir los cordones, quienes se movilizaban en sillas de ruedas debieron recurrir a amigos y voluntarios para poder acceder a las veredas, donde con facilidad se trababan en los agujeros de baldosas rotas o faltantes. Al intentar acceder a una escuela pública, los participantes comprobaron la estrechez de la rampa de acceso, en la que se rasparon los codos al intentar girar las ruedas de las sillas. Ante cada obstáculo los coordinadores de la actividad detenían la marcha del grupo para señalizarlo con un cartel amarillo con la leyenda «barrera urbana». En distintos puntos del recorrido un grupo de actores representó diferentes escenas cotidianas en donde se refleja la falta de accesibilidad; ante unos escalones dos mamás intentaban transitar con carritos de bebés, mientras que frente a una escuela un docente explicaba que faltaba una rampa en el cordón para que algunos chicos puedan ir a clases. Rubén, uno de los coordinadores de la actividad, le contó a Télam que «la iniciativa del rally surgió hace diez años, en conmemoración del día nacional de la accesibilidad que se celebra cada 15 de marzo, del que hoy se cumplen 20 años de su sanción». «El objetivo de esta actividad es posicionar a la problemática de la accesibilidad en la agenda pública. Nosotros decimos que lo discapacitante es el entorno, porque la gente sin movilidad se queda sin acceso a casi todas las cosas que forman parte de nuestra vida cotidiana», señaló. Ruben advirtió que «las leyes existen pero es importante que generemos conciencia y que todas las personas entendamos que hay que estar atentos a que todos podamos acceder a todo». Federico vive en Castelar y es papá de 4 chicos que asisten a una escuela primaria de la ciudad de Buenos Aires, uno de los cuales se moviliza con bastones y otra en silla de ruedas. Él le contó a Télam que «la vida cotidiana familiar se hace muy complicada en varios frentes, por cuestiones edilicias, por falta de controles gubernamentales y por falta de conciencia de gente que no tiene en cuenta la importancia de respetar rampas y espacios reservados». El papá afirmó que «para nosotros la vida cotidiana está muy sistematizada por las rutinas de salud de los chicos, por eso es muy importante tener la menor cantidad de obstáculos posibles, ahí el colegio nos ayudó mucho porque es totalmente accesible y porque lograron que se nos reserve un lugar para estacionar la camioneta y poder subir y bajar con la silla y los bastones». «En esto hay responsabilidades compartidas, hay muy pocos controles de todos los niveles del estado sobre este tema, la multa por exceso de velocidad es severa, pero la multa por obstruir una rampa es mucho menor y caduca a los dos años», concluyó Federico. Auria, una jubilada que llegó desde el partido bonaerense de Moreno para participar del Rally, dijo a Télam que «gracias a Dios yo puedo caminar, pero estoy grande y sé que cada vez me va a ir costando más pasar por veredas rotas o con escalones desiguales». «Todos tenemos que ser responsables y estar atentos, porque cualquiera se puede esguinzar un pie en una baldosa rota. Hace falta que asumamos estos problemas como propios, porque sino nunca los vamos a arreglar», añadió. Gerardo vino desde La Plata con su familia, él le contó a Télam que «en mi barrio faltan rampas, pero uno de los temás más graves es lo poco preparado que está el transporte público para que puedan acceder personas con movilidad reducida». Analía llegó desde el barrio de Palermo junto a la asistente que la ayuda para la mayoría de los quehaceres de su vida cotidiana. Ella le contó a Télam que «la falta de accesibilidad está siempre en todas partes, si no son las escaleras son las rampas construidas en ángulos empinados, o las rampas de las esquinas obstruidas por autos estacionados». Diego es de Vicente López y se moviliza con un bastón que ayuda a su pierna izquierda. Y le dijo a Télam que «muchas veces la gente no se da cuenta de que tan hostil es la ciudad para la gente en silla de ruedas, y además hay personas que no tienen problema en estacionar sobre las rampas o en los espacios reservados». «Yo con el bastón no tengo todos los inconvenientes de una silla de ruedas, pero se me complica mucho en calles mal adoquinadas o en veredas rotas o escalones altos, sería bueno que todos pasemos aunque sea un día por esta experiencia para tomar verdadera conciencia de como muchas veces la falta de una rampa deja a muchos afuera de la educación o la salud», concluyó.
Fuente: Telam