El homenaje de la Ciudad de Buenos Aires al recientemente designado Papa Francisco había comenzado cuando el Gobierno porteño decidió iluminar con luces amarillas –el color del Vaticano– dos lugares distintivos: la histórica Pirámide de Mayo, en la Plaza de Mayo, y el llamado Monumento de los Españoles, cuyo verdadero nombre es Monumento a la Carta Magna y las Cuatro Regiones Argentinas, ubicado en el cruce de las avenidas Del Libertador y Sarmiento.
Los dos lugares siguieron iluminados pero se le sumó el Planetario Galileo Galilei, como agasajo a Bergoglio, que ayer fue entronizado como máxima autoridad de la Iglesia católica.
En tanto, en la Plaza de la República, frente al Obelisco porteño, se izó la bandera del Vaticano, también en honor al Papa Francisco.